elías escribió:
Eso sí, cada persona tiene que hacers-se a sí misma. Y tiene que hacerse a sí mismo desde sus circunstancias: creencias, valores, anhelos, conocimientos, emociones, etc. Y si quiere salvarse a sí misma, y ser feliz, tendrá que darle un sentido a todo ello.
Y lo mismo cabría decir de la felicidad. Cada cual tendrá una perspectiva personal en torno a lo que considera la felicidad pero dicha felicidad no se podrá alcanzar al margen de los demás. O dicho de otra forma, tanto la verdad como la felicidad son históricas. Necesitan de un despliegue en el tiempo apropiándose nuevas posibilades( dimensión histórica) como de un despliegue personal y social.
La verdad como la felicidad no podrán ser alcanzadas en un vida humana. Porque la verdad es histórica. Si se quiere, nos iremos acercando asintóticamente a la misma pero sin tocarla definitivamente. Lo cual no quiere decir, y la historia así lo desmiente, que la realidad sea un continuo progreso hacia la verdad y la felicidad. No, hay avances y retrocesos.
El problema claro está radica en si considera que esa verdad, esa felicidad o ese sentido son o no puras quimeras.
Personalmente no crea que se pueda decir que se ha sido plenamente feliz o moderadamente feliz hasta un momento anterior a la propia muerte y donde ya prácticamente no puedan darse circunstancias nuevas.
Hola Elías y gracias por unirte a esta discusión.
En cuanto a tu referencia a Ortega, creo que ni debo entrar, porqué me saldría del tema central de este debate, ni puedo hacerlo, porqué no soy entendido ni en el autor ni en su frase.
En cuanto a la definición de la verdad y la felicidad como conceptos históricos, sencillamente no lo entiendo. Quizás es porqué es la una de la noche y mi cerebro ya está cansado, pero no la entiendo. ¿Acaso te refieres a que adoptan distinto significado con el paso de las generaciones? Quizás podrías explicármela de otra forma, si no te importa. Siento molestar.
En cualquier caso, a mi ni la verdad ni la felicidad me parecen quimeras. Mientras algo pueda ser observado, su verdad estará al descubierto... pero hay que poder observarlo bien. Con la felicidad pasa algo parecido supongo: si hemos podido experimentarla, ser testigos en primera primera persona de ella, entonces podremos explicarla.