Se percibe el paso del tiempo por la novela. La primera vez que la leí me entusiasmó pero una lectura de adolescencia temprana dista mucho de la actual. No obstante resulta bastante entretenida.
Me resultan inverosímiles las explicaciones que a lo largo de la novela se van haciendo de los distintos tipos de enfermedades. Que Monserrat Castell le vaya explicando las diferencias entre una neurosis y una psicosis a Alicia no tiene ni pies ni cabeza (a no ser que sea un personaje producto de la mente de Alicia o una licencia literaria).
Me llama la atención cómo se evita pronunciar la palabra suicidio en un psiquiátrico. Es decir, hasta en ese lugar es tabú.
Creo que es interesante que nos presente cómo distintas enfermedades entran en el mismo saco de un psiquiátrico, cómo ser imbécil, idiota, mongólico, autista, paranoico, fóbico, esquizofrénico, etc, caben en un mismo lugar. Creo que en la actualidad es algo que perdura, enfermedades de tipo neurológico junto con otras conviven en un mismo espacio. Me parece recordar que por entonces la homosexualidad se trataba en esos centros. Hoy en día se trata el alcoholismo. Y también van a parar allí gente que no se sabe en qué sitio meter, una especia de cajón desastre.