Es un tema complicado y bastante complejo, éste. Parece claro que es una enfermedad poco peligrosa, aunque sí con efectos graves para personas con dolencias previas o inmunodeprimidas, lo cual ya es bastante. Tampoco parece tener unas tasas de contagio altas como se ha dicho por aquí. La misma que la gripe, que no es alta, entre 2 y 3 contagiados por infectado. Muchísimo más contagioso es el sarampión (entre 12 y 18) y se están muriendo niños a millares en África y en otras regiones pobres y a nadie le importa. (Por cierto, gracias a los anti-vacunas este año se han contado ya 16 infectados por sarampión en Galicia.)
El porqué se ha llegado a esta situación de pánico es más difícil de entender y yo no lo pretendo. Soltaré un par de cosas, pero sin demasiada convicción.
La magnificación de enfermedades poco importantes en los últimos años ha sido una constante. Las diferentes gripes que sirvieron para que Rumsfeld y otros cuantos más se forrasen a base de vender tamiflú, forzando a gobiernos a gastar un dineral en medicamentos innecesarios y que caducaron sin usarse en casi su totalidad por un enfermedad que era de chiste. La gripe aviar sigue instalada en Europa, con nuevos brotes este mismo año, pero no se ha procedido a sacrificar en masa millones de animales ni se ha hablado de ella.
Para la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob nunca se ha encontrado una conexión con el mal de las vacas locas. Se sugirió tal cosa y se procedió a la masacre indiscriminada de reses.
Conste que entiendo y comparto el principio de precaución en todo esto (y éste me fue un caso cercano pues el padre de una amiga mía fue de las pocas víctimas de tal enfermedad que hubo en el estado español), incluso mucho tengo discutido con amigos cuando fue el famoso caso del perro Excalibur y su sacrificio, ante la posibilidad sugerida de que los perros pudiesen ser vectores del Ébola, aunque no se hubiese demostrado.
Con poca convicción me pregunto si la exageración en este caso fue una herramienta para atacar al gobierno Chino y tratar de desestabilizar su economía, y ahora tienen que recoger los países occidentales lo que han sembrado. Con el anterior coronavirus surgido en China, el SARS, con una tasa de mortalidad casi 5 veces mayor, no se montó semejante guirigay. Serán los nuevos tiempos de la doctrina del Shock y en aquel momento, 2002, no estaba tan extendida. Aunque esto que digo sí podría ser una teoría conspiratoria, como la expansión del bulo de que el virus ha sido desarrollado en laboratorios americanos. ¡Como si en la historia de la humanidad nunca hubiese pasado que una enfermedad saltase a los humanos desde otros animales! (Por cierto, en el documento que publicó el ministerio de Yoli Díaz decía literalmente que "Algunos tienen la capacidad de transmitirse de los animales a los humanos".)
Pero lo de Agamben no es una teoría conspiratoria. Más bien hace una lectura de la situación a partir de su pensamiento biopolítico desarrollado en Homo sacer (del cual me faltan unos cuantos volúmenes por leer).
Y creo que tiene razón en algunas cosas. Pensaba estos días (pensando también en Agamben), no en que ciertas personas se inventan un caos y un pánico para manipularnos y a partir de ahí endilgarnos más leyes que van en contra de nuestros derechos y a favor de sus beneficios, o de la utilización del pánico para controlarnos por parte de unos pocos (algo muy pensable, por otra parte). Pensaba en cómo se extiende el pánico y cómo las sociedades están confeccionadas para que esto funcione. En cómo las democracias de mercados actuales, desde la extensión de la redes de (des)información y la forma en que la individuación se ha repensado (que engañados estaban Foucault y Barthes) hasta una egotización exagerada que nos lleva a estas formas de escisión y despertenencia (ay, los efectos rebote y el fascismo...).
Somos carne de pánico. Y ante una amenaza exagerada e infundada los gobiernos pueden decidir sobre nosotros. Militares patrullando las calles en Italia bajo amenaza de detención de aquellos que se salten el confinamiento. Control de movimientos, de temperatura, obligación de obedecer por el bien de una civilización, por otra parte, en proceso de autoaniquilación.
Y puede pensarse que esto es importante para poder parar la expansión de una enfermedad cuya erradicación posterior sería prácticamente imposible y que supondría a la larga quizás olas de enfermedad anuales (y los gastos económicos que ello implicaría, pues para estos casos sí que tienen en cuenta los costes futuros y nunca los llamados los gastos defensivos derivados del cambio global, aunque no voy a insistir para evitar embestidas).
Si fuese otra el motivo de tal forma de control ante una situación de pánico más evidentemente "ficticia" seríamos igualmente guiados, limitados y controlados. A esto creo que se refiere Agamben. Deciden sobre nuestras vidas y nuestro cuerpo sin que tengamos nada que decir. Gente que tiene la capacidad de decidir sin ellos mismos estar sometidos a tales decisiones. Y todo ello en sociedades en las que cada vez nuestros derechos son menos y en los que el estado se va adelgazando cada vez más hasta ser únicamente los encargados de repartir la violencia (y socializar las pérdidas).
Cada mañana tomo el café en la misma cafetería y cada mañana observo de soslayo en la tele el programa de Ana Rosa y creo que Agamben (y Naomi Klein) tiene mucha razón.