La serie
"Vikings" es, en mi opinión, una de las mejores ficciones históricas que se han hecho en formato para televisión. No puedo evitar relamerme recordando la primera temporada de tan gloriosa serie. Y este, precisamente, es el signo inequívoco que me señala que las siguientes temporadas (segunda y tercera) ya no han estado a la altura del formato primigenio.
Si para seguir viendo una serie hay que retrotraerse a su pasado más
glorioso, ello es síntoma claro de la decadencia de su ser presente.
El problema de "Vikings", de la serie, es que por fuer ha de languidecer y ser inferior a su primera temporada; y así debe ser, porque la historia de "Vikings" es, en definitiva, la historia del Dasein histórico; es la historia del género humano en la que se refleja perfectamente el devenir de la dialéctica de la conciencia, siempre en pugna por determinar
quiénes y cómo han de erigirse en señores de la humanidad, en regidores del destino del Dasein.
Análisis existencialista de "Vikings":
Primera temporada: la primera temporada nos transporta a la Europa del norte, a esa Edad Media tan desconocida por nosotros, y ajena a las influencias del cristianismo, donde el Dasein de los vikingos todavía se mostraba preocupado por el cuidado del Ser. La vida era auténtica, tan auténtica como sus dioses, y sus vidas tenían un sentido y una razón de ser que nadie cuestionaba; nadie cuestionaba la verdad de los dioses, como nadie cuestionaba la verdad de la vida misma.
El Dasein vikingo vivía en la certeza y en la seguridad de unos valores sublimes y supremos: creían en sus dioses guerreros y en la vida con honor, con sentido. Heráclito hubiese podido, perfectamente, pasar por vikingo, pues tanto para él como para los
bárbaros del norte, "la guerra era la madre de todas las cosas" y "uno solo podía ser como cientos, si era el mejor".
La primera temporada nos relata la vida de un hombre (Ragnar) que es el perfecto símbolo del Dasein vikingo: un hombre luchador que se supera a sí mismo, ambicioso y con voluntad de poder; un hombre con honor y temeroso de sus dioses; un hombre, pese a su fiereza, de una gran humildad antropológica.
La temporada termina cuando dichos pueblo beligerantes, ansiosos de fama y riqueza, llegan a las costas de Inglaterra, donde entran en contacto con el cristianismo y con otro hombre que será la conciencia antagónica (antítesis) de la de Ragnar.
El Dasein vikingo, a través de Ragnar, conoce al Dasein cristiano, simbolizado magistralmente en la figura del monje Athelstan. La lucha dialéctica entre conciencias está servida.
Segunda temporada: la segunda temporada se centra, prácticamente, en la toma de París. Pero, paralelamente, durante toda la segunda temporada, cobra fuerza el protagonismo de Athelstan.
Primer signo de decadencia de la serie.
Ragnar comienza a dudar de
su verdad en la medida que comienza a admirar la fe ciega que tiene Athelstan en la suya propia. Y así, a través de la
duda y la perdida de certeza, Ragnar se va convirtiendo, poco a poco, al cristianismo.
Sin embargo, el paso o
evolución del Dasein vikingo al Dasein cristiano no solo no es inmediato, sino que provoca la división entre los propios vikingos.
Segundo signo de decadencia.
Ragnar simbolizará al Dasein vikingo
asimilador, su hermano Rollo al Dasein
transformador y Floki permanecerá como el celoso guardián
conservador de la tradicional vida auténtica del Dasein vikingo.
A través de los tres personajes principales y sus posicionamientos vitales, la serie refleja las consecuencias de la perdida de certeza y seguridad en un
sentido de vida cuando, por designio del devenir histórico, este entra en contacto con otro sentido o razón de Ser diferente (una nueva conciencia verdadera).
Las opciones que se dan en la lucha dialéctica de la conciencia son claras: asimilar, transformar o conservar. En cualquier caso, se pierde la unidad del primigenio Dasein vikingo; este ya no es puro ni tiene certeza señorial de su verdad; se torna dubitativo, y la duda le hace débil.
Tercera temporada: todavía no ha concluido, pero, hasta donde ha llegado (capítulo 5) podemos ver cómo evolucionan los tres posicionamientos surgidos durante la segunda temporada.
Atención, porque aunque la serie ya no es tan buena como en la primera temporada, pues la épica grandilocuente ha dado paso, definitivamente, a las intrigas palaciegas y al cinismo más inherente al hipócrita humanismo, la historia de Occidente, del Dasein histórico occidental, queda perfectamente narrada y explicada:
Rollo, el transformador, simboliza al traidor, al Dasein que reniega de su vida auténtica primigenia y abraza la nueva y alternativa fe cristiana.
Hay una magnifica escena en la que la esposa cristiana de Rollo, hija del emperador francés, le insta a eliminar arteramente a sus oponentes. Y Rollo, todavía ebrio de esencia vikinga, le responde:
- No hay ningún honor en matar a un hombre a traición.
- Eso diría un vikingo -le responde su cínica esposa- pero tú no eres ya un vikingo.
Floki, el conservador reaccionario, hará todo lo posible, como celoso guardián de la auténtica conciencia de su pueblo, para seguir manteniendo viva la esencia del Dasein vikingo. De hecho, tras asesinar al bueno de Athelstan, se convertirá en el
favorito de la mujer de Ragnar, la cual le encomendará que eduque a su hijo en los valores vikingos.
Por primera vez en la serie se hace una referencia directa a los valores. Y es que la esposa de Ragnar ve con temor lo que está sucediendo, pues observa en Raganar el principio de decadencia que, a la postre, también comienza a amenazar la existencia del Dasein vikingo.
Ragnar, el asimilador, es la figura clave en la lucha dialéctica que tiene lugar en el lichtung. Ha descubierto una nueva verdad y se siente atraído por dicha verdad, aunque todavía se siente vikingo. ¿Pero qué clase de vikingo?
Ragnar se ha convertido, en esta segunda temporada, en un vikingo en decadencia sumido en un imparable proceso de autodestrucción. El destino de Ragnar es el que le espera al Dasein vikingo. Así, Ragnar comienza a desentenderse de sus funciones de líder y reniega del deber de ejercer como pastor del Ser. De hecho, comienza a evadirse de las exigencias del Ser sumergiéndose en el mundo de las drogas de la mano de su amante china.
Ragnar comienza a hacer memoria de su pasado y a recordar viejas glorias, porque sabe que su proyecto vital como hombre llega a su fin. También el Dasein histórico vikingo se acerca a su final.
Confesará Ragnar a su amante:
- Me siento viejo, con la edad he perdido
el deseo y la fuerza.
Ragnar hace, en el capítulo 5, una terrible confesión: ha perdido la voluntad de Ser, se ha rendido ante la vida. Y ahora, a los atentos seguidores de la serie, solo nos cabe esperar: ¿Qué hará Ragnar? ¿Reaccionará y aceptará su responsabilidad como pastor del Ser? ¿O se abandonará en el relajo inconsciente de quienes claudican ante las adversidades?
Sí, no hace falta ser demasiado sagaz para ver que Ragnar no solo simboliza al Dasein histórico vikingo, sino que, además, es un fiel reflejo, muy actual, del hombre occidental; es el fiel reflejo de la autoinmolación a la que se dirige, imparable, el Dasein histórico humanista.