Hola Begoña
Dices: “Eso sí, todas nosotras tenemos que dejar de enfrentarnos, y en lugar de criticar, ofrecer una mano solidaria y compasiva hacia aquellas hermanas que hoy están obligadas a actuar y vestir bajo peligro de muerte. Cambiando por lazos solidarios esas cadenas que nos han impedido recordar los siglos de disciplinamiento (que Silvia Federici en su obra "Calibán y la bruja" describe muy bien), independientemente de la religión, del país, de su estatus económico o de su color. Y como en la caverna de Platón, no podremos llevarlo a cabo si no dejamos de fiarnos de las sombras.
Cuando me vine a vivir aquí, alguien me dijo "…que no te pongan el velo", es irónico que sea aquí, donde se me haya quitado ese velo, un velo de estereotipos que dividen y dividen a las mujeres, haciendo que en lugar de unirnos y respetarnos desde nuestras distintas culturas, nos alejemos las unas de las otras por "simplezas""
Verás, quizá no era tu intención, y posiblemente no la sea (o quizá, sí), pero ese texto podría llevar a la consideración de que el hombre debe de ser excluido de tal tarea. Somos todos, hombres y mujeres, los que debemos tender una mano solidaria y compasiva hacia aquellas mujeres que sufren bajo peligro de muerte. ¿Por qué en ese grito a la unión no se encuentran los hombres por ninguna parte?
Efectivamente, debemos tender una mano solidaria y compasiva pero es que esa mano debe de ser dirigida por la defensa de unos valores. Y esos valores no son independientes del país o de la cultura, Es más, sé que esto lo sabes tú muy bien porque con anterioridad habías dicho . “El reto, a ese problema de fondo, está en EDUCAR a cada ciudadano en el respeto (ciudadano con unos valores morales, que no religiosos) y en que TODAS las instituciones a nivel mundial, haciendo uso de la justicia democracia constitucional igualitaria, devuelva la soberanía y poderes genuinos que le corresponden por derecho a cada una de las mujeres.”
Es decir, la mejor manera para tender una mano solidaria y compasiva es la defensa de la eliminación de los estados teocráticos, la defensa de una democracia constitucional, etc. Es imposible una unión de mujeres, o mejor dicho, de personas, independientemente de su cultura y de sus valores. Una mujer puede juzgar como intolerable que otra mujer, y por solidaridad y compasión, desee eliminar la ablación del clítoris de su cultura o que desee defender una educación igualitaria entre los niños y las niñas. Créeme, esas mujeres no se unirán a tu causa y menos aún lo considerarán una simpleza. Es que los valores no son una simpleza. .Creo que es de una gran ingenuidad considerar que las mujeres de todo el mundo se van a unir al margen de sus valores y de su cultura. No, es justo al revés, es cuando se compartan una serie de valores conjuntamente cuando se podrá empezar a resolver el problema
Créeme, no existen dos cavernas de Platón, a saber, una para hombres y otra para mujeres. En cualquier caso, quien así piense se está auto-excluyendo, y por ende, está excluyendo a los “otros”.
Dices, Begoña: “ No pretendo tomar partido, ni muchísimo menos justificar nada, todo lo contrario, soy cómplice de Todas las Mujeres por el hecho de Ser Mujer. Se trata de asumir una realidad multicultural, (nos guste o no, estamos en la era de la globalización), se trata de sacar a relucir, compartir y defender unos Valores que están por encima de la raza, sexo, país o religión. Unos valores que transmutarían el miedo o la intransigencia.”
Ves, nuevamente vuelves a desconcertarme. Por una parte, y al igual de Platón, defiendes la existencia de unos presuntos valores objetivos, eternos e inmutables, es decir, independientes de la cultura. No, Begoña, no creo que existan tales valores. No creo que exista tal mundo ideal de los valores. Lo cual no significa incurrir en un relativismo axiológico.
Pero es que por la otra parte defiendes la existencia de una realidad multicultural ( lo cual es cierto). Pero es que esa realidad multicultural implica que haya hombres y mujeres que defiendan la ablación del clítoris, la sumisión de la mujer o una desigualdad en la educación entre niños y niñas.
Verás, Begonña, sin duda alguna coincidimos en el diagnóstico pero nuestra diferencia radica en la solución o en el tratamiento. Pero la diferencia no se debe a que tú seas mujer y yo hombre sino que se debe a que ambos defendemos diferentes teorías en torno al mundo de los valores. Creo que al día de hoy es insostenible la defensa de una teoría objetivista en torno a los valores, es decir, la existencia de unos valores que estén por encima, y en un mundo platónico, independientes de la raza, sexo, país, religión y cultura.
Por cierto, si realmente crees en la existencia de esos valores independientes del sexo por qué, y exclusivamente, haces referencia a la palabra mujeres y no citas a los hombres.