Hola Silvanus.
Escribes:
Sería bueno aclarar conceptos, conciliar ideas y argumentar sin camuflajes.
Vayamos a ello.
Dices:
Un primer principio: enlazar entre civismo y derechos. Por ejemplo, yo tengo derecho a tener un perro, pero ello conlleva una obligación, porque debo educar y responsabilizarme ante el resto de la sociedad (civismo). Si mi perro es molesto o agresivo, es una carencia mía, porque no estoy capacitado para esa responsabilidad.
Claro, todos estamos de acuerdo con esta consciente y responsable argumentación tuya.
Sucede, pero, que también estamos de acuerdo en que todos los seres humanos que deseen abrazar la fe del Islam puedan hacerlo (tienen Derecho a ello). Sin embargo, todos recelamos de aquellos dogmáticos suprematistas de la religión que, en el nombre de Alá, asesinan, torturan, arrasan ciudades... ¿cierto?
Bueno, pues lo que pretendo señalar con mi reflexión es que, de modo análogo al suprematismo religioso, se está "gestando" un nuevo suprematismo humanista en el subconsciente colectivo. Un suprematismo intransigente y dogmático que no duda, por ejemplo, en proclamar que todos los "taurinos" deberían ser castrados; un nuevo suprematismo, y doy fe de ello y seguramente muchos compañeros del foro podrían hacer otro tanto, que está anteponiendo el "derecho" de sus mascotas al de sus vecinos. Esta realidad la estamos viviendo constantemente y todos conocemos casos y ejemplos que apuntan en una dirección: un creciente y nuevo enfrentamiento entre hombres y humanos.
Tú, Silvanus, como buen humanista, reduces los problemas que generan estos nuevos conflictos (nueva dialéctica de liberación de los animales) a una mera cuestión de civismo, por supuesto siempre necesario, pero insuficiente para explicar por qué crecen y aumentan las voces beligerantes de la sinrazón en las masas que reclaman más "derechos" para sus mascotas.
Yo, como hombre, todavía de carne y hueso, recelo de vuestro humanismo. Todo humanismo esconde una evidente debilidad y legitima, al cabo, la necesaria domesticación (civilización) de los últimos hombres libres.
¿Cómo se nos pretende civilizar ahora?
Pues convenciéndonos, cómo no, de que siempre hay que evolucionar y progresar hacia nuevas teorías de la liberación; la última de ellas, como vemos, sería la de la liberación de la especie animal, discriminada y oprimida por las tradicionales prepotencias dominantes y señoriales del ser humano. ¡Nada nuevo bajo el Sol!
Cuando el ser humano se rinde ante la vida, cuando no le encuentra sentido o razón de ser, es fácil que éste recurra a diferentes sucedáneos de la misma (vías alternativas de escape). Tener una mascota se ha convertido, de hecho, en una de las vías de escape más recurrentes para el desorientado y vacío ser humano actual.
Alucinarías si te contara la de cantidad de psicólogos que "recetan" la compra de una mascota o recomiendan terapias con animales (equitación, por ejemplo) para resolver graves problemas emocionales.
Necesitamos a nuestras mascotas en la misma medida que hemos sido reprimidos para negar y/o rechazar otras vías de escape: bebidas alcohólicas, drogas, sexo sin tabúes...
Todo es cultural, como digo, producto de nuestra humanista civilización obcecada en reprimir instintos "salvajes" por tal de mejor legitimar otros sucedáneos; el último de ellos, por ejemplo, sustituir en nuestras dietas los alimentos de origen animal por los de origen vegetal; nos obligan a divertirnos viendo fútbol, por ejemplo, al tiempo que se censura la diversión a través del arte de la tauromaquia (y conste que no me gustan los toros ni he ido jamás a una corrida, de toros, se entiende).
Decía Tasia y otros compañeros que la sociedad comenzaba a tomar conciencia sobre el problema de los derechos de los animales. ¡Por supuesto que comienza a tomar conciencia! Ninguna
"verdadera conciencia" se crea por generación espontánea, necesita de sus gurús, primero, y más tarde, sobre todo, de fieles perdidos y desorientados que necesiten aferrarse a nuevos suprematismos y promesas de felicidad.
Dices:
Por tanto, nadie dice de "dejar de ser hombres" ni de "negación de derechos inherentes al hombre". Es algo más fácil, más modesto. Ser hombre no es maltratar animales ni tampoco faltar el respeto a otro igual, a otro hombre. No se pretende elevar al animal en detrimento del hombre. Existe una reconciliación justa, pero para ello se necesita educación.
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No, claro que no se dice explícitamente. Tampoco el suprematismo del Islam dice explícitamente que haya que exterminar cristianos; ni el suprematismo comunista dijo que hubiese que asesinar a millones de personas en gulags...
El problema de los suprematistas es que sabemos cómo empiezan a manifestarse, siempre tímida y pacíficamente, pero su intrínseco dogmatismo siempre acaba por llevarles a acciones directas o propuestas harto beligerantes. Al tiempo...