No creo que haya suicidios indignos, pero sí lamentables porque son precipitados (ahí Civit habla de la importancia de tenerlo claro) y el sujeto no le ha visto salida cuando sí la había. Ejemplo: sujeto que se suicida por problemas económicos, se ve en la ruina, no va a poder levantar cabeza... Y se sume en una visión constrictiva que le impide buscar alternativas (y luego es cuando intenta matarse y, como si fuera una película con final feliz, aparece un hermano con quien no se hablaba desde hacía años y le dice pero de qué vas, hombre, yo te presto el dinero y además conozco un empleo estupendo que te puede ir genial).
Otro ejemplo, y este real, Azucena Hernández, una actriz de los años 80 que quedó parapléjica tras accidente de tráfico. Salió en las revistas pidiendo la muerte (ella no podía matarse por su falta de movilidad). Pasado un tiempo, se adaptó a su nueva situación y vivió feliz. De haberse podido eutanasiar cuando lo pidió, no habría podido disfrutar de esa felicidad. Sampedro, por el contrario, nunca se adaptó.
Buenos días, gatita.