Yo partiría, como Heráclida, de la
necesidad de no tratar por igual realidades que son o pueden ser diversas. Ante todo, sería necesario un trabajo descriptivo de identificación de «formas de amor». A este respecto, creo que —sin merma de su valor— habría que partir como mínimo de repensar las categorías habituales (y no con ánimo de resultar innovadores, claro, sino meramente por plantear los cimientos sobre los que nos movemos). No se puede pretender claridad sin explicitar cuáles son las categorías que estamos manejando.
Considerando entonces de los «tipos de amor» que han ido apareciendo en el hilo, se ha hablado de un «amor romántico». ¿Cuáles son las notas que lo caracterizan —frente al resto—? Primero, yo entraría a considerar si es aplicable en general lo que comenta Silvanus del amor como fruto, y marcaría distancias entre el amor correspondido y el que no lo es. ¿Nos encontramos ante fenómenos diferentes o es el amor correspondido la actualización de una realidad incompleta —el amor no correspondido—? Sólo en el primer caso podríamos aplicar la idea de que el amor sea un fruto al amor no correspondido, pues no es posible que brote una planta no sembrada: uno puede enamorarse de modo no correspondido, como comentáis, sin participación de una de las partes. Y esto nos llevaría a otro tema: ¿existe algún vínculo entre los tipos de amor y el deseo por un objeto, son analogables, o nos encontramos ante una realidad radicalmente humana? Esta sería una pregunta a responder para entrar a discutir sobre la cuestión del interés. Siguiendo con el «amor romántico», quizá otra marca distintiva la daría esa fase «aguda» que, en la mayoría de los casos, «remite» tras un cierto tiempo. ¿Podemos hablar, de nuevo, de distintos tipos de amor al separar el «agudo» del «crónico»?
Sin pretender ser exhaustivo, creo que ninguna de esas dos características (reciprocidad —al menos no del mismo modo que aparece en el romántico— o división agudo-crónico) aparece, por ejemplo, en el amor por un hijo, por lo que quizá sería un buen punto de partida para una fenomenología del amor romántico.
Esta tarea habría que llevarla a cabo para poder construir un discurso sobre ella, y sólo pretendía esbozar la idea.
Yendo por otros derroteros ahora, en relación con la idea de Silvanus de tratar al «amor» como un fruto, creo necesaria introducir la noción de confianza, que creo que es a donde está apuntando (sin que necesariamente se reduzca a ello, claro). Las relaciones humanas se construyen sobre un lecho de confianza que, necesariamente, se construye a lo largo de los años, y que consiste en una cierta forma de hacerse previsible. Precisamente, por la ausencia de esa confianza en lo que arriba llamaba «amor no correspondido» cuestionaba si era aplicable esa idea en ese caso. Para sacarle el jugo a esa idea, quizá habría que ahondar en la relación amor-confianza.
Dejo ahí las ideas porque es temprano y no me siento lúcido para desarrollarlas. Voy a tomar un café