Xna escribió:
No era mi intención sugerir que haya movimientos semejantes al ISIS en Occidente, mi pretensión al traerlos es mostrar como su violencia, del todo incomprensible para nuestra racionalidad, está fundamentada en discursos de odio y generan violencia radical, pero tan irracional como un tiro en la nuca o una bomba en una clínica abortista. La mayor parte de sus atentados son contra musulmanes por su contaminación por la “ideología occidental”. Nadie nace odiando a occidente. Se dan circunstancias propicias: guerra, hambre, dolor…, se identifica al enemigo y se trabaja el odio con una finalidad muy clara de poder y dominación, basándose en ideas de homogeneización, reducción y exclusión. Si consideras que el odio no se cultiva, si piensas que forma parte del ser humano y de su carácter gregario, entiendo que aprecies que, por querer alcanzar los mismos fines: poder, control…, existe una equivalencia entre un “discurso buenista” y otro “de odio”. Yo puedo odiar a mi vecina por cualquier cosa, o a mi expareja, el odio es una pasión. Odiar a un colectivo se cocina a fuego lento. La violencia ejercida sobre ellos se diseña, con intereses claros y sobre un contexto de preocupación, miedo, insatisfacción, malestar… Por eso, pese a que quien los promueva tengan los mismos intereses, no se pueden meter en el mismo saco. El discurso de odio tiene su extensión en el día a día, en la convivencia social. De ahí la imprudencia o el dolo de quienes lo vocean. Igualándolos a los discursos buenistas estamos invisibilizando la enorme repercusión social que pueden tener, el efecto devastador sobre personas indefensas y los tremendos problemas para la convivencia pacífica. Yo desde un púlpito o desde mi atalaya pudo decir no sé qué y quedarme tan ancha, pero vivimos con gente, en el mundo e influimos en él.
Gracias Xna por la aclaración sobre el ejemplo del ISIS, ahora entiendo a qué te referías. Y, por evitar más equívocos, me gustaría preguntarte acerca de esta frase:
La mayor parte de sus atentados son contra musulmanes por su contaminación por la “ideología occidental”. No acabo de ver a qué te refieres.
Por lo demás, la comparación y equivalencia entre el discurso de odio y el buenista es que ambos, a mi parecer, generan igualmente un odio manifiesto generalmente en crispación e intolerancia frente al que piensa diferente. Un discurso buenista no es todo aquel que proclame la protección del medio ambiente o la igualdad del hombre y la mujer ante la ley y más allá de la ley, sino el que lo hace en apariencia, sea consciente o no, sin dar razones para ello y sin vertebrar sus ideas más allá de un discurso que apele a la emotividad inmediata de un entusiasmo intenso y fugaz. Se caracteriza por ser una moralina tradicional maquillada de modernidad y en su origen sirve a fines poco éticos. Por ser concretos, no creo ser el único que se ha visto señalado como enemigo simplemente por hacer una crítica o apuntar incoherencias, cosa que hace ya tiempo aprendí a hacer desapasionada y educadamente, presentando argumentos en algún momento propicio de la conversación y, de hecho, con cierta expectación por encontrarme otros más sólidos que me hagan cambiar de opinión y renovarme. Afortunadamente, como decía al principio del hilo, soy "chavesnogalista", y eso me permite disfrutar por partida doble: me caen palos por ambos lados. Lo normal, y prefiero seguir siendo concreto, es referirse a un votante de Podemos o de Vox (por abarcar todo el espectro, pero puede nomrbarse cualquier partido) con idéntico desprecio. Lo mismo cabe decir sobre cuestiones nada claras como el aborto o la inmigración, problemas que por su complejidad necesitan una matización continua y ser pensados y considerados con bastante cuidado. En este sentido, y sigo insistiendo en la concreción, el "sí a la vida" y el "soy dueña de mi cuerpo", por poner el ejemplo del aborto, como proclamas absolutas, que se presentan como una cuestión evidente, me parecen equivalentes, aunque uno sea tildado de discurso de odio y otro de buenista. Conste que yo soy partidario de que el aborto sea reconocido por la ley, pero no soy ajeno a los problemas que plantea, albergo dudas que me parecen razonables y me planteo a menudo si no estaré equivocándome y si algún día se podrá dar una respuesta satisfactoria sin que signifique lo que signifique para nosotros un ser humano salte por los aires, y entiendo perfectamente que haya gente que piense lo contrario porque tienen buenas razones para ello. Pero lo habitual no es reconocer que es muy difícil superar un problema así, que es tanto individual como social, y un tema apasionante como este acaba transformado en un espectáculo de acusaciones cruzadas donde unos llaman a los otros "asesinos" (discurso de odio, ataque) y los otros piden que los unos no les coarten su "libertad" (discurso buenista, víctima). Las diferencias son superficiales y ambos se equiparan en la simpleza populista cristalizada en la intolerancia y el rechazo a la conciencia diferente ante la carencia de poder abarcar la complejidad de tales asuntos.
Yo creo, y subrayo el "creo", que el odio tiene que ver más con lo que no se entiende, o la aceptación de los propios límites, que con lo que le cuentan a uno, y el mundo de hoy es un mundo muy difícil de entender. Comparto que se cultiva y se alimenta, pero acostumbra a enmascararse, a moverse sibilinamente, a disfrazarse de bondad con una máscara de justicia.