Impresiones "Los hermosos años del castigo" un recuerdo de una época de la que sólo queda el intento de imitar "su caligrafía" o "una clínica para ciegos". Unos años vistos desde dentro, porque de fuera sólo se rescatan un espacio, un rasgo, voces, risas, muebles, vestidos de seres de los que se apropia la protagonista, los interioriza y los devuelve en forma de pensamientos punzantes, dolorosos, en frases cortas que son latigazos, con unas comparaciones increíbles, el interior es volcado hacia afuera, no tiene cuerpo, ni pasado, ni afecto, hay mucha sensualidad en las palabras pero no se respira piel, no hay escalofrío, hay adolescencia que anuncia decrepitud "una tarde de invierno estábamos sentadas en la escalera; Frédérique me tomó las manos y dijo: "tienes manos de vieja" Las suyas estaban frías. Me observó el dorso de las manos: podían contarse las venas y los huesos. Les dio la vuelta: estaban ajadas. No puedo describir con qué orgullo acogí lo que para mí era un cumplido". El colegio, las jerarquías, el besamanos a la directora, el único beso que rescato, ya solo pensarlo repugna, la sensualidad en palabras como "conquista", "escaramuza", "pensar", "desear" que desembocan en la voluptuosidad del dolor y la obediencia. Me ha encantado Bolindre, pese a que aunque haya habitaciones y cuartos de baño no haya tabaco, ni sexo.