He leído un libro en catalán que me ha dado que pensar: "Permagel" (traducido como "Permafrost" en castellano). Veo que es el primer libro de una trilogía, y que es bastante popular: de hecho lo estaba leyendo hace un par de semanas en el bar del mercado y la camarera me preguntó si me estaba gustando, porque se lo habían recomendado. Hace poco estuvo en el centro de una pequeña polémica crítica, con opiniones a favor y en contra.
A mí me ha gustado mucho. Es una novela corta, sencilla y directa, con una protagonista que varios críticos encuentran repelente y antipática, pero que a mí me ha resultado intrigante y sincera consigo misma. Es una mujer lesbiana de unos cuarenta años, que ha estudiado Historia del Arte cuando querría haberse metido en Bellas Artes, y que está obsesionada con el suicidio y con el sexo. Casi todos los breves capítulos giran en torno a una de estas dos ideas: (a) ponerse lo más cerca posible del acto suicida y detenerlo con cualquier excusa (no se quiere tirar de un ático por si acaso aplasta a un gato de los que ve en el patio inferior), o (b) follar durante horas y horas, hasta la extenuación, con una serie inacabable de mujeres de las que huye cuando la relación se pone seria. De hecho, usa su impulso suicida como excusa para evitar el compromiso... En general la protagonista muestra una desconexión entre el mundo y su propio interior; está recubierta por una capa de permafrost que nada parece poder atravesar.
Las escenas de sexo son explícitas, abundantes y tórridas, sobre todo en la segunda mitad de la novela, que incluye una descripción muy curiosa de cómo descubrió la protagonista su atracción por las mujeres en la infancia. (La autora, por cierto, es también lesbiana). La forma en que la protagonista de "Permafrost" vive su sexualidad, sin embargo, está en el centro de la polémica crítica a la que me he referido antes... Es una sexualidad muy tradicionalmente "masculina", con muchas amantes, algo de objetización/fetichización y relativamente poca preocupación por su bienestar emocional. Alguna metáfora es directamente machirula, en plan "follamos toda la tarde como animales al límite de la extinción, si fuera un macho seguro que la hubiera dejado embarazada".
En fin, no sé. Es una crítica válida pero no me parece convincente: será porque he conocido lesbianas y bisexuales que follan más o menos como la prota, asalvajada y (glups) patriarcalmente, o porque no toda novela tiene por qué tener un sustrato explícitamente feminista. Además, la lejanía emocional de la protagonista con sus amantes está más relacionada con su permafrostismo general que con una visión patriarcal de la sexualidad. O tal vez ambas cosas sean distintos puntos de vista sobre un mismo fenómeno, qué sé yo.