Te respondo ahora.
La manifestación más clara y canónica del doble es la que tu has expresado: la manifestación de la sombre de Jung, es decir, que un personaje manifiesta su lado oculto o reprimido. De una manera menos ortodoxa, podríamos considerar también como que el tema del doble se expresa literariamente a través de juegos especulares. Por ejemplo, en algunas novelas de la
nouveau roman, especialmente en Robbe-Grillet, en las que un mismo personaje ejecuta las mismas acciones de diferentes maneras a través del juego de los narradores falsos.
Otro ejemplo podría ser
Hamlet, en la que un conjunto de cómicos representa mediante una obra de teatro aquello que está sucediendo en la realidad.
Y, por supuesto, no puede faltar el
Quijote. Por una parte, don Quijote y Sancho representan dos formas de percibir la realidad (una realidad noble e idealizada - una realidad popular y realista). Además, estos dos personajes intercambian sus roles al final de la novela cuando don Quijote sufre un proceso de sanchificación y Sancho se quijotiza.
Y para retorcer aún más el entuerto, el propio don Quijote también sufre un desdoble de personalidad: Alonso el Bueno y don Quijote de la Mancha. Este último, por otro lado, al principio es una mera parodia del caballero andante, del Amadís de Gaula de turno y evoluciona hacia un personaje que es consciente de su propia ficcionalidad, de manera que el personaje se desdobla entre un personaje novelesco y un personaje metaliterario.
Ya que citas a Jung, sería muy interesante analizar también aquellas novelas en las que se desdobla la colectividad, es decir, donde se manifiesta el inconsciente colectivo. Por poner un ejemplo muy sencillo, lo podríamos observar en
Frankenstein, cuando el pueblo arremete con toda su crueldad contra el monstruo y saca a la luz sus instintos más primarios. En este sentido podríamos hallar muchas otras novelas que hablan de la barbarie humana y que pueden estar relacionadas con el Holocausto, la represión en los países comunistas etcétera.
Retomando lo metaliterario, lo hallamos también en aquellas obras en las cuales la línea entre la realidad y la ficción es muy tenue o se quiebra. Por citar un clásico,
Niebla de Unamuno. Pero también en el género moderno de la docuficción, de autores como Javier Marías, Vila-Matas o la mejicana Guadalupe Nettel, cuando se juega con la personalidad real y a su vez inventada de esos narradores-autores.
Retomando las teorías psicoanalíticas, el doble lo veo en los cuentos infantiles. Por ejemplo, la figura del padre en
Caperucita se desdobla en el lobo feroz y en el cazador o leñador que salva a la niña y a su abuela. En
Hansel y Gretel, la figura de la madre aparece representada en la malvada madrastra, que expulsa a los hijos del paraíso, y en la casita de chocolate, que representa el alimento materno (la teta materna). En este caso tenemos un tipo que se desdobla en dos personajes o conceptos.
Probablemente haya más formas literarias en las que podríamos hallar el tema del doble si exprimimos el concepto. Pero no olvidemos que la forma canónica del doble implica una escisión en la que solo hay lugar para uno.