Sería bueno hacer una crítica a los estoicos especialmente.
Piensa en Marco Aurelio, si asume esa postura, la de “aguantar”, es precisamente porque no le queda otro remedio que aceptar la vida en su mayor contradicción: la muerte. Es la muerte, como cese de la fuerza y la plenitud de la vida, lo que late bajo el estoicismo.
Desear y anhelar la muerte, para uno mismo o para el resto, creo que exterioriza una carencia interna: la de no ser capaz de digerir las contradicciones o el dolor que conlleva la vida.
La actitud contraria, la que es capaz de sacar fuerza y creación de ese fondo doloroso de la existencia, es esta:
“Un alma plena y poderosa no sólo es capaz de atravesar pérdidas, privaciones, carencias, desprecios dolorosos e incluso terribles: sale de esos infiernos con mayor plenitud y poder: y, para decir lo más esencial, con un nuevo crecimiento en la bienaventuranza del amor. Creo que quien ha adivinado algo de las condiciones más bajas de todo crecimiento en el amor ‘comprenderá’ a Dante cuando escribió sobre la puerta de su inferno: ‘también a mí me creó el amor eterno’”
Por otro lado, puede ser filósofo y escribir y demás, y ser un esclavo espiritual. Por ejemplo, un Lutero, o un Kierkegaard (recomiendo sus diarios íntimos).