Hola Silvanus.
Escribes:
Y en verdad, esa pregunta que anda pululando por el foro (a saber: ¿es Diógenes el prototipo perfecto del superhombre?), debería ser negada desde un principio. La pregunta misma es un error de aquellos que la sostengan, y es un horror para aquellos que la lean.
Desde luego, yo no formulé tal pregunta, pero sí le encuentro un sentido y argumentos para justificarla.
Dices, y dices bien:
Si hablamos del superhombre nietszcheano y no del que a cada uno le venga en gana, el mismo Nietzsche escribe: "¿Qué es el mono para el hombre? Una irrisión o una vergüenza dolorosa. Y precisamente eso debe ser el hombre para el superhombre: una irrisión o una vergüenza dolorosa". Y más adelante continúa: "Y el más sabio de vosotros es tan sólo un ser escindido, un híbrido medio planta, medio fantasma. Pero, ¿os mando yo que os convirtáis en fantasmas o plantas?".
Creo que queda muy claro que Nietzsche cuando se refiere al "hombre" (entrecomillado) en realidad está aludiendo al ser humano; a ese animal civilizado, que ya no es mono, pero que tampoco es HOMBRE (ahora en mayúsculas); Nietzsche hace una crítica del "hombre" civilizado, "humano, demasiado humano", para reivindicar al hombre auténtico (superhombre) religado a la naturaleza y a la vida; reivindica al hombre que se debe al imperativo vital de sobrevivir o de perdurar en el tiempo (véase "La Gaya ciencia").
Sigues:
¡El hombre, todo hombre, es un puente entre el mono y el superhombre! Así como el más "sabio" de los monos nunca puede ser un hombre, así ningún hombre, ni el más sabio, puede ser un superhombre.
Por supuesto, para ser un auténtico hombre de carne y hueso (por utilizar la terminología unamuniana más directamente heredera de Nietzsche) no basta con ser un "sabio"; es más,
no hay que aspirar a ser sabio, porque, como bien señaló Nietszche: "el conocimiento por el conocimiento es la última trampa de la moral".
¿Y cuál es la última trampa que nos tiende la moral?
Pues la de hacernos creer que a través del conocimiento hallaremos el sentido del ser o de la vida. El auténtico hombre de carne y hueso (superhombre) será el que acepte que no hay sentido alguno en nuestra existencia, y por ello se obligará a no autoengañarse (posición nihilista) a través de las diferentes vías que nos proporcionan "engaños" existenciales (filosofía, religión, ciencia, mística...).
Nietszche, sobre todo en sus obras "La genealogía de la moral" y "Más allá del bien y del mal", se dedica, básicamente, a hacer una crítica del
humanismo como modelo o programa de domesticación de los hombres.
¡El humanismo ha fracasado!, es lo que en realidad proclama Zaratustra, porque Dios ha muerto, y muerto el Motor Primero o causa primera que legitimaba todo el "saber" humanista (desde Pláton, San Agustín, judeocristianismo hasta llegar a Kant) ya solo queda retrornar a la naturaleza y abandonar la ciudad fracasada del hombre civilizado (domesticado e inmerso en una vida de engaño).
Nietszche, en realidad, bien pudo haber llamado "hombre auténtico" (despojado del engaño humanista) a su superhombre. Pero creo, y esto es opinión mía, que prefirió utilizar el prefijo "super" por una razón: no tan solo porque dicho
nuevo hombre habría de ser mejor, que también, sino porque su misión debería consistir en
superar su mera condición de humano (hombre civilizado).
En definitiva, Nietszche aboga por una superación de ese "hombre", tan humano, que no ha sido capaz de ver el engaño que entrañaba la moral humanista; siempre empeñada en buscar (conocer) justificaciones a la existencia; siempre preocupada, en realidad, en domesticar y socializar al ganado humano.
Y bien, ¿qué hacía Diógenes cuando, a plena luz del día y con una antorcha encendida en la mano, decía buscar un
auténtico hombre , pero ni aun así lo encontraba?
Es claro que Diógenes no dijo buscar a un superhombre, pero ¿por qué podemos deducir fácilmente que ambos conceptos (hombre auténtico y superhombre) se corresponderían con un nuevo prototipo de hombre que habría de superar al hombre civilizado (humano)?
Diógenes lo que hacía al buscar a un auténtico hombre, entre una multitud de civilizados griegos, era señalar que allí, entre el rebaño de ganado domesticado de la polis (la ciudad), no había ningún
hombre de verdad (superhombre) que cuestionase a los dioses; no había nadie, en definitiva, que se diera cuenta del engaño o trampa de la moral que les sometía a una vida inauténtica y programada a través de arbitrarios valores morales.
¿Por qué no he de masturbarme en la vía pública, si así me lo pide mi cuerpo serrano?, podría parecer que preguntaba Diógenes. Pero, en realidad, lo que estaba reivindicando el díscolo filósofo, a través de la transgresión y la provocación, era que el hombre de verdad, el de carne y hueso, no tenia por qué reprimir sus instintos (naturales) obligándose a cumplir unas normas y reglas morales (impuestas socialmente); intentaba demostrar, a través de la acción ejemplar, que lo único que pretendía la sociedad (la civilización) era alejarles de su religación con la naturaleza para convertirles en "animales de lujo", que diría Sloterdijk.
Concluyo:
Por supuesto que podemos considerar a Diógenes como prototipo de superhombre y/o, en cualquier caso, como el análogo de aquel Zaratustra que, como el filósofo griego, también buscaba
algo más en aquellos "hombres" civilizados, domesticados y castrados por las morales de los dioses y la sociedad; y ese algo más, entendido como superación del hombre, era lo que podríamos considerar una
evolución hacia un nuevo hombre, más auténtico (Diógenes) o superhombre (Nietzsche).
De hecho, cuando Nietzsche señala que
¡El hombre, todo hombre, es un puente entre el mono y el superhombre nos indica, implícitamente, que éste (el hombre) se halla en un proceso de evolución.
Quizás, como señala Sloterdijk, ya sea hora de pasar de la etapa evolutiva que durante tantos años nos ha anclado en un humanismo fracasado, para alcanzar o construir una nueva era posthumanista.