Lo primero que me pregunto en esta cuestión es entender si el azar, lo aleatorio, lo estocástico o la casualidad, como denominaciones, representan lo mismo, o si se pueden emplear para distintos significados del límite a las constantes de la coherencia que se barrunta en lo caótico.
Una cosa son las formas y cadencias de estructuración en sistemas cerrados o sujetos a cierta discriminación metodológica, y otra la recombinación abierta que desde elementos simples adquieren el potencial necesario para modificar los grandes patrones del orden epistemológico establecido.
Me planteo también si nuestra facultad de conocimiento, o mejor, nuestra forma de adquirir conocimiento que ha logrado (afortunadamente) hacerse experimental, desarrollará la capacidad congénita o al menos cultural para interiorizar los sucesos, en continuidad, de lo complejo; es decir, de aquello que deviene de la "posibilidad diferencial". Este concepto, desde mi consideración, puede estar en la base de las relaciones "interpoiésicas"; o sea, en todos los sucesos de la biología, de la física y del pensamiento, que partiendo desde esa simple "posibilidad diferencial" se recombinan para seguir desarrollando las propias pautas "interpoiésicas"; pienso en átomos, bases nitrogenadas, células nerviosas, proteínas, bits de información, funciones recursivas; así como en ecosistemas, sociedades, etc...
También quiero añadir a los ejemplos anteriores la abstracción matemática del número 1 o unidad, con todas sus irradiaciones, y más concretamente con los convencionalismos para analizar la cuestión del todo y las partes.
El siguiente inicio de reflexión que me sobreviene es diferenciar al ser humano como ente ontológico, del individuo como suceso de complejidad, para interesarme más por lo último.

Siguiendo a Aristoteles todo ser en acto es precedido por otro, llegando a ser por su potencia. Dicho esto los actos predecesores tienen un sentido dentro del acto presente, el problemas estriba en nuestra perspectiva para llegar a comprender todos los actos asociados.
Por esto la cuestión del azar me parece un concepto muy vago, asociado a no querer buscar en la medida de lo posible el agente causante.

Por avivar un poco el rescoldo del azar, se me ocurre pensar que la aleatoriedad puede ser la forma racional que toma la incapacidad de conseguir un conocimiento absoluto, principalmente porque tal omnisciencia resulta un absurdo en el ente que sea, esta condición marca nuestra naturaleza de individualidades limitadas; aunque potencialmente ilimitables. Es por eso, que se puede abordar la sustantividad del "Ser" propioceptivo de la conciencia, afín al predicado que cada perspectiva de inferencia sugiera, sin agotar sus posibilidades, debido a la frustrante paradoja que se establece entre esa limitación existencial y su ilimitabilidad reflexiva. La imposibilidad de un determinismo absoluto es la prueba de la ilimatibilidad gnoseológica o epistémica.
Desde esta proyección tan amplia puedo vaciarme del "Ser" ontológicamente identitario, para asumir como ejercicio de conjetura su descomposición en el análisis de la idea de "Complejidad", término lingüístico del que es necesario desarrollar su conceptualización para luego avanzar en su crítica (estudio y análisis).
Una manera de representar metafóricamente la relación entre el "Ser" y la "Complejidad", a falta de una explicación más intensa de esta última, puede ser argumentando que el "Ser" o "Suceso" es una forma coyuntural que adquiere la "Complejidad" para pensarse a sí misma, de igual manera que puedo aceptar que, p. ej. , un perro es una manera en que la "Complejidad" se expresa. Lo cual significa que esta idea nombrada no está relacionada con el principio del "Gran diseño" sea este del origen que sea, sino más bien tiene correlación con la posibilidad de "Diferencialidad" del "Suceso".

Considerando que siempre conviene revisar lo afirmado, bien para ampliar lo supuesto o bien tratando de encontrar los sumideros por donde lo mantenido se escapa, recupero la frase del comentario anterior que dice: << el "Ser o "Suceso" es una forma coyuntural que adquiere la "Complejidad" para pensarse a sí misma >>.
Como todo aforismo-metáfora, resulta ser una síntesis que pretende en pocas palabras reflejar un pensamiento más extenso, conformándose en la mayoría de las ocasiones con la vaguedad de su enunciado, por lo tanto, muy necesitado de los distintos análisis que lleven por esa extensión de dudas y preguntas razonables que genera la dialéctica crítica; evitando de paso gustarse en exceso. No obstante, en la paremia hay un matiz que le da un carácter importante de provisionalidad, pues quiere indicar la posibilidad de que el "Ser" como "Suceso" de "Complejidad" puede ser algo no central, distinto de las versiones fuerte y débil del antropocentrismo; inmediatamente derivables en centroclasismo social, religioso, económico, cultural, racial, etc..., hijuelas todas del instinto humano de dominancia.
Al margen de este pathos, lo que se quiere relativizar en la frase anterior incide principalmente sobre esa forma de abstracción reflexiva y su pragmatismo epistémico que es la inteligencia, no su entorno.
En cuanto a las preguntas, la primera que surge está ya contenida en la misma afirmación del apotegma; se refiere a la relación que puede existir entre "Complejidad" y voluntad.
Si a eso que se da en nombrar como "Complejidad" se le atribuye una direccionalidad volitiva, su reflexión deberá pasar necesariamente por la discriminatoria teleológica de la idea pragmática del "Gran diseño" o la creencia cosmogónica del "Gran creador".
Con esta expectativa se recrea una visión del universo en la que todo está sujeto a las pautas existenciales con las que la experiencia del individuo resuelve sus aporías, trazadas unas veces con la forma básica de la "Diferencialidad", me refiero a la bifurcación dualista que encuentra una expresión bastante mediática en la doctrina taoísta de la dinámica del mundo, basada en la existencia de la constante de simetría entre contrarios (Yin y yang).
Otras con el bucle de cierta forma de predestinación cíclica y regular que adquiere la eternidad; en ese infinito de lo mismo o "Eterno retorno", se puede inscribir el máximo determinismo en el que las fuerzas y leyes universales tienen que temer poco sobre su falsación. Ante este ultimo supuesto la "Complejidad" se limita a lo complejo y la "Diferencialidad" a lo diferente.

Siguiendo con el hilo de esta madeja, se me ocurre pensar que no puedo dejar al "Ser" en un "ahí" ni inmediato, ni mediato; sino que me tengo que remitir a los sucesos continuos de "Complejidad" y "Diferencialidad"; conceptos cualitativos que cambian la naturaleza central del "Ser", resida este sustantivo en el individuo humano o - como decía antes - en un can.
Aunque reconozco que el individuo humano, en tanto que es ser esencial puede pensar en su destino ineludible como una finalidad transcendental, hermética y última, que es morir con tal identidad para participar del tiempo absoluto, que en unos casos es representado por la eternidad y en otros por la nada. Tanto en un supuesto como en el otro es el tiempo absoluto, el tiempo único del instinto vital el modulador de cualquier experiencia ya dada que se presente, sea esta psicagogia mística o psicosomatismo agnóstico.
Atomizándose como "Suceso" en continuidad, el individuo que subscribe esto puede buscar intelectivamente el abandono del requisito teleológico del tiempo absoluto en su decisión de voluntad; es decir, preguntar sin orden de finalidad deshaciendo el sentido universal de su tiempo, generando en los "instantes" sobrevenidos de su pensamiento nuevas posibilidades de diferenciación, de salto diferencial como "Complejidad"; en fin, apreciar en su misma forma de introspección las derivadas para evitar la salida por el masivo vomitorio aceptado del "Ser-ontos"; después de todo, poder reflexionar en la paradoja de la propia muerte me parece la demostración de ello.

pero no es que dejes el "ser" en un "ahí", es que el ser ES ahí, o sea yo SOY en el mismo momento en el que tecleo "palabra" o "pato" etc. etc.; estar aquí escribiendo, pensando, respirando. No es inmediato, es eterno, es como tirarse de un acantilado y no parar de caer, estar cayendo eternamente hasta el momento de tu muerte (te estrellas jaja); pero siempre habrá un humano cayendo (alguien vivo, se supone -a corto plazo-), por eso es eterno en la medida del ser humano actual.

Sobre el tiempo: el tiempo es cambiante, una magnitud; nosotros en la Tierra lo calculamos de una manera, pero a niveles estelares se contrae o se solapa, se estira e incluso desaparece ("momentos" de horizonte de sucesos en agujeros negros etc. etc.). Es complicadete el asunto desde esa perspectiva porque sí se puede "viajar en el tiempo" por ejemplo, sí al futuro pero nunca al pasao.

Aparte, El "ser" del azar (si lo vemos como "causa") se llama entropía; eso ya está estudiado y visto para sentencia. Teoría del caos se llama xDDD

La teoría del caos a muy grandes rasgos si no me equivoco habla de un determinismo no lineal, que pasa por procesos en apariencia caóticos pero que desembocan en esa entropía la cual determina las manifestaciones de todo cuanto vemos. La pregunta es... ¿Qué mueve esos hilos de la teoría del caos?, por que observando la propia entropía si tiramos un montón de palillos al aire al caer no van a formar la figura de la Torre Eiffel.

O sí. Posibilidades las hay -según porcentajes-.

jcruz6 escribió:
Esos hilos los mueve la segunda ley de la Termodinámica: el calor (energía) no fluye espontáneamente de un cuerpo frío a otro más caliente. Y sí al contrario, de manera que la energía tiende hacia un equilibrio térmico universal donde ya no habrá flujo y acabará el universo y con él el tiempo. En realidad la cantidad de energía será la misma, por la primera ley, pero ya inutilizable por el cosmos.

La entropía solo muestra en ese proceso la tendencia en cada presente del estado probabilístico más elevado. Tú, ahora, no te descompones porque tu estado entrópico actual muestra la disposición atómica más probable de tu ser. Lo mismo que la colocación de las partículas formando una nube y el estado del universo actual. Lo que vemos, lo que somos, lo que todo es, es solo la manifestación más probable de sus posibilidades. Y es obligado. No por ser probabilístico se puede dar una disposición particular "hacia atrás", y con ello viajar en el tiempo hacia el pasado. Viajar en el tiempo, de hecho, no es que sea posible, es que es obligado hacia el futuro por la entropía. Y el viaje, como un día subió en este video un compañero, y que vuelvo a traer, será así:



Saludos.

En ciertas creencias y religiones de carácter animista, ha existido y existe una forma de veneración llamada "orogelatría"; es decir, el culto directo a ciertas formaciones geológicas. En concreto me refiero al que se da a los montes y montañas como morada de dioses o almas inmortales.
Efectivamente esta circunstancia, para sus prosélitos, puede ser una fe ceñida a una inmortalidad que nimbe de finalidad a su "Ser-ontos", su "Ser ahí, hechado al mundo", siendo posible interpretar esas doctrinas como cosmovisiones de eternidad.
Pero, por otro lado, también el que quiera puede imaginar e incluso describir a la montaña más sagrada que haya conocido, como un "instante" eventual en la escala geológica del tiempo. Es por eso, que no hace falta acudir al relativismo referencial que ocurre entre observadores en diferentes estados de movimiento, y que destroza el tiempo-espacio único, para sospechar de ese tiempo absoluto con sus inmediatas y mediatas limitaciones de autoproclamación.
Simplemente considerando un cabalgamiento alpino; por ejemplo, el de la placa africana sobre la euroasiática en el Monte Cervino, se puede visualizar a la montaña como una ola geológica cuyo "instante" presente abarca la historia de culturas e imperios enteros. Tiempo desmedido para la experiencia diaria del "Ser-ontos", basada esta principalmente en el tiempo absoluto de su innatismo biológico.
Sé que el mundo del fideísmo, para muchos, es compatible con el conocimiento científico y con el pensamiento crítico; una paradoja a considerar.