Me encontraba encima de mi catre sosteniendo un libro entreabierto, pensativo, contemplando las estrellas parpadeantes en el oscuro cielo nocturno. Aquel día no habia cenado ni comido apenas nada; ciertamente la fatiga del sueño acumulado de noches en vigilia habia pasado su razonable factura, y no es de extrañar que mi mente se encontrara entre el adormilamiento y la indisposición para el pensar. Entonces, varias ideas repentinas me asaltaron, tras varias décadas de pusilánime acecho. Mi delirio quería saber por el sentido del mundo y de la existencia del mundo, y mientras en ello ponía sus empeños, llamaba a la inspiración nocturna para que ésta me recompensara con sutiles pensamientos...

A lo largo de la historia de la filosofía, unos dicen que toda fenomenologia es azarosa como el circular de los vientos, otros, sostienen contumaces la creencia en la estricta causalidad encadenante y mecanicista, y otros apelan a dioses o fuerzas cósmicas organizadoras.
El hecho de que los fenómenos naturales obedezcan a leyes físicas formales demuestra que la realidad conformada por dichos fenómenos está de alguna manera organizada, y que quizas el azar sea tan imaginario como las deidades. Ademas, resulta difícil pensar en la desorganización de la realidad cuando tan ingente cantidad de materia (o substancia, por expresarlo más filosóficamente) se encuentra en muy concretas conformaciones y con cualidades muy diversas, las cuales son producto de unas leyes naturales. La pregunta es, ¿Es ese un orden teleologico, es un orden que se produce para la consecución de algún fin último? ¿Y que pasa si el propio orden natural es la teleologia en sí misma? Entonces, el sentido existencial (o sea, de la existencia de toda substancia) sería la propia existencia.

La propia posibilidad de la consistencia formal de las matemáticas que describen los principios bajo los que el presente orden natural es dado, implica que nada está fuera de su descripción analítica, y que por tanto, solo caberia pensar en la existencia en tanto que consistencia. Solo existe lo predecible y consistente formalmente, dentro de la estructura algebraica de las leyes naturales.
Como la permanencia de las leyes fisicas es inalterable, toda evolución fenomenica de la realidad podría ser predicha conociendo exactamente el estado de lo presente, por lo que la predecibilidad sería otro argumento a favor de la ausencia de fines existenciales más allá de la propia existencia. La metafísica solo se reduciría al mundo de las posibilidades y de la consistencia.

Y Si, os preguntareis que hace un eremita gruñón hablando de matemáticas y de metafísica. ¡Yo os responderé mis estimados atestiguadores: divagar consistentemente!