En la película llama la atención que el príncipe no muera. Termina hablando a las estrellas y cruzando la plaza nocturna, y tras él, un gato solitario... Y los acordes finales de esa bellísima banda sonora de Nino Rota...
En la novela, la agonía... El fragor del mar cesó por completo.
Y el hecho de que Lampedusa lo escribiera poco antes de su muerte y que fuera rechazado por las editoriales... Recuerdo la retirada de Bendicó: mientras se llevaban a rastras el guiñapo, los ojos de vidrio la miraron con la humilde expresión de reproche que aflora en las cosas a punto de ser eliminadas, anuladas... A veces releo unos fragmentos de esta hermosa obra.