ha ido de referente del colectivo LGTBIQ+, y a los miembros de este colectivo, como es lógico, les molesta que lleve una camiseta que es símbolo de represión.

A ver, a mí el tema Vaquerizo me importa un bledo y estoy de acuerdo en que se puede poner la camiseta que le venga en gana, sea de la legión o de Marianico el Corto. Sin embargo, me parece que el tema es interesante por la llamada “cultura de la cancelación”, expresión que no me agrade demasiado.

Gentes públicas, periodistas y artistas son linchados continuamente en medios de comunicación y RRSS por sus opiniones políticas. En su tiempo, tuvimos al grupo de la ceja que apoyó a ZP y se ganó la animadversión de sectores de la derecha. La gala de los Goya de 2003 demonizó al mundo del cine, que muchos critican por ser un colectivo subvencionado (como si no lo fuese la agricultura, la pesca o el circo). Por el otro lado, cantantes como Pitingo, Bertín Osborne o Jose Manuel Soto Hasán sido denostados por ser de derechas. Los medios públicos y privados, así como las instituciones tienden a contratar gente de su cuerda. No creo que sea necesario alargarse más, ya que todos sabemos de qué va esto.

Sin embargo, creo que se podría comparar lo que le ha sucedido a Sabina con las críticas a Vaquerizo. Sabina ha sido siempre de izquierdas y en los últimos tiempos ha manifestado su descontento, tanto en España como en Latinoamérica, con los gobiernos o regímenes de esta tendencia. Lo ha argumentado de manera coherente y ha explicado su cambio ideológico con motivos más que razonables. Que desde la izquierda se le critique o demonice forma parte de esa cultura de la cancelación.

En cambio, el tema Vaquerizo es diferente. Desde mi punto de vista su afán es el de provocar. Que salga con una camiseta de la Legión, pues bueno, pero lo que no dice en esa entrevista es que subió otra foto a su Instagram en el que uno de sus compañeros de las Nancy Rubias (o como se llame el grupo) llevaba una camiseta franquista con el lema “Una, Grande y Libre”.

Hay una cierta incoherencia entre la imagen que ha proyectado el grupo y las ideas políticas que muestran en sus camisetas. El presume siempre de sentirse muy “maricón” y cosas así, pero pertenece a un grupo que luce símbolos que representan la opresión de la homosexualidad. Veo una cierta incoherencia, pero allá cada cual con sus incoherencias. SInceramente, imagino que Vaquerizo lo que quiere es que hablen de él y estar en el foco mediático”, el “que hable de mí, aunque sea mal”.

Por resumir, me puede importar la opinión de Sabina, que muestra una transición ideológica bien argumentadla, pero me importa un pimiento la de Vaquerizo, que solo muestra una actitud narcisista. A quien le moleste la opinión de Vaquerizo, también se lo tiene que hacer mirar.