Gracias a ti. La verdad es que es un tema apasionante.
Coincido contigo en la perspectiva economicista, si me permites llamarla así. A veces olvidamos el fondo pragmático de los asuntos que, en cambio, suelen presentarse con cierta pátina trascendental. El historiador belga H. Pirenne maneja como tesis que una de las causas centrales de la ruralización europea tras la caída del Imperio romano fue el dominio marítimo del Mediterráneo por parte de los árabes musulmanes, que cortocircuitó el comercio. Independientemente de la relevancia explicativa del factor, lo que sí es cierto es que perspectivas así sugieren que fenómenos tales como las cruzadas tuvieran antes que nada un factor económico. Es difícil ponderar en la hermenéutica histórica los factores espirituales o intelectuales y los materiales o de mera utilidad en cuanto al puro y duro dominio. Porque, si bien es cierto que yo personalmente me sitúo en una hermenéutica economicista, jamás afirmaré, por ejemplo, que el protestantismo de Lutero, sus textos, fueron "para" lograr una identidad nacional alemana. De hecho, los textos de Lutero tendrán valor por sí mismos si y sólo si ellos no son para nada más que para demostrar cuanto se pretende en ellos. La utilización es accidental y no depende del fondo de la cuestión sino de la habilidad retórica para hacerlos valer en un contexto concreto de comunicación. Es decir, el "para" o la utilidad de los textos de Lutero, un tema tal como la concesión privada del perdón de Dios, por ejemplo, es algo que hoy en día improbablemente se pensará en hacer valer como argumento de nada del día a día político, si bien el texto mantiene en sí propio interés debido a su alcance autónomo, que es teológico y de implicaciones intelectuales diversas.
Volviendo al tema, asumo que pueda existir esa supremacía de la que hablas, pero pensemos que dicha supremacía es un asunto de mercado, es decir, que si los EEUU* o el cuerpo político que se quiera la tiene, no la tiene en base a cierto criterio definitivo que pretenda realizar, uno tenido por verdadero, como pueda ser la supremacía racial aria o la supremacía de la clase obrera, sino que el criterio procede del mercado. Y, ¿qué es el mercado? Un devenir de fenómenos económicos con lógicas autónomas que producen resultados imprevisibles (recordemos aquella crítica de la escuela austriaca respecto de la imposibilidad de la planificación económica). El mercado es aquello que define el criterio social cíclica y accidentalmente; la crisis es el momento en el que, precisamente, se discrimina qué vale y qué no vale, qué bien, qué saberes, qué sectores de la producción, etc., no son ya socialmente útiles y cuales sí o en qué términos.
El tipo de trascendentalismo o escatología que desaguó en las grandes guerras del siglo veinte, sí que permite en cambio una interpretación en el sentido de que tanto fascistas, como marxistas, etc., pretendían determinar a priori, fuera de las reglas del mercado, qué vale y qué no vale de manera definitiva, ¿una raza?, ¿una clase social? Lo que digo que hoy no hay es esa convicción de que pueda haber algún "afuera" en cuanto al mercado y por lo tanto una supremacía o superioridad absoluta en la dimensión misma de lo político, pues el mercado es hoy, ya claramente, lo supremo. Y supongo que dicha convicción no la hay porque las convicciones se arruinan, naturalmente, con el fracaso, y más aun con un fracaso rotundo, juzgado y condenado. Algo que hasta tiene sus monumentos entre nosotros: Auschwitz, las placas sobrevivientes del muro de Berlín que adornan la ciudad, etc.
Pero, entonces: ¿Qué son los nacionalismos, los racismos políticos, los estados teocráticos, etc., hoy en día? Si el cinismo del nazismo no era completamente transparente a sí mismo, si en ese punto aun era sostenible, hasta cierto límite, pensar que tal cosa tenía alguna base, creo que hoy en día sus análogos no son sino solo una parte más del arsenal retórico disponible, armas completamente inútiles pero que el ingenio, por qué no, puede convertir en un momento dado (en un contexto comunicativo ad hoc) en el medio idóneo para conseguir algo ¿Qué literatura hay hoy en día que tenga algún viso de seriedad que defienda una forma de gobierno teocrática como la saudí?, ¿puede haber algo más que panfletos en cuanto a la defensa del neonazismo? No hay fuentes serias de eso (creo que no me equivoco mucho suponiendo que una de las primeras condiciones de un neonazi típico para creerse su negocio es negar el holocausto, o de un nacionalista decir que el suyo es "inclusivo"; lo cual es un ridículo). Lo que me lleva a pensar, junto con otras razones ya explicadas, que no hay una visión escatológica en lo subconsciente de la marea política contemporánea, lo cual tiene importantes consecuencias.
Hay mercado y tácticas políticas para situar a unos cuerpos u otros en posiciones de privilegio ante las crisis recurrentes. Aquí las fuentes sí son serias y la bibliografía infinita (la geopolítica es eso). Pero que en el fondo se trate de mercado implica precisamente (y ateniéndonos a lo estricto de los conceptos), que la supremacía como tal es un contrasentido porque no hay garantía metafísica o escatológica de ello, no hay perspectiva de ello. Europa y el mundo ya no va de eso esencialmente. Algo inaudito para una región que durante milenios acompasó sus prácticas políticas con las discusiones trascendentales más sofisticadas. Y, ya por cerrar, entiendo que esta situación implica la clase de conflictos a los que aludí en la entrada del post, sobre todo que sean de perfil medio-bajo y de tipo híbrido.
* de EEUU se podría decir que tiene una escatología humanista y que la pretende realizar en el mundo, de donde cierto presunto proyecto de supremacía, si bien es obvio que eso es sólo una retórica como cualquier otra, de donde precisamente el hecho de que EEUU no pueda ni perder ni ganar dicha supremacía, porque tal cosa nunca está en juego, ya no está en juego. EEUU es superior "meramente" económicamente desde la II guerra mundial por una coyuntura de mercado de guerra de la cual salió increíblemente beneficiado, entre otras cosas convirtiéndose su moneda en la divisa de referencia del sistema financiero internacional. El humanismo de los EEUU es cronológicamente posterior a su triunfo económico-político -es una evidencia histórica-, éste no motivó cuantas acciones lo convirtieron en un imperio contemporáneo, sino que eso fue una retórica creada al caso para extender su poder sobre el globo, inexistente antes e inexistente hoy en día (¿muerta con Obama? Veremos). Con el fascismo y esa clase de convicciones es al revés o no es. EEUU, la OTAN, etc., solo son accidentalmente superiores. La fuerza del accidente y de la coyuntura en virtud de la cual esto es así, junto con el carácter no supremacista de la política en general, sino de mera competencia (que no desacredita el juego sucio), es la magia de cada posición política contemporánea y creo que lo será para los restos.
Un saludo y gracias de nuevo por entrar al debate.