Hola Anuska, al hilo de lo que decías y de lo que vengo leyendo, te dejo un par de apuntes interesantes. El primero es una reflexión de H.G.Gadamer acerca de si la filosofía debe ser una historia del concepto. Es un asunto peliagudo porque nos llevaría a pensar que la esencia de la filosofía pueda ser su conceptualidad. Gadamer dice que el lenguaje es la primera interpretación global del mundo y por eso nada puede sustituirlo. Aprender nuestra lengua materna ya es una asimilación y puesta en palabras del mundo, mira si no cómo se tiran los trastos unos y otros con las lenguas, es que se trata de cómo configuramos de entrada la realidad. Durante el Imperio romano, pueblo que se conquistaba, lo primerísimo, que aprendiera su lengua, entonces ya habían entrado en sus mentes y en su configuración de la realidad, gobernar las mentes ... Perdón, me he ido. El concepto ya no será el primer comienzo sino el seguir pensando en la lengua y en el mundo y en su interpretación tal y como nuestra lengua o la que estemos manejando nos ofrece. Así que el concepto comparte la vida del lenguaje
...Porque el lenguaje se olvida de sí mismo, sólo un esfuerzo "antinatural" que rompe el flujo del habla y lo paraliza de pronto parcialmente puede ofrecer una concienciación y la ilustración temática de una palabra y su significado. Verdad y Método II
Estamos en las palabras, en un chorro de comunicación constante. Es como bajar por un tubo de agua. Entonces nos detenemos en una de ellas, de la infinidad de palabras que formulamos. Bloqueamos ese flujo ahí, quietos, repite muchas veces,"azul", "azul", "azul"... la palabra deslumbrada, con todo el foco sobre ella no dice nada, a lo sumo nos mira y respira rápido. Es preciso olvidarla para volver a estar en ella. Para Gadamer, si detenemos el flujo de nuestra necesidad de comunicar y reflexionamos sobre esa palabra o palabras que empleo, "azul", "azul", "azul", "azules, "ojos azules", la continuación del habla queda frenada, congelada. En esa "penuria lingüística" parece ser que podemos alcanzar la plenitud de la reflexión, como le ocurrió a Gerard Vilar y su "sinéresis", porque lo que es a mí, a mí? a mí eso no me ocurre. Mis "ojos azules" no me llevarán a ninguna parte, o tal vez sí, a nunca más volver a olvidarme, (te lo prometo, rey).
Otro apunte, cuando T.Oñate nos explica en su tan protestado lenguaje "hermético/críptico/incomprensible/oracular/venga ya" la noética: la inteligencia que siente y comprende, la que piensa, la que escucha, percibe, re-une y re-transmite el sentido (que cosa-no-se-entiende de esto?) la que nos remite al placer del ámbito intensivo, nos dice que éste no es un ámbito irracional, sentimental sino supre-racional y a él llegamos tras currarse a conciencia los conceptos, los juicios, los argumentos. No se trata de romper nexos, aunque vaya que si los rompemos ahí en ese ámbito, sino que nos obliga a reconectar,a recontextualizar... redirigiendo...todo, otra vez, muchas, de diferentes maneras.