Joer, mira que llevo tiempo andando por aquí diciendo tonterías. Tal vez, pienso, mi madre me parió de pie y desde entonces no he hecho otra cosa que alejarme en la dirección que el azar del alumbramiento y un temblor atávico de los miembros me impusieron.
Me he perdido y junto al sentido de la orientación he perdido la memoria, si es que no son la misma cosa. No he llegado a ninguna parte. No he alcanzado metas. Más aún, en mi camino no he visto a nadie. Ni un alma. Ni Dios. Nadie.
Bueno, miento, sí que he visto a alguien, en fin, incluso podría decirse que no viajo solo... una quimera, sombra, entelequia hipervalorándome... nada real, todo producto de mi imaginación...
Convertido en constipado he ido evaporándome, lo de siempre.
También podría afirmarse lo contrario... no sé, por lo de... joer... bueno, da igual. Es entendible. Es un asunto un poco complejo, sí.
Ufff... sigo buscando una elevación... Allí hay una.
Pero no es la enésima vez que me atrae su cima con vagas promesas dispersas de esclarecimiento para luego volver a defraudarme?
Allá voy pese a todo... en realidad da lo mismo bajar que subir, no?
Pufff... nada, claro. Nada de nada.
Juro que vuelve a ser el último altonazo que me engaña. Juro que de ahora en adelante solo seguiré valles. Decidido. Sé que las cordilleras están forradas por los mismos sueños inalcanzables que cubren el mundo. Sé que tratan de atraerme con la promesa de un vulgar efecto óptico, un miserable trampantojo...
- Aléjate de mí, miasma.
- Lo cualo?
Comer es cosa de esclavos.
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Entro como desperdigada. Leo y no enfoco bien. No entiendo o no quiero entender. Total, dentro de dos días me iré al fin del mundo. Bueno, no tanto. Es que soy así de dramática. Pero que me voy. Eso sí.
Quería poner algo en Das Blaue Dasein, la que considero mi isla particular. Pero no encuentro qué. Demasiados desencuentros de aquí y de allá. Me guardo los buenos colegas para mí solita.
¿Ponéis por mí alguna musiquita que me defina durante los dos meses que estaré un poco perdida allende los mares?.
Gracias, colegas.
Miernes de mierda.
El escenario vacío. Quién queda? Los restos del reparto, los figurantes que declaman sus monólogos robados cuando se apagan las luces y un frío mortal inunda todo: exploradores de su propio laberinto mental, contrincantes del propio reflejo, peregrinos de la nada, seres de la triste figura, desfacedores de entuertos inexistentes con tinta en las venas esperando a que el cielo se abra y alguna frontera nueva se ofrezca en el vasto océano de la noche.
También queda la música con vela atenta y despegada, mientras el mundo es ancho y ajeno, hasta que va desapareciendo del todo y los buscadores de islas lejanas quedan varados para siempre en sus propios recuerdos.
Comer es cosa de esclavos.
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