No estoy pasando por un mal momento ni nada de eso, e intento ser objetiva. De hecho, es esa objetividad la que me hace escribir sobre esto, y no un estado de depresión que de momento no tengo. Que la vida tiene cosas malas y buenas pero que, hablando en general, las primeras superan con mucho a las buenas, me parece evidente. Que hay buenos momentos, es innegable. Ahora mismo estoy ilusionada con asistir esta noche a las fiestas del patrón de mi ciudad, en presentar un ensayo a una publicación a ver si hay suerte, en celebrar dentro de unas semanas el 15 cumpleaños de mi gato, en ver la nota que me habrán puesto en argumentación, y un largo etc. ¿Y qué quiere decir eso? Nada. Son pompas de jabón que pronto se deshacen, te olvidas de que han existido (salvo momentos realmente buenos, que atesoras en la memoria y hacen acto de presencia en alguna ocasión), y vuelves al letargo habitual hasta que aparece otra nimia distracción que también será de corta duración, y vuelta a empezar. Como el burro en la noria. ¿Qué sentido tiene todo esto y a dónde conduce? Ninguno y a ninguna parte. Yo creo que la mayoría de la gente vive por inercia (para seguir viviendo hay que hacer una serie de esfuerzos, que son grandes en circunstancias problemáticas, pero para morir hay que hacer un esfuerzo inmenso), por temor a la muerte (que no parece lógico temer al no-ser porque no seremos, pero es algo que está más allá de nuestra capacidad mental entender y eso, claro, molesta un poco) y por esas pequeñas distracciones que cumplen admirablemente bien su función de hacerte pasar un poco el rato y no pensar demasiado. Pero en cualquier momento puede uno sentir la tentación de rebelarse contra la naturaleza que, sin su permiso, le creó.
PS. Que nadie se tome esto como una apología de nada porque es sólo una reflexión. Eso que se llama "poderes públicos" empiezan a dar muestras de querer combatir lo que ellos llaman el problema del suicidio. Parte aún considerable de la población se opone al aborto. Según ONU y OMS, cada año se suicidan más de 800.000 personas en el mundo y cada minuto hay 85 abortos en el mundo. La población mundial andaba por los 7.000 millones de personas en 2011. Ahora somos muchos más. La ONU calcula que 9.700 millones en 2050. Si no fuera por suicidios y abortos, tendríamos muy pronto que emigrar a otro planeta o esperar a que apareciera alguna epidemia. De hecho, aún con suicidios y abortos, la situación ya empieza a ser preocupante.