Creo que hay muchas formas de acercarse a los textos de un filósofo. Dentro video

Rescato sus conceptos, realizo las conexiones entre distintas afirmaciones y si estas afirmaciones no han sido expresadas por el filósofo, me doy una concesión, me desabrocho un par de botones del corsé, dejo que me entre algo de aire en el pecho y color en las mejillas y me atrevo a reconstruirlas (las supuestas afirmaciones o alguna de ellas al menos). He aquí el pensamiento de un filósofo y ahora lo critico o me adhiero a todo él, a parte o a un poco.

Ocurre que todo ese proceso lo hago desde mi “aquí/ presente”, sin cuestionarme mi “aquí presente”, haciendo un conglomerado de ese pasado con mis gafas de “aquí/ presente”, preguntando lo que me interesa desde mi “aquí/presente” y lo que es peor, sin dejar que el pasado me cuestione a mí. Puedo hacer incluso una silueta con tiza en el pavimento de su vida personal, de sus ideas, de su contexto, de sus lecturas… y bajo la escasa luz de la farola del muelle del puerto se podrá ver “donde yace tal filósofo”, Descanse en paz, allí me quedo, velándole un rato y me enciendo un último cigarro con el rostro helado de brisa de la bahía.

Pero ¿por qué era necesario que pensara de esa manera?, ¿A qué problema trataba de responder el filósofo? Es que de pronto la cuestión no es el filósofo sino el problema. Poque el pensamiento del filósofo acaba en una línea de puntos suspensivos que empiezo a caminar, yendo más allá de lo que el filósofo decía, tratando de encontrar lo inteligible en su experiencia de verdad. ¿Y cómo? Con la pregunta, una que no interroga las cosas, sino que hace que éstas interroguen al filósofo, pues la pregunta abre el campo y muestra el problema, una vez desbrozado de una tonelada de ideas y opiniones bajo la que permanecía sepultado.

A esta operativa Heidegger le dio el nombre de “destruktion” y nos pone a excavar con los dedos la tierra. También lo denomino “salto atrás” o “pensar lo no pensado de su pensamiento” Sí, he dicho Heidegger, ¿sigo con el método o le cortamos la cabeza?, ¿sigo? Ok

Vamos a las palabras. Los juicios para Heidegger son una forma derivada de verdad, hemos de ir a las grandes palabras, pues el ser se manifiesta en el lenguaje, lo guía y no a la inversa. Es preciso forzar los significados. El otro recurso son los silencios, lo omitido en lo dicho, lo oculto de lo expresado, la posibilidad, el decir del pensamiento que es anterior a lo intelectualmente dicho. Allí se encuentran las encrucijadas del pensar y no estamos hablando de cualquier ocurrencia o delirio, sino de posibilidades concretas que el filósofo, situado en su experiencia de verdad, ha ocultado, no deliberadamente, porque transita los márgenes de lo consciente.

¿Qué puede interesarnos y acercarnos a un filósofo? Su experiencia con la verdad, su experiencia filosófica, cerrar los ojos, no respirar y muy despacio sumergirse en la posibilidad de su pensamiento, no buscando tesoros enterrados en sus fondos sino rastreando qué es lo que ha quedado por pensar en el recuerdo del pensamiento de otros (andenken)

-¿Es usted Xna?
-La misma
-Acaba de levantarse de esa mesa J.Butler, ¿quiere saber lo que ha almorzado?, ¿los dibujos que ha pintado en el mantel mientras charlaba por teléfono?, ¿la dirección que ha dicho al taxista?, ¿si tenía los ojos rojos, húmedos, brillantes?, ¿el número de pie?...
-No, déjelo, gracias, solo quiero leerla y después… me bañaré en las aguas de su pensamiento, en su experiencia de verdad, en su cuerpo, en, en… ejem, déjelo y dígame cuánto le debo.

Curioso como comienza el prefacio a la edición italiana la biografía de Hegel de Terry Pinkard.

Di Aristotele, Heidegger ha detto che egli nacque, visse e morì, e che non c’era nient’altro da aggiungere sulla sua biografia. Certo, Heidegger per parte sua aveva molte cose da nascondere, per cui la sua antipatia per le biografie può avere avuto delle motivazioni più profonde; la questione posta da Heidegger è tuttavia ancora valida. Hegel, ad esempio, affermò esplicitamente che la filosofia è «il proprio tempo appreso nel pensiero». Se lo prendiamo in parola, dobbiamo dunque guardare al suo tempo per comprendere il suo pensiero; ma, allo stesso modo, abbiamo bisogno di capire lui, se vogliamo capire come egli in particolare tentava di afferrare il proprio tempo nel pensiero. Parafrasando la famosa battuta di Sartre su Valéry, Hegel era senza dubbio un intellettuale tedesco del ceto medio, ma, altrettanto certamente, non ogni intellettuale del ceto medio è un Hegel.

Pero lo que me deja loco es el prefacio
Hegel è uno di quei pensatori dei quali ogni persona istruita ritiene di sapere qualcosa: ad esempio, che la sua filosofia sarebbe stata l’antenata della teoria della storia di Marx ma, a differenza del materialista Marx, Hegel era un idealista, nel senso che riteneva che la realtà avesse una natura in ultima analisi spirituale, e che il suo divenire si sviluppasse secondo un processo dialettico di tesi/antitesi/sintesi. O ancora, che Hegel magnificò lo stato prussiano, affermando che era un’opera divina e perfetta, il culmine della storia universale, che tutti i suoi sudditi gli dovevano obbedienza incondizionata, ed esso poteva fare di loro ciò che voleva. Hegel avrebbe dunque giocato un ruolo di primo piano nell’avvento del nazionalismo, autoritarismo e militarismo tedeschi, con la sua esaltazione quasi mistica di quello che egli chiamava pomposamente l’Assoluto…

Ora, praticamente tutto quanto è scritto nel capoverso precedente è falso, con l’eccezione della prima frase.

Tiene razón Terry Pinkard. Iba a hablar Heidegger de su vida. Pero biografías del alemán hay a patadas. Tu texto en italiano, tras traducirlo con el traductor de Word, me ha llevado a releerla, fechas, obras, a volver a su año de rector en 1934, a su autocondena al silencio, a su posterior recuperación y elevación entre los más grandes pensadores por sus contemporáneos.

Hagamos una pira con sus obras y mientras nos narcotizamos con el crepitar de las llamas y se nos distorsiona el rostro entre resplandores y oscuridad, puede que aún tengamos oídos para escuchar algunos ecos.



Pues creo que no seré yo quien se quede a contemplar como se cubre con la ceniza de estigmas y prejuicios todo ese pensamiento. Mientras me queden ganas y vista para leerle, seguiré con ello.

Xna escribió:
Disculpa que solo recoja este fragmento, que lo tomo metonímicamente por el todo.

No me voy a detener en el affaire Heidegger porque no soy la persona más adecuada para opinar sobre ello. Em todo caso, es complicado juzgar con posterioridad comportamientos o adhesiones que mantiene alguien al inicio de un conflicto. Sin salir de nuestras fronteras, Unamuno llegó a ver con buenos ojos el golpe de Franco, aunque pronto rectificó. Tanto él como A. Machado estaban muy desencantados con la República. Sin embargo, en el imaginario colectivo no sucede lo mismo.

He destacado este párrafo de Xna por tratar en él la cuestión crucial (en mi opinión) de los últimos mensajes de este hilo. Como ya dije, creo que lo principal de un autor es su obra y, a partir de ahí, podemos navegar en su biografía y el contexto histórico, que pueden explicarnos aspectos importantes de su obra.

Cuando somos pequeños, se nos enseña el esquema de la comunicación: un emisor envía un mensaje a un receptor mediante un código o sistema de signos, a través de un canal y en un determinado contexto. Sin embargo, cuando Roman Jakobson concibió este esquema de la comunicación humana no usó la palabra “contexto”, sino “referente”. “Contexto” y “referente” son términos distintos, aunque con intersecciones. El referente, para Jakobson (que no ahonda en cuestiones profundas de Filosofía del Lenguaje), es el mundo extralingüístico que designa el mensaje. En cambio, el contexto son las circunstancias de todo tipo que explican el por qué del acto comunicativo.

Cuando analizamos una obra por sí misma, sin tener en cuenta las circunstancias del acto comunicativo, solo atendemos a esa función referencial. Y le damos absoluta importancia porque es la relación entre el mensaje y el mundo exterior o interior descrito por el autor. A veces los textos filosóficos nos resultan incomprensibles porque no somos capaces de relacionar las palabras con sus referentes.

Pero no hace falta acudir a textos extremos. Una oración como “Jacinto y Yolanda han quedado en el cine a las diez” resulta incomprensible si desconocemos quiénes son los referentes. Sabemos el significado de las palabras y del mensaje, pero no somos capaces de atarlo al mundo. Si conocemos a los referentes del sujeto y del predicado (a los dos tipos, el cine, si son las 10 de la mañana o de la noche, etc.) nuestra comprensión es mayor, pero aún nos queda algo, que son las circunstancias de la enunciación.

Dicho de otro modo, hay que diferenciar entre el contenido del enunciado (con sus referentes) y el de la enunciación. Este último nos explicaría quién es el emisor, cuál es su relación con Jacinto y Yolanda, quién es el receptor o cuáles son sus intenciones. Esa intención cambia mucho si es un mensaje entre dos amigos de los sujetos que solo están cotilleando a si el receptor es el novio de Yolanda. Por consiguiente, puede haber una intención de informar, advertir, provocar, fastidiar…

Los textos filosóficos no son inocentes y surgen en momentos determinados, con toda una historia detrás (historia en todos sus sentidos) y el filósofo es portador de sentimientos, creencias, ideologías, carácter, amistades, enemistades… El por qué de muchos textos filosóficos hay que buscarlo en esas condicionales de la enunciación que se plasman en un mensaje concreto. Puse en otros mensajes los ejemplos de Hobbes o Locke, pero se podrían alargar hasta el infinito. Y estas circunstancias de la enunciación también explica lo que se dice o lo que se calla.

No hay que dramatizar...nadie va a quemar naaaaada.
Como dije en mi primer post, que cada uno lea a quien quiera.
Pero basta de revisionismo histórico.

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bolindre escribió:
No sólo mujeres. Continuamente se está descubriendo a autores que habían permanecido en el olvido, o a otros que fueron muy populares en su época pero que luego "pasaron de moda". De la misma manera se cambia de juicio sobre hechos o personajes históricos: Ana Bolena, Nerón, etc. Las opiniones no son estáticas, ni los juicios de valor sobre obras y autores (por separado).

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Lo que os había expresado, con más o menos acierto, era un método, el desarrollado por Heidegger para la lectura y pensamiento de filósofos anteriores y no solo de los griegos. Un método que exigiría el cultivo exigente de la historia de la filosofía.

No se irrumpe de pronto en el pensar de un filósofo y se extraen conclusiones conforme nos nazcan o en virtud de cómo las sentimos o de lo que su lectura nos provoca. Requiere un conocimiento profundo del hacer del pensador, no tanto de sus influencias, ni de si pertenencia a cierta escuela, sino del “lugar” en que sus afirmaciones fueron dichas, de la “necesidad” de que pensara de esa manera y lo más importante, de la detección de los ángulos muertos, de los rincones en sombra porque en ellos reside la “posibilidad” de generar ideas, reflexiones, sistemas. Es como visualizar la red de conexiones del pensamiento y producir lo no dicho por el pensador desde su experiencia de verdad.

Aristóteles en la Metafísica, desbroza la primera historia de la filosofía en el libro alfa: milesos, pitagóricos, físicos, sofistas, Platón, académicos... El método en su caso se encuentra en la detección de aporías, de callejones sin salida, los nudos que se forman al confrontar los pensamientos de unos con los otros. ¿Y Platón? A partir de la pregunta y la respuesta trata de llegar a las Ideas (Belleza, de Bien…)

Creo que el pensamiento de un filósofo no es algo clausurado y arrastrado a lo largo de siglos. El pensamiento de Hegel es recibido en Francia y, sobre su método dialéctico, se van construyendo otras salidas para el sujeto hegeliano, autores como Sartre, Foucault, Deleuze… también ellas, Beauvoir, o la americana J. Butler. De la trama del pensar de un autor, del “dialogo” con sus ideas se construyen otras propuestas. Ahora bien, hemos de ser conscientes que no son las únicas que se han elaborado.

Lambros Couloubaritsis en su Historia de la filosofía Antigua y Medieval, habla de la profusión de experiencias humanas y de la dificultad de circunscribirlas todas, también de la obligación de contentarse con un número extremadamente limitado de opciones, ya que la práctica de la historicidad de la filosofía ha supuesto apartar o eliminar un número considerable de fuentes.

Y es que los caminos filosóficos por los que transitamos se nos ofertan porque han gozado de condiciones históricas favorables, lo mismo ocurre con la promoción de según que reflexiones elegidas y no otras. Eso nos arroja en el pensamiento filosófico tal y como nos ha llegado a nosotros. Proclamar que los pasados no están agotados y resaltar la urgencia de devolverlos al presente, tantas veces como sea necesario, nos abriría otras posibilidades de futuro.

El pensamiento de un filósofo no es esa obra que se cierra al leer la ultima de sus líneas y se guarda en un lugar reservado tras concluirla con más o menos deleite, es un trampolín de salida.