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TEMA: Hegel. Cap. II de la Fenomenología. La Percepción o la Cosa y la Ilusión.

Hegel. Cap. II de la Fenomenología. La Percepción o la Cosa y la Ilusión. 28 Oct 2023 21:10 #79461

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Dice el filósofo: "La percepción...lo que a sus ojos es lo ente, es lo que es, lo toma como universal...sus momentos que se diferencian en ella, el yo y el objeto, son cada uno universales", "nuestro registrar de la percepción" no es ahora ni fenómeno ni certeza sensorial "sino que es necesario".

Estos momentos de la percepción son algo importante y adquieren ahora diferentes acepciones: percipiente y percibido, esencial e inesencial, y en cuanto se refieren el uno al otro, son contrapuestos. No se sabe si estos guardan relación con los otros del principio, el yo y el objeto. Dice Hegel que: "solo la percepción tiene en su esencia la negación, la diferencia o la multiplicidad".

"El este, entonces, ahora, está puesto como no este o como cancelado". Lo sensible está presente, pero no como singular, sino como universal, como eso determinado como propiedad de las cosas. "El cancelar presenta...su doble significado...es, al mismo tiempo, un negar y un conservar; la nada, en cuanto nada del esto...es ella misma sensible", pero es inmediato universal "mientras que el ser es un universal por tener en él la mediación y lo negativo... es él una propiedad diferente, determinada". Las muchas propiedades están puestas a la vez "siendo una la propiedad negativa de la otra". El cancelar aquí, pues, adquiere una forma suave, ya no significa abstracción absoluta, ni eliminación total.

Habla de determinidad como algo que viene previsto por las muchas propiedades de la Cosa, siendo cada una de ellas, la propiedad negativa de las otras, "estas determinidades... solo llegan a ser propiedades en virtud o en espera de una determinación que habrá de añadirse más adelante".

Dice que algo puede ser blanco y también negro, que puede ser simple y también múltiple, que puede ser uno y también muchos, que puede seguir y también pararse. "Este medio abstracto universal, que puede denominarse la cosidad sin más, o la pura esencia, no es otra cosa que el aquí y el ahora". "Cada propiedad es, ella misma, un simple referirse a sí... y se refiere a ellas -a las propiedades- a través del indiferente también. Este también es, pues, lo universal puro mismo, o el medio, la cosidad que las reúne y conjunta".

La percepción se presenta más bien como percepción de propiedad, el camino que algo recorre hasta ser propiedad. La determinación viene prevista por la contraposición: "si las muchas propiedades determinadas fueran indiferentes sin más, y sólo se refirieran a sí mismas, no serían, entonces, propiedades determinadas; pues sólo lo son en la medida en que se diferencian y se refieren a otras como contrapuestas". Es esta la determinación, creo yo, que había que añadir para que una determinidad llegue a ser propiedad.

Las muchas propiedades por esa contraposición: "no pueden estar juntas en la unidad simple... la cual les es tan esencial como la negación", esta negación no es algo indiferente "sino que es excluyente, que niega a otro". "Lo Uno es el momento de la negación tal como él se refiere a sí mismo de una manera simple, excluyendo a otro; y por medio de lo cual la cosidad queda determinada como cosa".

Dice Hegel que lo Uno es uno al excluir a otro. Pero también podría ser uno, decimos nosotros, al excluirse a sí mismo. Cuando la exclusión hace coincidir excluir a otro con excluirse a sí mismo, la exclusión en la oración es una segunda exclusión. Cuando la exclusión en el excluirse a sí mismo incluye lo Uno primero, es el descubrimiento de la nada. Lo Uno es el no de la U. Lo uno simple al aparecer es ya negación, negación de una realidad, de un todo, de un cosmos. Lo uno simple, de cualquier forma, seguimos nosotros, al aparecer y tomarlo como causa y principio se considera como afirmación y positivo, sin referencia a nada más, porque solo eso existe en un medio que es propiedad, que es materia.

Ahora, el filósofo elucubra la esencia de la negación: "en la propiedad, la negación es como determinidad que es... una con la inmediatez del ser, la cual es universalidad por esta unidad con la negación; pero en cuanto que es una, la negación, según se libera de esta unidad con el contrario (el ser supuestamente) es en y para sí misma".

Esto último si en lugar de con el ser lo hacemos con lo Uno, la cosa podría quedar: en cuanto que la negación es una, es decir, es el momento de la negación tal como ella se refiere a sí misma de una manera simple, es decir, excluyendo a otra negación, la negación según se libera de la unidad con el contrario excluido (lo Uno) que es otra negación, es en sí y para sí misma.

Se trata pues de conseguir un "malagonón" o un de peor a peorísimo que nos impida terminar en el infinito. No sabemos si el infinito es un ciclo, un círculo, que no debe serlo, ya que "Pi" nos señala un infinito dentro precisamente del círculo. El Infinito Espacio Vacío, tanto interior como exterior de algo debe ser el fin y término de los ciclos y de los círculos y debe ser la nueva ciencia Finología lo que debe descubrir para nosotros las causas finales de ese fin y término.

Prosigue Hegel: "la cosa queda acabada como lo verdadero de la percepción, hasta donde es necesario desarrollarla aquí". "La universalidad sensible, o la unidad inmediata del ser y de lo negativo, sólo llega a ser propiedad, por vez primera, en la medida en que lo Uno y la universalidad pura se hayan desarrollado a partir de ella -de la universalidad sensible- y sean diferentes entre sí y ella los entrelace conjuntamente a los dos (a lo Uno y a la universalidad pura)".

"Así es como está hecha, pues, la cosa de la percepción".

"Observemos ahora la experiencia que hace la conciencia en su acto efectivo de percibir. Para nosotros, esta experiencia está ya contenida en el desarrollo del objeto y del comportarse hacia él de la conciencia; y no será más que el desarrollo de las contradicciones presentes en dicho desarrollo". "El objeto que yo he registrado se ofrece como puro Uno... y que eso uno es universal". "El primer ser de la esencia objetual, en cuanto que de un Uno -es decir, procedente de un Uno- no era pues su verdadero ser" y "puesto que el objeto es lo verdadero, la no-verdad me cae a mi", que no lo aprehendía bien.

Ahora bien, decimos nosotros, si la no-verdad es la mentira más rastrera, el dicho consigue su objetivo, si no-verdad es solo una manera de decir, aparece como eufemismo y recurso.

"Propiedad..., propiedad en sí, sólo lo es en lo Uno, y determinada solo lo es en referencia a otros". "Lo simple y verdadero que yo percibo" no es un medio universal "sino la propiedad singular para sí", aquí esa propiedad ya no es un ser determinado pues ahora no está en lo Uno ni en referencia a otros. La propiedad, ahora es ser sensible y la conciencia un querer íntimamente decir: "el ser sensible y el querer íntimamente decir pasan ellos mismos al percibir; me veo arrojado de vuelta al comienzo, arrastrado de nuevo dentro del mismo círculo que se cancela... y se cancela como un todo".

Este cancelar o superar algo -eliminar, matar, abstraer algo- creo yo que es lo maravilloso del sistema, algo que podría ser definitivo, pero también aleatorio o parcial, cancelar o superar algo que más tarde pueda ser utilizado. Si es definitivo es un movimiento simple que se hace en arreglo de una cuestión, si es aleatorio, la conciencia puede seguir siéndolo como conciencia y como negación de conciencia sin cancelar o abstraer nada. Si la conciencia es su negación sólo deberá compararse o mejor asociarse con la negación que descubre en su reflexión y con la mera no-verdad de los sistemas sensibles. No adelantemos conclusiones, no obstante.

"La conciencia... lo vuelve a recorrer...pero... no lo hace del mismo modo que la primera vez". "Con lo cual queda determinado para la conciencia cómo está hecha esencialmente su percepción: a saber, no es un simple y puro aprehender, sino que...ha salido al mismo tiempo de lo verdadero (el objeto) y está reflexionada dentro de sí. Este retorno a sí misma de la conciencia... altera lo verdadero". "Ella conoce que la no-verdad que aquí adviene cae dentro de ella", pero "es capaz, a la vez, de cancelar esa no-verdad; distingue su aprehender lo verdadero de la no-verdad de la percepción, corrige esta...", y entonces "la verdad, en cuanto verdad del percibir, cae, desde luego, dentro de la conciencia", la conciencia no se limita a percibir, sino que es consciente de su reflexión dentro de sí misma y separa la reflexión de la simple aprehensión.

A continuación el filósofo habla de la cosa que es una, de la propiedad y de determinaciones. Dice que "somos nosotros los que conservamos la seipseigualdad y la verdad de la cosa: ser una". Las "propiedades determinadas en ella... al estar ellas en la cosidad son... indiferentes en y para sí", "o bien, la cosa es el también o el medio universal donde las muchas propiedades subsisten unas fuera de otras sin tocarse ni cancelarse; tomada así, la cosa es tomada como lo verdadero, es percibida", "la conciencia es consciente... de que también reflexiona en sí misma y de que dentro del percibir adviene el momento opuesto al también. Pero este momento es la unidad de la cosa consigo misma, la cual excluye de sí la diferencia... es la unidad lo que la conciencia ha de tomar sobre sí; pues la cosa misma es el subsistir de las muchas propiedades diversas e independientes". "Poner en una cosa estas propiedades es algo que le incumbe solo a la conciencia", la cual no deja que se confundan dentro de la cosa. Es por cierto esto lo que hicieron los filósofos de la naturaleza. Tales debía diferenciar sus zapatos o la roca donde se sentaba, del agua, su principio y causa pensada, pero puso todas y cada una de las propiedades en el Agua como arjé, para mejor entender la cosa. Sin embargo, dice Hegel que "La cosa queda elevada hasta un también de verdad al convertirse en una colección de materias y, en lugar de ser Una, deviene en una mera superficie envolvente", un Apeirón pues, al estilo de Anaximandro.

"Lo que hay es la experiencia de que la cosa se expone y aparece de un modo determinado para la conciencia que aprehende, pero, a la par -la cosa- está reflexionada hacia dentro de sí, o bien, tiene en ella misma una verdad opuesta".

Este juego infernal entre lo uno y lo múltiple, lo esencial y lo inesencial, la reflexión hacia un interior, o la proyección hacia el exterior de un otro es lo que caracteriza la Cosa en Hegel. Algo que además es razón diferente de objeto. Objeto aquí no está elucubrado. Lo único que sigue es la contradicción pura, aunque de cierto, ese juego infernal en pos de definición se advierte más claro aquí en la Fenomenología que en filosofías anteriores. Dice Hegel: "la cosa es una, está reflexionada dentro de sí; es para sí; pero también es para otro... es un ser doble diverso, pero es también una".

Las cosas diversas están puestas para sí y el enfrentamiento es recíproco "cada una es diversa no de sí misma, sino de la otra". "la determinidad constituye la esencia de la cosa". "Este estar contrapuestos no llega a ser la contraposición efectiva de la cosa, sino que, en la medida en que se llega a la contraposición por la diferencia absoluta de la cosa, ésta tiene la contraposición a otra cosa fuera de ella... toda esa demás multiplicidad es también necesaria en la cosa, de modo que no puede faltarle, le es, sin embargo, inesencial". Lo que pasa es que "la relación -de una cosa con otra en la contraposición- es la negación de su tenerse -la cosa- por sí misma, de su autonomía, y la cosa más bien viene a sucumbir por su propiedad esencial".

Toda esta elucubración, pensamos nosotros, se ve mejor si se fabrica no hacia unos principios y fundamentos de sistema, sino hacia unos finales y términos de sistema, cuando las últimas estructuras terminan, cuando se descomponen los nexos de unión entre los elementos y las gónadas pensacionales desaparecen. La relación de una cosa con otra, entonces, no es la negación de su tenerse a sí misma, sino la confirmación radical de que esa relación que es negación es el fin y término de la contraposición. La cosa, pues, se separa de la otra, pero no para volverse a reunir, sino para no volverse a juntar nunca jamás. El fin de ambas cosas está decretado, la relación misma es el de hacerlo para terminar, desaparecer.

Hegel ha llegado ahí a que la cosa sucumbe por su propiedad esencial. Hegel ha robado y substraído la propiedad y la esencia de la cosa. Pero Hegel debe terminar de matar la cosa sin permitir una posterior latencia, debe hacerla desaparecer precisamente por el fin de su contraposición y según lo expuesto en su filosofía, no hacer el suspiro de los bueyes.

Termina Hegel: "La cosa está puesta como ser para sí, o como negación absoluta de todo ser-otro; de ahí que la negación sea absoluta, referida sólo a sí misma; pero la negación que se refiere a sí misma es cancelarse a sí misma, o tener su esencia en otra cosa".

En la determinación del objeto, la diversidad debe ser necesaria " pero no constituir la determinación esencial". Esto ya sólo reside en las palabras. "El objeto es... en un uno y mismo respecto, lo contrario de sí mismo, es para sí en la medida en que es para otro y para otro en la medida en que es para sí".

Las determinidades puras parecen expresar la esencialidad misma pero solo son "un ser para sí que arrastra consigo el ser para otro; mas, al estar ambas esencialmente en una unidad, lo que hay ahora presente es la universalidad incondicionada y absoluta -esto es algo importante- y solo aquí la conciencia hace entrada de verdad, por primera vez, en el reino del entendimiento".

"Este discurrir, un determinar en permanente alternancia de lo verdadero y de cancelar esa determinación, constituye... la vida y el trabajo permanente del que percibe y de la conciencia que opina estar moviéndose en la verdad".

"Pero la naturaleza de estas abstracciones -las naturales- las agrupa..., y de por sí el sano entendimiento del sentido común es su botín... Y él -el sentido común o razón- queriendo darles -a las abstracciones naturales- la verdad por la vía, ora de cargar sobre sí la no-verdad, ora de llamar a la ilusión... apariencia de las cosas engañosas y de separar lo esencial de algo que les es necesario... haciendo todo esto, no les conserva a ellas su verdad, mientras que a sí mismo, empero, se da la no-verdad". Estas son las últimas palabras de este capítulo II dedicado a la percepción.

He ahí, pues, la auténtica doble negación, el "málaga" que conduce a "malagón": el entendimiento no conserva para las abstracciones naturales -las que tenemos dentro de la cabeza- su verdad, mientras que a sí mismo se da la no-verdad. Aquí está pues la esencia que está cerca de lo necesario, la humilde positura de la filosofía protestante, el aroma insano del integrismo filosófico como inesencia necesaria y cruel. Pudiera ser, no obstante, al mismo tiempo, que el entendimiento advirtiese alguna clase de privación o ausencia como ulterior negación y ejemplo, o mismamente, que el cielo cayera sobre nuestras cabezas. Entonces hay que apagar e irse, o apagar y quedarse, pero ahora quedarse en un lugar sin representación. Si no hay representación de la cosa, del objeto, de lo que sea, no hay percepción. Dice el filósofo, más o menos, que el entendimiento se da la no-verdad al no conservar en las cosas su verdad. Continúa pues el desarrollo del "ecce homo expositus" iniciado por Kant y según las tremebundas condiciones expuestas. Hegel parece hablar de una especie de "contrarios absolutos" universales que condicionan la percepción.

Yo tengo una seguridad cuando ando por el camino paralelo al río que discurre contrario a la corriente. Una seguridad que es llegar al manantial en las montañas donde el río nace. Allí no harán falta puentes, ni piedras, ni maderos para pasar al otro lado y lo ilegal de su fábrica desaparece. Podría así dar la vuelta al manantial para pasar al camino del otro lado y dirigirme a favor de la corriente hacia la eternidad de la desembocadura. Acaso a este lado, ya pasado el manantial, tampoco puedan fabricarse puentes en la necesidad de regresar por donde habíamos ido, porque ahí al lado sigue estando otro ser que es el río, la agua de la corriente. Puede ser incluso que no haya ni camino ni sendero y que haya que inventarlos para descubrir la manera de seguir al infinito.
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