Xna escribió:
Enigma
Acaso es la armonía algo tan bello y hermoso, invisible e incorpóreo, que se aproxima a lo divino y flirtea con lo inmortal?
Y qué de la lira, del delicado tañido de sus cuerdas, del doliente latigazo en que estallan al quebrarse, presas del zarpazo del tiempo, del abandono, del olvido, de la caducidad y de la pérdida?
Es la armonía del instrumento encadenada o presa?
Venga arjomainators, que no estamos muertos que estamos de parranda. Un tequila para el que acierte quién cree que la armonía se separa pura y concentrada en sí misma y quien cree que se abraza a la lira y se hunde con ella en su inevitable silencio
Por la gloria de mi madre, este enigma es más difícil que el de la Esfinge. Tiro del
Fedón:
Simmias:
"En que podría decirse lo mismo de la armonía de una lira, de la lira misma y de sus cuerdas: que la armonía de la lira es algo invisible, inmaterial, bello y divino; que la lira y sus cuerdas son cuerpos, materia, cuerpos compuestos, terrestres y de naturaleza mortal. Y si hiciera pedazos la lira o rompiera sus cuerdas, ¿no habría quizá alguien que con razonamientos parecidos a los tuyos pudiera sostener que es preciso que esta armonía subsista y no perezca? Porque es imposible que una vez rotas sus cuerdas pueda subsistir la lira, y que las cuerdas, que son cosas mortales, subsistan después de la rotura de la lira, y que la armonía, que es de la misma naturaleza que el ser inmortal y divino, perezca antes que lo que es mortal y terrestre; pero es absolutamente necesario, diríase, que la armonía exista en alguna parte y que el cuerpo de la lira y las cuerdas se corrompan y perezcan enteramente antes de que aquélla sufra la menor lesión."
[...]
Sócrates:
"Es lo que Homero ha expresado tan bien en la Odisea cuando dice que Ulises, «golpeándose el pecho, reprendió con estas palabras a su corazón: soporta esto, corazón mío; cosas más duras soportaste ya». ¿Crees que Homero habría dicho esto si hubiera pensado que el alma es una armonía que debe estar regida por las pasiones del cuerpo? ¿Y no crees más bien que pensó en que el alma debe guiarlas y dominarlas y que es de naturaleza más divina que la armonía?
¡Sí, por Júpiter, lo creo!
Y, por consiguiente, mi querido Simmias, replicó Sócrates, no podemos decir nunca, con la menor apariencia de razón, que el alma es una especie de armonía, porque no estaríamos nunca de acuerdo, me parece, ni con Homero el divino poeta, ni con nosotros mismos.
Simmias convino en ello.
Me parece, añadió Sócrates, que hemos suavizado bastante bien esta armonía tebana; pero, Cebes, ¿cómo haríamos para calmar a este Cadmos21. ¿De qué discurso nos serviremos?
Tú lo encontrarás, Sócrates, respondió Cebes. Éste que has empleado para combatir la armonía me ha impresionado más de lo que esperaba, porque mientras Simmias te exponía sus dudas consideraba imposible que nadie pudiera refutarlas, y desde el principio me asombré cuando vi que ni siquiera pudo resistir a tu primer ataque; después de esto, no me extrañaría nada que Cadmos corra igual suerte".