Xna escribió:
Yo no excluiría el entorno islámico. Estaba traído con toda la intención. Practican “discursos de odio” y generan una violencia que va más allá de nuestra comprensión. Pero es el mismo “discurso de odio”. No aprecio el mismo apego emocional a la defensa de los derechos humanos por parte de la sociedad que a la de los rasgos identitarios en un discurso nacionalista. Este último es reduccionista y excluyente. Entiendo que el ejercicio crítico que planteas es la determinación del fin. Es posible que determinados grupos de poder se amparen en esos “discursos buenistas” para alcanzar el mismo telos que aquellos que promueven “un discurso de odio”, hacerse con las instituciones para manejar conforme a sus intereses. Que el fin pueda ser el mismo no iguala los medios empleados. Tampoco acotaría el “discurso de odio” a los intereses meramente políticos. Los tienes en muchos otros ámbitos. El odio se cultiva. Uno no nace odiando a los negros o a las lesbianas. La violencia que genera tampoco es espontánea. Se trabaja. El caldo de cultivo son situaciones colectivas de pérdida de derechos, falta de creencia en las instituciones, precariedad… El odio que estamos preparando va permitir que aquellos que lo sientan no vean en el receptor de este afecto a ningún ser humano. Es preciso modelar esa mirada para que cuando se patee a un chaval homosexual o se zarandee un autobús de inmigrantes, no se distinga la angustia y el miedo de un ser humano, porque yo no estoy atacando a un individuo, estoy atacando una imagen distorsionada de un grupo o colectivo. Un islamista que persigue con un machete a un grupo de personas por una calle del Londres no está viendo a seres humanos asustados. Y ese odio se vierte sobre seres indefensos a los que etiquetamos de pervertidos, peligrosos, abusadores, sólo por compartir una serie de rasgos a los que asociamos esos aspectos. En un campo de fútbol lo asociamos a colores. Tú llevas tales colores tú serás apuñalado por eso en la puerta 7 o lanzado al río tras una persecución con bates. Hay todo un proceso de elaboración de esas asociaciones, de patrones y responden a un pensamiento reduccionista y abreviado. Algunos esquemas son históricos. Yo tengo una imagen desde niño de los negros o de los pobres y cuando veo a uno de ellos en la calle siento el peligro, también con la de un gitano, con la de un moro, con la de los maricones… Y además les atribuyo los peores comportamientos, son violadores, ladrones, sucios, pederastas…¿Qué está viendo un policía norteamericano cuando aprieta con la rodilla la garganta del delincuente?, ¿qué oye cuando éste dice que no puede respirar? Así actúa el ISIS, también la ultraderecha, se busca la homogeneización, la in-diferencia, la pertenencia a una conglomerado comunitario. ¿Por qué mis valores culturales no tiene el mismo estatus que los tuyos? ¿Por qué no puedo decir que Occidente contamina nuestra civilización y debo rechazarlos con violencia? ¿Por qué una lucha de valores culturales? Creamos odio, violencia entre gentes que conviven y evitamos mirar hacia arriba, donde todo sigue igual y nada ocurre, los mismos patrones económicos que nos precarizan se mantienen. Solo se nos azuza a unos contra otros. En las sociedad sometidas a tiranías estas jerarquías se crean en la base, el hetero vs el homosexual, el nacional vs el extranjero, el hombre vs la mujer, la mujer vs hijos, empleadas…garantizas una base jerarquizada que acepta la jerarquía de arriba. El que emite esos discursos puede aparecer como un patán, un indocumentado, alguien desmontable, pero su semilla de odio ya está calando, el triunfo está garantizado. Es posible que entre el “discurso buenista” que practican algunos y el “discurso del odio” se estén compartiendo el mismo objetivo de acceso al poder, pero reconocer los derechos LGTBI+, la igualdad de género, la libertad de religión, los derechos de inmigrantes y extranjeros, no creo que genere patrones que hagan insufrible la convivencia. Por eso entre un “discurso buenista” y uno “de odio” media un abismo.
Aplaudo tu exposición Xna.
El discurso de odio no lo genera un sólo partido político, el odio se va entrelazando en el día a día de nuestra sociedad, se nos permite protestar por lo que es diferente a nosotros como generalidad. Nosotros, un grueso de personas con unas características occidentales determinadas, podemos criticar abiertamente lo negro, lo gitano, lo musulmán, al gay, al gordo, al viejo, a la mujer que es una histérica y no cumple con el canon de parecerse al hombre, al disminuido físico o psíquico.... y como la media somos clase media, también se nos permite criticar al pobre, porque no ha sido capaz de pelearse el futuro. ¿Y al final qué queda?, quedamos nosotros, el grupo social que disfruta de una cierta comodidad y al que molesta que se le saque de su rutina y su normalidad. Pero esto no nos viene de la nada, esto se aprende, se construye en nuestra familia, en la escuela, donde se nos enseña que hay que proteger al diferente porque el diferente necesita protección, pero una protección con condescendencia, porque al fin al cabo no son como soy yo, ellos son diferentes, y por eso, más tarde o más temprano nos podemos encontrar defendiendo nuestros propios intereses contra esos que no se han sabido adaptar.
Lo delicado del asunto es que si a un chaval se le ataca y acaba muriendo al grito de "como me grabes te mato, maricón", saldrán, saldremos muchos a defender al mundo homosexual porque tiene el mismo derecho que "nosotros" a vivir tranquilamente. Y a su vez, saldrán políticos de un lado y de otro a defender o atacar al colectivo en cuestión, sin tener en cuenta a la persona. Por eso, entiendo perfectamente al padre del chico gallego al que han matado; este padre pide que su hijo no se convierta en un símbolo político, pide que se le recuerde como lo que fue en vida, un sanitario que ayudaba a la gente. Y lo entiendo perfectamente. Él no representaba ningún símbolo, ninguna bandera. Algún día seremos capaces de entender que si no respetamos al ser humano (al animal, a la naturaleza), no podremos avanzar. Tenemos que ser capaces de entender al otro, a lo otro, ninguna guerra es justa, ninguna. Y luego, si eso, vendrá lo demás.