Aún a riesgo de que se malinterprete diré que quien mejor ha captado la naturaleza del ser humano han sido las religiones. Y la expresión que mejor lo simboliza es el del “pecado original”.
Con la modernidad se pensó que el hombre, y con sus solas fuerzas, era capaz de conseguir el “paraíso” en la Tierra. Lo que hizo la modernidad fue “transmutar” la teología cristiana, secularizándola, en una teología humanística. Teología que no consideró la existencia de dicho pecado original, o mejor dicho, que no la erradicó en la naturaleza humana sino en superestructuras. Así el hombre quedaba limpio de polvo y paja para alcanzar la felicidad en la tierra.
La izquierda sigue esperando la llegada del nuevo mesías. Es sorprendente como muchos consideraban que ese mesías que habría de venir para reinar en la tierra era nada más y nada menos que Pablo Iglesias. Al final, y al parecer, se ha convertido en un falso profeta. Lo cual no obsta para que en el fondo de sus almas sigan abrigando la esperanza (falsa esperanza) de la llegada de un nuevo mesías que habrá de reinar por los siglos de los siglos. Otros consideran que el nuevo mesías vendrá de la mano o de la palabra de Vox. Y Abascal es su profeta.
Pues yo siento decepcionar tanto a unos como a otros, aunque en realidad a todos, pero no ya por negar la existencia de ningún mesías, sino por negar esa capacidad mesiánica que se le atribuye al hombre. No, no existe ese “hijo del hombre”, sino que quien existe es el hombre con sus pasiones, deseos e intereses. Ese hombre situado entre los ángeles y los demonios.
Con ello no quiero decir que todo sistema político, social o económico valga lo mismo ( por cierto, que en Occidente existe un único sistema). Lo que crítico es ese idealismo mesiánico, provenga de donde provenga, y de no sé que tierras remotas, que considera que en esta época histórica se alcanzará la felicidad definitiva ( que era precisamente lo que pensaba el Jesús histórico y que murió en la Cruz).
En el fondo quienes nos decepcionan sistemáticamente no son unas u otras siglas políticas, sino que quien nos decepciona es el ser humano ( y además en la creencia de que “nosotros” lo haríamos mucho mejor ¿A saber por qué?). Quizá vaya siendo hora de aceptarlo y de seguir manteniendo la idea del “pecado original”.
Bien, ahora lo que apetece es romper una lanza por los políticos y denunciar el fariseísmo humano. A todos se nos llena la boca del pluralismo político y del pluralismo de los valores. Pero no nos engañemos, seguimos moviéndonos en un monismo político y en el monismo de los valores.
Cuando defendemos el pluralismo político y el pluralismo de los valores lo que le estamos pidiendo a los políticos es que plasmen nuestras ideas políticas y nuestros valores al margen del de los demás ( y si no se realizan el de los demás pues mejor que mejor). ¿Pero alguien se cree que en un mundo donde reina el individualismo nos importa lo más mínimo los valores y las ideas políticas de los demás.? Pues en absoluto, no nos importa ni un pimiento los valores de los demás aunque se nos llene la boca de pluralismo axiológico.
Pero, y aunque mi tesis fuera errónea, y existiera una verdadera defensa del pluralismo, creo que no se es consciente de la dificultad de articular políticamente y legalmente todos y cada uno de los valores. Y más, cuando muchos entrarían en contradicción con otros. Pues bien, eso es lo que le pedimos a los políticos. Les pedimos que saquen una varita mágica para que se articulen todos y cada uno de los valores, todas y cada una de las ideologías políticas, y todas y cada una de las formas de entender la vida. Y eso, claro está, al margen del número de votos. Porque entonces empezamos a gritar que somos una minoría a la cual no se está respetando aunque nuestro partido haya conseguido dos votos.
Un saludo.