Hola a todos.
Coincido con lo que se ha dicho. Mi aporte iría en la siguiente dirección.
Cuando estudiamos para aprobar es visible como los contenidos aparecen como cosas yuxtapuestas: presocráticos, sofistas, Platón, ..., Russell, etc. Quiero decir, que los propios contenidos (el plan de estudios) no expresan ni un orden ni una jerarquía internas dentro del conjunto de la filosofía más que el meramente yuxtapositivo de un continuo de contenidos, lo cual es congruente con que el orden del plan de estudios sea histórico, aunque neutralmente histórico, es decir, que de hecho no se pretende privilegiar lo antiguo por antiguo ni lo contemporáneo por la misma razón. Esto parece natural, si bien el hecho de que lo contrario también pudiera parecernos obvio resquebraja dicha naturalidad (el que sí se pudiera privilegiar). Porque bien podría plantearse el plan de estudios no en orden cronológico, sino según el orden en que dicha cronología es construida. Con esto no me refiero tanto al asunto más o menos erudito o documental de si un filósofo va antes o después de otro o de si pertenece a este período o a esta escuela, como al asunto de que, lo que Platón dijo o no dijo (= el sentido de lo que Platón escribió), llega a nosotros través de numerosas mediaciones. No me importa tanto el asunto material de dicha mediación, a saber, el que lo que es directamente texto platónico sea muy poco, y que haya sido escrito en letra uncial (mayúscula sin alternativa de minúscula, que introducen los eruditos bizantinos), sin espacios entre palabras y sin todo el aparato gráfico de los filólogos alejandrinos (acentos, espíritus, etc.; figurémonos la dificultad de entender ese griego, que no es ni de lejos nuestro griego clásico canónico), como el hecho de que el sentido de lo dicho por Platón sea una construcción que es en sí misma parte de la historia de la filosofía. A mí lo que me gustaría ver en un plan de estudios es que este solapamiento entre historia de la filosofía e historia de la interpretación de cada filosofía fuera evitado o hubiera interés por darle nitidez a la distinción en cuestión.
El problema, digo, está en la construcción referida al sentido de lo dicho, y, en cuanto a esto, nosotros, estudiantes de este siglo, gozamos de cierta ventaja. Nunca como antes hubo tanta conciencia de ser la nuestra una época aparte. Me basta con tomar consciencia de que, si Descartes invocó ya la ruptura con la escolástica hace tanto tiempo, y de ello da prueba su filosofía declarativamente enfrentada a Aristóteles (recuerdo a este respecto "Las reglas para la dirección del espíritu"), nosotros somos el giro de rosca que puede decirle a Descartes lo siguiente: no, eso no era Aristóteles, era la recepción de Aristóteles. Si nosotros podemos hacer esto es precisamente porque podemos observar el hecho de cómo en la recepción el texto se enajena (y también por ello podemos distinguir un Renacimiento, por ejemplo); nosotros no somos grecorromanos porque eso, sabemos, es una herencia recibida; pero el mundo sí fue grecorromano en un sentido de continuo que oscureció autenticidad y sentido.
En relación a lo dicho, excita mis pasiones pensar si nosotros pudiéramos jugar la carta de la radicalidad en este campo, estudiando de la siguiente manera. Aceptemos que para Descartes Aristóteles fuese (su filosofía, sus problemas) en cierta medida obvios a su cultura, obvios a sus inquietudes, a su pensamiento, etc., dado el continuo al que me refería de natural pertenencia a un mismo suelo grecolatino. Pero nosotros, que entendemos, aunque sea intuitivamente (a fuerza de graves ilustraciones históricas) la diferencia entre lo que fue y lo que somos, ¿no sería mejor parar mientes en qué clase de problema se plantea en Platón que tiene tal fuerza que pueda interpelar incluso a quienes ya no son grecolatinos, sino en el mejor de los casos conscientes receptores de algo distinto, por principio, de ellos mismos? Y esta distinción la ejemplifico en esa sanísima conciencia nuestra, que aplaudo aflore cada vez con más fuerza, de que nuestros estados no son la polis griega ni la polis un estado moderno; de que nuestro mercado global no es el mercado antiguo en el que ocasionalmente entran nuevas mercancías, sino uno en el que por principio todo es ya mercancía siendo que el poder público se las ve, en medio del problema, en tener que restringir el comercio de esto o aquello, etc. Porque no vale con decir que la filosofía de Platón sea del campo de la ontología o de la epistemología para cerrar, en subasta, su valor; sería preciso y del todo conveniente estudiarlo a la luz de su transmisión, con clara conciencia del problema ¿por qué demonios Platón y Aristóteles y...?
La filosofía en la que nos movemos, sea uno analítico o existencial (por reducirlo a la famosa polémica del siglo pasado), reprueba casi de igual manera noción tal como la de ser; una cosa es que Heidegger se atreva a hablar de ello desde un inicio y sin complejos y que otro como Wittgenstein lo haga casi a regañadientes, pero otra muy distinta es que haya en el fondo una posición realmente distinta y enfrentada en cuanto al ser (los distingos netos en esta polémica se me antojan sustancialmente pobres). Nuestro tiempo no soporta tal idea, y creo que nos convierte en unos fatuos el poder referir cosas de Platón relativas al ser cuando, de hecho, tal idea sufre hoy tales merecidos ataques, los cuales, estos sí, definen quienes somos, definen la estructura de nuestro pensamiento, porque, ¿qué valor se le pude sacar a Platón si Platón habla del ser y el ser es una noción extinta en lógica contemporánea y en las ciencias en general (instrumentos con los que nuestro conocimiento avanza realmente), cuyo armazón discursivo es aquella, tanto como reducida a, literalmente, nada, en la fenomenología, hermenéutica, etc., destrucción practicada en su seno con más consciencia de la que los detractores de estas corrientes creen? Y no me valdría con decir que es por saber qué pensó un señor hace muchos siglos; pues señores hubo muchos y siglos también. Me gustaría que el estudio de Platón fuese el enfrentamiento consciente entre receptores y objeto recibido, cacarear sus "doctrinas", permitidme el ex abrupto, me parece ridículo.
Saludos.