Hola:
Bueno, vista, reposada y spoilers leídos. Por cierto, que no voy a utilizar esa función de escritura en spoiler, así el que no quiera leer uno tiene que para aquí.
Mi impresión:
Esto empieza con un ojo bien grandote en primer plano, donde el director ya nos está diciendo que esto va de mirar. Es la mirada la que va a definir la película. Sobre todo la nuestra, la de Carol, y en menor medida algunas más. De acuerdo Futaki, en la relación con Buñuel sobre el ojo y la navaja. Solo que aquí la navaja no rompe la mirada, aquí la navaja aparece después para ser cómplice de esa mirada. También la relación con Vertigo en cuanto a la pregunta de los protagonistas de ambas obras sobre lo que creen ver.
Y para mí esta película trata sobre la belleza. Sobre mirar la belleza. El trayecto de Carol de crisálida a Afrodita. Tratado con apoyos como feminismo y religión. La construcción nuestra de un dios.
Carol, aparece al inicio como una idealización cosificada de la belleza por por el ojo neutro, aún, del espectador. Impecable de blanco, peinado perfecto, atractiva en su frialdad, en sus movimientos, y en su expresión. Una imagen idealizada. Pero de lo que ella aún no es consciente. El director sí. Y la mirada del mundo también. Se trata de transitar del salón de belleza al infierno de fealdad que acaba siendo su casa. ¿O no es tan bello el salón ni tan feo el infierno? Mirar, va de eso.
El tránsito hacia la deificación es progresivo. Vamos recorriendo ese trayecto desde esa Carol impecable e inocente donde todo empieza a cambiar. Es muy sucesivo, con los apoyos de su hermana, el ligue de ésta, el casero, las conversaciones machistas de los garulos del bar... Cada vez, el tránsito del salón de belleza, el Olimpo del que descenderá al mundo, al infiernode su casa, se irá mezclando y se irá así cuestionando el concepto de belleza. Si recordáis todas esas escenas, cada una contribuye a esa cosificación de Carol que llega a su fin y empieza a evolucionar. Por señalar una, su hermana en un momento está poseída viendo en el televidor una escena de ¡lucha libre! Es ese mundo machista y vulgar que se empieza a colar en la casa.
La escena bisagra, se da en el momento que el chico bueno aparece en la casa para auxiliar a su enamorada. Se desarrolla en el pasillo con la puerta de entrada abierta. ¿Y quién se encuentra en el fondo de la escena contemplando la escena con un perro? El demonio, que permanece atento a la activación del infierno. El chico ve al vecino y trata de cerrar la puerta por intimidad, pero ya es tarde. La cámara, en un alarde técnico se cuela desde el interior por la miralla, hasta el demonio que sigue viendo a través de la puerta. Ya es tarde. Carol coge un candelabro a algo parecido, y se carga al chico bueno con saña, porque el infierno ya está en marcha. Cancerbero ya ha ladrado. Es el mismo recurso que utiliza Borges en Emma Zunz, si recordáis. Carol se ensaña porque su mirada ha evolucionado con su ser. Para ella es bello ese asesinato y por eso se recrea. Ya es dueña de ese poder. Ya todo ha cambiado y su mirada se agrieta progresivamente en las paredes, que ya son de otra estancia diferente.
El tránsito ya definido continúa imparable. Las escenas de violación van evolucionando de la violencia, de la repulsión a la perversión. Se empieza a pintar los labios porque empieza a sentirse cómoda, y quiere estar bella porque la belleza ya la marca ella con su nuevo poder. Las manos que salen de las paredes, que por cierto parece que luego copió G. A. Romero para sus muertos vivientes, ya no quieren violar a Carol, quieren poseerla, la anhelan, la desean con sumisión. Una le agarra un pecho y Carol acepta. Son los nuevos inquilinos de la casa, del infierno, donde ella ya es señora.
Señalo otra imagen, si no recuerdo mal en el minuto 90, donde hay una contraposición de planos entre el bien y el mal. La luz entra al salón desde las ventanas de enfrente en forma de cruces cristianas, cuya luz ya solo llega tenuemente al techo.
En la segunda escena de asesinato, vuelve la mirada de Carol ensanándose con la navaja en éxtasis, porque para ella la belleza sigue aumentando en su mirada y el ensañamiento es superior, más recreativo que el primero. Y la navaja de Buñuel cómplice del arte de mirar, de definir con la mirada, en este caso una nueva belleza al alcance ya de una diosa.
En una nueva incursión al salón de belleza, Carol corta deliberadamente el dedo de la cliente. Su mirada ha cambiado y ahora la sangre y la violencia forman parte du su nuevo repertorio. Pero, ¿realmente era bello ese adefesio enmascarado antes del corte? Polanski nos somete a base de bien.
Carol aparece agachada en el suelo después de la agresión en supuesto estado de trance, pero es más bien un estado de descubrimiento, de reflexión sobre su poder. Su poder de mirar y definir a su antojo la belleza. Y le gusta.
La referencia a ese mundo clásico se plasma muy bien en la torre de Pissa. Cómo la belleza puede inclinarse y caer al otro lado.
Detalles hay muchos, Y podemos recrearnos en cada escena, pero más que hacer un puzzle completo, que no vamos a conseguir ensamblar, hay que pensar en que también forman parte de una estética muy cuidada y no necesariamente narrativa.
La fotografía final de la familia, con la mirada peculiar, intensa, inquietante de la pequeña Carol puede ser tanto hacia el exterior como hacia su propio interior, en una intuición inconsciente de su potencial y su futuro. En cualquier caso es una mirada de conmoción. Una que va a otro lado hacia dentro o hacia fuera. La película empieza y acaba con ojos. Mirar.
Un saludo.
