A propósito de este hilo, me ha resultado interesante y por eso os comparto este artículo titulado El sueño ilustrado y el Estado-nación de José Álvarez Junco, catedrático de Historia en la Universidad Complutense de Madrid.

Interesante sin duda, Kierkegaard. El artículo muestra cómo el pensamiento progresista-europeísta se pelea con sus propios fantasmas. Es muy significativo que conceda más modernidad a los separatismos catalán y vasco que a la nación española, que le parece cosa del Cid, Don Pelayo e Isabel la Católica, como si los sucesos de 1808 y el proceso revolucionario que desembocó en la Constitución de Cádiz no hubiesen tenido trascendencia.

El artículo dice:
No sé de dónde te sacas que "conceda más modernidad a los separatismos catalán y vasco que a la nación española". El hilo del discurso entiendo que va en la línea de superación de los estados-nación, y de ahí el europeísmo, en lugar de responder a respuestas nacionalistas con argumentos nacionalistas de otro color.

Si una racionalización global del sistema, en esta línea federal compleja, es imposible, mantengamos al menos la situación actual, con algún nuevo acuerdo sobre el reparto de la recaudación fiscal entre la Generalitat y el Gobierno central. La cultura del pacto generada en la Transición no debe arrojarse por la borda. Pero hay que renunciar a los victimismos, a las referencias a “expolios” por parte de los vecinos, a las angustias sobre identidades sagradas y eternas hoy amenazadas de extinción. Es responsabilidad de las élites políticas evitar el cultivo de estas emociones primarias. Si no lo hacen, es responsabilidad nuestra, de los ciudadanos, no dejar que exciten nuestras pasiones en favor de sus intereses.]

A mi modo de ver las conclusiones a las que llega el sr.Álvarez Junco, son muy congruentes y apropiadas, pero como el va desgranando en el sentido de la responsabilidad, que este caso atañe intrínsecamente a las elites políticas, las cuales hacen una apuesta elevada y sobre todo muy deseada, sustituir una presidencia autonómica por una presidencia de Estado, por todo ello me extrañaría que el ejercicio de cintura provenga de estos.

Ya sabes Kierkegaard que ciertos experimentos hay que hacerlos con gaseosa y no hipotecando las vidas del resto, haciendo apuestas sobre escenarios azarosos en los que los errores pueden suponer un precio muy elevado. Ahora más que nunca se demanda reflexión y altura de miras por parte de la clase dirigente. Ojalá se halle una solución en la línea expuesta por Álvarez Junco, y no nos dirijamos hacia un futuro que se ancla en el pasado.

Muy sencillo, porque el autor liga el independentismo con los nacionalismos del siglo XIX, y lo opone de forma torticera alEstá claro que Don Pelayo, el Cid e Isabel la Católica son "menos modernos" que el siglo XIX...
Por lo demás el Sr. Álvarez Junco sigue, no sé si por ingenuidad o mala fe, preso de los mitos ilustrados y de la "Europa sublime"...

Agripa, tu interpretación me parece errónea y sesgada. Si lees con atención el artículo verás como, por una parte, el autor dice que las circunstancias actuales en las que el gobierno catalán solicita la independencia son distintas a las que dieron pie al espíritu nacionalista del siglo XIX y, por otra, de lo que se trata es de superar las ansias nacionalistas de catalanes y vascos y las ansias centralizadoras del nacionalismo españolista, por tanto los mete a ambos en el mismo saco y no los opone, como dices. Otra cosa es que tú pienses que el nacionalismo español sea el “bueno” y los otros los “malos”, pero al menos dilo abiertamente y no manipulando el contenido del artículo para adecuarlo a tus ideas.

No Rafel, ojalá fuese todo producto de mis malévolas manipulaciones, pero me temo que es el propio autor el que, aún considerando errados todos los nacionalismos (menos el imaginario nacionalismo europeísta, se entiende), se muestra más hostil al nacionalismo español, pues lo relaciona con figuras históricas que desde su óptica ilustrada representan lo casposo, lo rancio y lo reaccionario, aunque no lo diga con esas palabras: Don Pelayo, el Cid e Isabel la Católica. Nada nos dice el autor sobre lo rancios y casposos que son los nacionalismos racialistas y racistas de Sabino Arana, Pompeu Gener, o Pere Bosch-Gimpera. Nada sobre las mediciones de cráneos a las que se sometía a los escolares para hallar lo prístino de las "razas" vasca y catalana.Qué distinto todo esto de lo expresado por el nacionalismo "españolista" en 1812:En otro orden de cosas, si estoy en un error y los mete "en el mismo saco", peor me lo pones, sería como comparar al Real Madrid y al Albacete. No se trata aquí de nacionalismos "buenos" y "malos", sino de naciones realmente existentes y otras que son imaginarias. Pero si me preguntas con quién simpatizo más, claro que es con España. Aunque mis simpatías subjetivas son irrelevantes.

Kierkegard, he leído el artículo recomendado. Su opinión es valiosísima. hace hincapié en los errores cometidos en otro tiempo y en la actualidad. Rafel en su crítica recuerda lo mismo pero seguimos viendo como Agripa no quiere darse por enterado, ni tiene obligación, claro. Parece hacerlo a posta, no es un ejercicio torticero, es una explicación razonada desde el punto de vista histórico, las explicaciones del profesor mencionadas
En otro hilo, me recordaba Thunderbird, historiador, que la memoria histórica no es memoria, que es otra cosa y tal vez tenga razón ya que parece demostrar que tiene conocimientos de psicología. Esto echaba de menops , opiniones de historiadores
Agripa por favor no revuelvas y pongas en boca de otro lo que no ha dicho. No te lo puedo decir de otra manera. No estamos haciendo política ni proselitismo. No me siento ni sabinista, ni aranista ni pompeyano. Setrata de ideas bien diferentes aunque algunos en política sean herederos

Los españoles estamos sembrados...
Agripa, no es necesario que te contaminen con ideología antiespañola para aprobar en la UNED, ¿verdad?

José Antonio Marina escribió: No, no lo es al menos en mi caso. Llevo bastantes buenas notas por ahora