Siempre hace falta más de una versión de los hechos para formar una conclusión más o menos acertada.
Al igual que ocurre con la experimentación (fundamento empírico de todo método científico), aplicar idénticas variables no nos llevará a resultados que aporten un mayor grado de veracidad a nuestra hipótesis, tansólo a la repetición de un mismo proceso, sujeto a un conjunto muy concreto de límites e interrelaciones cuyo fin determinan.
Para llegar a desentrañar, lo buenamente que sea posible, algo de "verdad", o de "realidad de los hechos", se deben tratar de extrapolar a planos cada vez más genéricos --poner a prueba-- las premisas que sostienen la base de cualquier predicción o teoría, ya sea modificando o recalibrando las condiciones que rodean el hecho, suceso, o fenómeno, en sí objeto de estudio, sean éstas sospechosas, o no, de acontecer como meros accidentes ajenos al orden de su composición y desarrollo.
No olvidemos que la lógica es la única ciencia capaz de aportar el conjunto de normas y herramientas necesarias para ofrecer un testimonio verdadero gracias, en primer lugar, al principio de no contradicción.
Las opiniones pueden parecer, a menudo, algo distinto; cuidado con las lineas rojas, el doble rasero y las falacias, sobre todo, con los argumentos de autoridad: no anda el mundo precisamente falto de charlatanes, ni de hipócritas dispuestos a hacer suyo cualquier discurso.