Pedro Pablo escribió:
Kant decía que el problema de la libertad es una antinomia.
Cierto, pero para Kant esa antinomia tenía solución. Puesto que la causalidad era una categoría que se aplicaba a los fenómenos, nada impide, de acuerdo con la filosofía kantiana, que un mismo acto esté sujeto a las leyes causales de la naturaleza en el ámbito fenoménico y sea al mismo tiempo libre en el ámbito nouménico.
Yo creo que para nosotros sigue siendo una antinomia, pero no exactamente del mismo modo que la consideraba Kant. En primer lugar, porque Kant exponía la antinomia como una contradicción entre la espontaneidad de la libertad y el determinismo de la leyes naturales. Es decir, que Kant metía en el mismo saco la libertad y el azar porque planteaba el problema como determinación contra indeterminación. Actualmente deberíamos distinguir, como dice rdomenech, entre determinismo, azar y libertad. Pero está bien recordar que hasta el surgimiento de la mecánica cuántica se pensaba que el azar era incompatible con las leyes de la naturaleza, y solo desde entonces nos hemos acostumbrado a admitir que en la naturaleza existen tanto determinación como indeterminación, así que no hay que descartar que una física del futuro llegue a admitir también la existencia de la libertad.
Pero para que la física pudiera llegar a admitir la existencia de la libertad, un suceso libre tendría que poder distinguirse, desde el punto de vista externo, tanto de un suceso determinista como de uno azaroso o de uno determinado probabilísticamente, y no veo cómo eso podría suceder. O algo sucede siempre igual o los distintos tipos de sucesos posibles se dan cada uno con una cierta frecuencia más o menos estable o la frecuencia de los distintos tipos de sucesos es aparentemente aleatoria. No veo que haya más opciones. ¿Qué deberíamos observar en un acto si este es libre?
Kant pensaba que la razón pura no podía demostrar la existencia de la libertad, pero que esta era un postulado necesario de la razón práctica. Creo que lo segundo es verdad. En nuestra vida práctica no tenemos más remedio que concebirnos a nosotros mismos y a los demás como agentes libres que toman decisiones voluntariamente. Las leyes y las normas presuponen que somos libres, de otro modos carecerían de sentido. Sin normas no habría derecho, no habría política, no habría moral, y las sociedades colapsarían, porque las sociedades están montadas sobre normas. Según el modelo de la teoría de la decisión, comprendemos a los demás (y a nosotros mismos) porque nos concebimos como agentes que toman decisiones basadas en intereses y creencias, en contextos de incertidumbre. Si solo pudiéramos pensar en los demás como objetos físicos complejos no entenderíamos a nadie, no podríamos comunicarnos, no existiría el lenguaje. Probablemente estamos diseñados para entender a los demás como sujetos (se dice que tenemos una teoría de la mente), y si no fuera por esa capacidad innata seríamos animales autistas. En resumen, creo que podemos actualizar la antinomia de la libertad exponiéndola así: si nos concebimos como objetos físicos, somos máquinas y la libertad no puede existir, pero si nos concebimos como sujetos la libertad no puede dejar de existir.
Pero aunque necesitáramos creer en el libre albedrío para vivir eso no lo convertiría en real. Parodiando una frase de Nietzsche (cambiando "verdad" por "libre albedrío" podríamos decir que el libre albedrío es un error sin el que la vida no sería posible.
Aún así yo no creo que la cuestión sea tan dramática. Podríamos decir que las leyes y las normas actúan sobre nosotros y son parte del entramado de causas que nos llevan a actuar de cierta manera (y de una manera que hace la vida más agradable). No creo que necesitemos la libertad para justificarlas (al menos, para justificarlas en un sentido pragmático).
Por otro lado, negar el libre albedrío no supone necesariamente considerar a los demás como objetos físicos complejos. La negación del libre albedrío no nos compromete con ninguna solución concreta al problema de la conciencia. En último término nada impediría que alguien fuera idealista y al mismo tiempo determinista (aunque no sea habitual).
¿Cómo definir la libertad? A mí me gusta el concepto negativo de libertad del existencialismo, la libertad como una condena y no como un bien. No es que podamos actuar libremente por alguna potencia gozosa de nuestra mente, sino que no tenemos más remedio que actuar libremente debido a nuestra esencial indeterminación. La libertad es estar obligados a tomar decisiones continuamente, nos guste o no. Sartre concebía la libertad como una nada, como un hueco que surge en el curso causal del mundo, y que estamos obligados a rellenar tomando una decisión.
Pero esta definición sigue sin aclararnos en qué se diferencia del azar. Un suceso azaroso también podría verse como un hueco en el curso causal del mundo que se rellena por si solo.
Algunos habéis relacionado la libertad con la conciencia, creo que acertadamente. La conciencia es otro de los problemas filosóficos fundamentales. Sea lo que sea la conciencia, se ha teorizado que su función reside en organizar el comportamiento de los animales cuando este no está completamente determinado por el ambiente, sino que permanece más o menos abierto. Por el contrario, las conductas automáticas son típicamente inconscientes. Desde este punto de vista, los mamíferos son probablemente conscientes, pero es dudoso que lo sean los insectos, dado que suponemos que su conducta está organizada en una serie de módulos automáticos, aunque altamente eficaces (excepto cuando observamos a la mosca empeñada obstinadamente en atravesar la ventana). Nota para el hilo sobre animalismo: si es así, los insectos no sienten dolor.
Yo creo más bien que la conciencia es lo que explica la ilusión del libre albedrío. Somos conscientes del proceso por el cual analizamos las distintas opciones y optamos por una y eso nos da la impresión no solo de que podríamos haber optado por una opción distinta, sino de que eso de algún modo dependía de nosotros. Pero cuando tratamos de explicar en qué consiste que dependa de nosotros nos damos cuenta de que no terminamos de entender lo que estamos diciendo.
Por tanto, la libertad no sería una capacidad incompatible con los determinismos neurológicos, sino algo que va montado sobre ellos, como una fina película sobre un océano de automatismos. Somos libres, pero lo somos muy poco. Visto al revés, los determinismos cerebrales no se oponen al comportamiento libre, sino que son la base que lo hace posible. José Antonio Marina ponía el ejemplo del bailarín. Para llegar a serlo hay que entrenar duramente para desarrollar una serie de automatismos. Una vez poseídos, el juego libre de estos automatismos hace surgir la gracia y creatividad de los movimientos del bailarín.
Creo que esta idea de que somos libre pero no del todo es incompatible con la definición sartreana de libertad que has defendido antes. Si la libertad es una nada o un hueco que tenemos que rellenar, entonces esa libertad tiene que ser absoluta y no puede estar sometida a grados. De ahí la idea de Sartre de que quien fracasa es porque ha elegido fracasar. Obviamente, Sartre era consciente de los límites que nos impone el mundo. No podremos echar a volar por mucho que queramos. Pero la decisión sí que sería absolutamente libre. De hecho Sartre interpretaba como argumentos en favor de la libertad absoluta casos que normalmente vemos como argumentos en contra. Si un fumador decide dejar de fumar y luego cae en la tentación de volver a fumar, para Sartre eso no significa que no sea libre de dejar de fumar, sino que su decisión anterior no le compromete, porque en todo momento existe la libertad absoluta de volver a optar por fumar.
La concepción sartreana de la libertad también me parece incompatible con lo que decías de las normas morales y las leyes. Para Sartre la libertad es absoluta, entre otras cosas, porque no existen signos en el mundo que nos digan cómo actuar. No hay nada que nos impida transgredir las normas ni ninguna razón para no hacerlo más allá de nuestra libre decisión. Si la libertad es absoluta las normas pierden su sentido y estamos solos ante nuestras decisiones.
Yo estoy de acuerdo con Sartre en que no tiene sentido una libertad parcial. Si podemos realizar actos no determinados, entonces no pueden estar determinados en parte. ¿En qué consistiría poder elegir pero solo un poco? Si realmente puedo resistirme a una tentación y ello depende solo de mi decisión, por fuerte que sea la tentación, la libertad de resistirme a ella será absoluta, porque dependerá solo de la decisión.
Si me resisto a ella solo un 10% de las veces la conclusión no será que soy un poco libre, sino que mi decisión está determinada probabilísticamente (o que está totalmente determinada pero de una forma compleja que la hace depender de ciertos factores que se dan solo en un 10% de los casos).