Hola Nolano.
Escribes:
Herrgoldmundo: no me gusta mucho usar la palabra "filosofía" de manera banal. Me parece que lo haces al decir "filosofía de vida". Es como cuando le preguntan a un entrenador de fútbol: "¿qué filosofía de juego vas a dar al equipo?". No soy quién para decir cómo puede o debe utilizar cada uno la palabra "filosofía", pero yo preferiría evitar equivocidades y hablar de "filosofía" cuando nos referimos al conjunto de saberes y especulaciones que se han venido decantando a lo largo de una milenaria tradición como estudio sobre las causas últimas, o la "ciencia sin nombre", que versa sobre el ser en cuanto ser, y no sobre algún ente en particular.
Bien, pues para no banalizar la palabra "filosofía", diremos
actitud vital en vez de filosofía de vida. A mí tanto me da, porque lo que pretendo señalar es que nuestras actitudes o maneras de desenvolvernos en la vida, además de depender de condicionantes psicobiológicos y ambientales, dependen, también y mucho, de cómo hayamos aprendido a enfrentarnos a las circunstancias adversas. Y aprender supone experimentar, pero también conocer y comprender, contrastar y comparar, buscar respuestas y criticar... filosofar al cabo.
Silvanus se acerca a lo que pretendo explicar:
Una entrevista a un neurólogo acerca de la capacidad de transformación del cerebro:
www.lavanguardia.com/mobi/vida/20150629/...l-cerebro-feliz.html
Ahí dice, entre muchas otras cosas, que el cerebro, físicamente, condiciona, en gran medida, las ideas; pero, a la vez, mediante las ideas se puede modificar el cerebro.
Es en esta última tendencia donde debe funcionar la Filosofía. He ahí la trascendencia de las ideas que algunos niegan.
Pero claro, sin negarle a la filosofía la ayuda que pudiera prestar al respecto (superar episodios depresivos) debo apuntar que ya tenemos a la psicología cognitiva y a todo un amplio abanico de nuevas pseudociencias que, valiéndose de diferentes aportaciones artísticas, se han lanzado al mismo objetivo:
musicoterapia, cromoterapia...
En cualquier caso, Nolano, creo que tú abogas por una definición de la filosofía más académica, considerándola como una vía de estudio y/o investigación.
Vale, también la psicología se considera hoy (yo discrepo) como una ciencia cuyo objeto de estudio y de investigación es el conocimiento de la psique y la conducta humana. Sin embargo, yo practico una psicología aplicada, es decir, soy un obrero de la psicología, por decirlo coloquialmente. Podríamos hablar de una PSICOLOGÍA (en mayúsculas) "académica", lujosamente vestida con ropajes científicos, a la que se dedican docentes, estudiosos y científicos, y también podríamos referirnos a una "psicología aplicada", orientada a la praxis y al tratamiento de problemas reales, y no tanto especulativos.
Creo que esta misma diferenciación la podemos encontrar en muchas ramas del saber, entre ellas la filosofía: una filosofía más científica y/o académica orientada a la teoría y otra filosofía aplicable a través de la praxis. Es mi opinión.
Escribes:
Ahora resulta que la depresión no es una enfermedad, sino que podría ser un "universal" psicológico de la especie humana. Ahí sí que tendría el asunto interés para mí, pero habría que contrastar dicha hipótesis, que parece sólo una elucubración a la que yo no le acabo de ver mucho fundamento, precisamente porque no parece haber constituido parte alguna en las tesis filosóficas más contrastadas sobre la naturaleza del ser humano.
Yo no digo que la depresión no sea una enfermedad, que sí lo es. Lo que señalo es que hay formas de depresión que no se explican, al menos por completo, desde la psicología y/o la psiquiatría.
Desde luego, cuando Unamuno se refería (siempre a través de poéticas metáforas) a los hombres como "seres enfermos", en tanto que infectos de angustia existencial, creo que pensaba en un rasgo (¿existencial?) inherente a todos los seres humanos (¿un universal?).
Elías lo explica muy bien:
Uno podría preguntarse, por ejemplo, si ese estado al que llamamos depresivo es constitutivo o no de todo ser humano.
Precisamente, por "elucubraciones" como éstas, a Unamuno se le negó, en no pocas ocasiones, su condición de filósofo; e incluso quienes más le admiraban, como Zambrano, lo vieron más como un poeta.
Sin embargo, yo creo que antes de que cualquier gran filósofo, sistemático y metodológico, pueda "apresar" la verdad de una hipótesis de forma rigurosa y "comme il faut", siempre hay poetas y soñadores que, a través de la
intuición, abren los caminos del conocimiento.
A este respecto, ha tiempo desarrollé una reflexión que, por cierto, ha pasado por estos lares sin pena ni gloria, donde señalaba cómo Unamuno abrió el camino a Zubiri para que éste pudiese dar un paso más, superando a Husserl, Ortega y Marías, al demostrar (rigurosidad filosófica mediante) que la virtualidad en el pensamiento ya era una realidad en sí misma, realidad virtual o realidad en la ficción, pero realidad al cabo.
Escribes:
Y eso, el determinismo psicológico, echa por tierra toda moralidad. Supongo que se convendrá en que si la ética es algo, debería ser universal y partiendo del presupuesto de que los hombres son libres y no determinados social o psicológicamente.
Estoy de acuerdo contigo (aunque yo prefiero referirme al determinismo psicobiológico), pero no te olvides de otro determinismo en el sentido contrario; de aquel que sostiene, razón instrumental mediante, que el
sujeto es transcendental. Yo creo que éste último determinismo, o creencia en una transcendentalidad del sujeto, es un necesario autoengaño para superar el relativismo moral, o para superar aporías circulares, como prefieras, pero no es en absoluto demostrable, ni siquiera filogenéticamente.
Si no, estaríamos, como filósofos, rindiendo el campo a nuestros dos mayores enemigos: el antropólogo y el psicólogo.
Es que el antropólogo y el psicólogo os llevan ventaja, al menos a los kantianos que todavía necesitáis creer en un sujeto transcendental (conste que yo comparto dicha necesidad). Ambas ciencias ha tiempo que despojaron al ser humano de todos sus
transcendens para dejar al denudo, tan solo, al hombre de carne y hueso; y para ello no tuvieron más remedio que buscar y mirar "más allá del bien y del mal".
Un saludo.