No hay mejor descubrimiento, por mejor asimilado, que el que uno realiza por necesidad al enfrentarse a una obra, sea la que sea.
Yo acabé de leer la Ilíada el año pasado, con 34 años, siendo algo que ya había intentando en varias ocasiones. En mi caso, la clave para una lectura satisfactoria, íntima, digamos, fue, aparte de la formación filosófica y todas las lecturas que cada cual lleva consigo, el haber leído previamente a Heródoto y a Tucídides. Gracias a haber leído a dos griegos hablando sobre sí, sobre sus propios hechos y a través de sus propios juicios, cuando retomé la Ilíada me sentí mucho más concernido por el espíritu de dicho pueblo que cuando sólo contaba con lecturas de filosofía. Y es que conocer Grecia sólo a través del género filosofía produce un efecto un tanto nocivo que yo mismo experimenté. Para empezar es fácil que uno crea que Grecia es Atenas. Segundo, uno cree que Grecia se entendió a sí misma fundamentalmente a través de la filosofía, y como la vocación universalizante del concepto diluye un tanto la genuina singularidad de la cultura griega, Grecia puede parecer ser nada precisamente por serlo todo. No es otra cosa lo que en el fondo admiramos de Grecia sino la proyección universal de sus formas, pero, como decía, dicho entendimiento distorsiona lo singular de ella, que es tanto más palmario cuanto más nos alejamos del período clásico, o sea, cuanto más nos acercamos a la Grecia del bronce, germen en cualquier caso de todo lo que sobrevino después.
Quiero decir, que aparte de la formación filosófica, la cual permite ver cosas tales como que los dioses no son "Dios" -pues Zeus no decide el destino de la guerra de Troya sino que ve en la balanza lo que ya esta decidido por cierto proyecto superior, etc.- tanto como otra serie de distinciones relevantes en cuanto a los conceptos, es singularmente importante el estar enterado de los hechos acuciantes de ese pueblo: la perenne amenaza persa, la importancia comercial en lo que tanto se distingue de la Roma antigua, etc., tratando de ir incluso desde lo que de hecho es una sociedad del bronce hasta la propia sociedad micénica.
Recuerdo cuando acabé de leerla que, hablando con mi padre, yo me referí a los héroes, Aquiles, Odiseo, etc., como "jefes de tribu". Esa era mi sincera impresión. Mi padre no entendió esa denominación pues su mente le llevaba a un campo semántico perteneciente, qué se yo, a una cultura prehistórica del Amazonas. Hay demasiado clasicismo en la comprensión inconsciente de Grecia y ello dificulta bastante el acercarse a la épica y, bien pensado, a las formas del propio periodo clásico.
Los libros de Aida Míguez son estupendos. Es discípula de Marzoa, su discurso es una aplicación de la filosofía de este, lo cual tiene implicaciones perversas. Autora muy recomendada a las filo hermeneutas que ahora debaten apasionadamente en el hilo sobre Heidegger. Edito y añado: efectivamente Míguez trata el fenómeno de la traducción, de hecho no hace otra cosa más que marcar, una y otra vez, la distancia entre los conceptos, que no hay "alma" en Grecia, ni dualidad "mente-cuerpo", ni "religión", etc., etc., sino otra cosa...
En cuanto a las ediciones, me permito suponer que cualquier grupo de profesionales que lidie con esta obra le dará, de buena fe, el mejor tratamiento del que sean capaces, pues existe mucha vocación editorial tras esta clase de trabajos, de modo que no manejaría terribles escrúpulos. Ahora bien, si uno quiere regalarse con un producto superior, recomiendo la edición de Abada bilingüe, jónico-español (que no griego clásico-español...).
Y no puedo evitar una nueva recomendación. A los que tengáis ahora en vuestra mira el empaparos de información sobre Grecia, tenéis que saber que se puede conocer un enorme trecho de su historia, de manera consecutiva, mediante la triada Heródoto-Tucídides-Jenofonte, siendo estos contemporáneos de la mayoría de los hechos descritos. La historia es contada uno tras otro continuando el punto en donde cerró el anterior autor. Abarca desde el germen y el florecimiento de Atenas (y de Grecia) hasta su derrota. Es un proyecto de lectura espectacular.
Un saludo.