Hoy me he dado cuenta de que hay algo más incomprensible que la
Ética de Spinoza. De vez en cuando me encuentro objetos articulatorios tirados por el suelo de mi lupanar. Me refiero a objetos como tornillos o piezas negras de forma cúbica con muelles que se supone que sirven para montar muebles u objetos análogos y para que se mantengan en pie. Pero de manera harto frecuente los hallo por el suelo, amenazadores, solitarios, extraídos de su utilidad primera. Me resulta imposible descubrir a qué ente pertenecen.
Esto me lleva a establecer una conexión oculta entre los muebles y el lenguaje. Es casi un lugar común el decir que una propiedad básica del lenguaje es la economía lingüística. Y es cierto. Pero el lenguaje también es redundante. Para que un mensaje sea perfectamente comprensible para el destinatario (pese a interferencias, malentendidos o ambigüedades) es necesario cierto grado de redundancia. Creo, por consiguiente, que tanto el lenguaje como los muebles son redundantes. De otra manera no se explica que no se me caigan todos al suelo pese a carecer de articulaciones. Dejo ahí una idea para un
paper: “La redundancia de los muebles”.
Anexo ejemplo de objeto cúbico negro:
Estoy ya deseando que me suene mañana el despertador y lanzarme como un rayo al gozoso trabajo.
Happy Soonday!!!!