Alma escribió:
Por otro lado, se plantea el papel de la mujer como pitonisa. La profe ha dado a entender que era un papel de segundo orden, ya que la pitonisa decía frases inconexas y eran los solicitantes, todos hombres, los que tenían que interpretar sus palabras. Pero a mí no me parece una función irrelevante el que el dios elija a una mujer para hablar a través de ella. Todo lo contrario, parecería una muestra de favorable distinción y prestigio.
Alma, creo que aquí se trata más bien de una ideología de dominación.
Para la mentalidad griega arcaico-clásica la divinidad (creo que siempre una masculina –no recuerdo el caso de una femenina–) otorgaba la mántica al humán sin distinción alguna entre hombres (así Calcante) o mujeres (como Casandra) pero el hecho de que sea precisamente en Delfos una mujer, la pitonisa, la encargada de transmitir la palabra del dios se trataría, a mi juicio, de una relación de servidumbre (lo que no sería extraño para el mundo griego de la época).
Me explico, en Delfos existía (hay datos arqueológicos) desde el período minoico-micénico un culto a la diosa Tierra y se piensa que hasta el topónimo podría derivar de
delphýs, el útero, con resonancias a la gruta matricial de la que emanaban los vapores con los que se dice que se intoxicaba la pitia y que al mismo tiempo era el cobijo de la serpiente
Phytón, hierofanía de lo sagrado maternal.
En el
Himno homérico al Apolo pítico se canta que el dios se enfrentó a la serpiente que guardaba el primitivo oráculo de la tierra y poseía el don de la profecía consiguiendo la victoria y alzándose como soberano del lugar por lo que los poderes mánticos (más bien, la capacidad de otorgarlos) les serían trasferidos. Nos encontraríamos ante un mito de ordenación del “caos” (la victoria sobre el monstruo acuoso-ctónico) y principalmente de soberanía.
Por esto creo que el hecho de que sea una mujer la que
sirva al dios para trasmitir su palabra se debe a un recordatorio de aquella victoria y dominación (que puede leerse desde una victoria de la religión del padre, la ley, sobre la de la madre del mismo modo que como una (supuesta) conquista de los pueblos indoeuropeos sobre los dravídicos –minoicos–). Por otro lado, el hecho de que sus palabras sean ininteligibles y que sean los hombres quienes las versifican, les dan medida, tal vez sea otra rememoración de la ordenación del caos.
Si a alguien le interesa el tema el libro de Hernández de la Fuente sobre
Oráculos griegos es muy recomendable y para quien no le apetezca leer pero si se vería una conferencia os dejo esta.
Un saludo y gracias por compartir los comentarios sobre el curso.
Edito: Trías diría que con la llegada a Delfos (¿o ya estaba?) de Dioniso, el Hijo, la religión del Padre y de la Madre se reconciliarían.