Este fue el primer disco de jazz que compré con conocimiento de causa, es decir, consciente de su necesidad y de su importancia, y como al principio de un largo camino de iniciación. (Por desgracia, no seguí profundizando la vía iniciada.)
Lo curioso es que llegué a él por "Money Jungle" y me quedé, claro, por "Caravan":
Y, hablando de "Caravan", tengo pendiente revisitar Whiplash (2014). Aún recuerdo la mezcla de fascinación y arrebato con la que salí de la sala de cine.
...Y hablando de arrebatos, todavía recuerdo lo impactadísimos que salimos mi noviete de entonces y yo después de ver Shine. Estuvimos conmovidos un verano entero. En mi caso, no sé si tanto por la intensa relación de David con la música (no sabes dónde empieza uno y donde acaba el otro: son como todo-en-uno); o por la terrible relación con su padre. Demoledora .
Todavía conservo el disco que nos compramos del concierto número 3 de Rachmaninov. En la mitad de la noche nos lo poníamos e intentábamos elevarnos como David lo hacía. No lo conseguimos, ni siquiera con la ayuda de varios porritos. No hubo manera (y eso que lo intentamos varias veces ). Carecíamos de esa sensibilidad... Os dejo con una escena:
Ayer escuchaba sobre Beethoven y la posibilidad de pensar en música. Recuerdo aquello que escribí sobre que lo mismo era pensar que hablar y ahora voy y me desdigo, porque, no podría ser la música una suerte de Filosofía sin concepto?
De Beethoven decían que cambió la forma de escuchar de sus auditores,que logró despertar en ellos vivas emociones, deseos de libertad, que tocó sensibilidades, llegándoles dentro sin intermediación de las palabras, transmitiendo ideas sin conceptos.
Esto me recuerda una anécdota que cuanta Finnegan en uno de los textos de ASCI, el de la música... Lo he visto en otros sitios atribuido a diferentes músicos. No tengo el texto a mano, pero era algo así... Un compositor interpreta una pieza preciosa al piano, y el público se deshace en aplausos. Un espectador le pregunta "¿qué significa esta pieza, qué quiere decir?". El compositor piensa un poco, se vuelve a sentar al piano, y responde volviendo a tocar exactamente la misma música. ¿Hay en la música algo incapaz de expresarse con palabras, algo más allá de lo traducible a lenguaje hablado? ¿Qué opinaría Wittgenstein de esto? De lo que no se puede hablar, mejor callar ¿y tararearlo?
Y, hablando de "Caravan", tengo pendiente revisitar Whiplash (2014). Aún recuerdo la mezcla de fascinación y arrebato con la que salí de la sala de cine.
No sé muy bien el motivo, pero la situación que estamos viviendo me trae el recuerdo de esta escena de Dersu Uzala. Quizás porque espero que cuando pase nuestra tempestad viral (y lo que conllevará) luzca nuevamente el sol. Quizás por el sentimiento de aislamiento y la necesidad de colaborar en las necesidades primordiales. Quizás por el trabajo extenuante, contrarreloj y arriesgado de tantos profesionales.
Fragmento que incluye como Dersu y el capitán construyen un refugio improvisado para pasar la noche perdidos en el lago helado (lo siento, la calidad es muy mala)
Última Edición: 29 Mar 2020 18:56 por Marcoaurelio.
Hola.
Seguro que no es una metodología correcta; y dudo mucho que sea efectiva. Sin embargo, se ven excesos autoritarios en algunos conservatorios, y esta actitud, aunque no creo que sea habitual, sí se da en algunos docentes o entrenadores, sobre todo, de aquellas disciplinas que exigen llevar una habilidad al máximo: danza, gimnasia, patinaje artístico, ballet...
La letra con sangre entra suele decirse.
Goya tiene un óleo titutulado precisamente así, que es una crítica al sistema educativo de la época (se puede visitar en el Museo de Zaragoza).
Lapidario:
Esto me recuerda una anécdota que cuanta Finnegan en uno de los textos de ASCI, el de la música... Lo he visto en otros sitios atribuido a diferentes músicos. No tengo el texto a mano, pero era algo así... Un compositor interpreta una pieza preciosa al piano, y el público se deshace en aplausos. Un espectador le pregunta "¿qué significa esta pieza, qué quiere decir?". El compositor piensa un poco, se vuelve a sentar al piano, y responde volviendo a tocar exactamente la misma música. ¿Hay en la música algo incapaz de expresarse con palabras, algo más allá de lo traducible a lenguaje hablado? ¿Qué opinaría Wittgenstein de esto? De lo que no se puede hablar, mejor callar ¿y tararearlo?
Hegel nos diría que con la música, el arte espiritual absorbe totalmente la materia, que la música es el arte romántico por excelencia, el arte del tiempo, el que lleva al máximo la subjetividad, tanto hacia el interior como hacia afuera, superando espacio y materia pues esta última tiembla, siendo el resultado de ese temblor vibratorio, el sonido, el material de la música, pero, amigo, el sonido es todavía lo sensible, se encuentra dentro de la intuición sensible, es finita y no puede adueñarse de lo infinito, no es siquiera representación, ese modo más alto de conciencia, pensamiento representativo, paso previo a la Filosofía que es el pensamiento elevado a concepto puro... Pero no vamos a dejar que Hegel nos chafe la reflexión, tampoco Gadamer cuando expresa que todo pensar es un decirse, ni Wittgenstein. No se puede encorsetar en un concepto ni expresar con palabras lo que estalla en nosotros cuando escuchamos esto.
Hola.
Seguro que no es una metodología correcta; y dudo mucho que sea efectiva. Sin embargo, se ven excesos autoritarios en algunos conservatorios, y esta actitud, aunque no creo que sea habitual, sí se da en algunos docentes o entrenadores, sobre todo, de aquellas disciplinas que exigen llevar una habilidad al máximo: danza, gimnasia, patinaje artístico, ballet...
La letra con sangre entra suele decirse.
Goya tiene un óleo titutulado precisamente así, que es una crítica al sistema educativo de la época (se puede visitar en el Museo de Zaragoza).
Un saludo.
Sin embargo, tanto Mozart como Beethoven (y tantos otros), que a todos nos gustan y con todo lo que significan históricamente, se educaron de esa misma manera: bajo la exigencia paternal desde muy temprana edad, con violencia, con sacrificio, y sin posibilidad de elegir.
Si pudierais entrar en ello, como si de un Dios se tratase, ¿cambiarías sus vidas, esa educación, (la de Mozart y Beethoven de niños) aunque como consecuencia se siguiera que no existieran sus obras musicales?