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TEMA: Los que se marchan de Omelas

Los que se marchan de Omelas 05 May 2024 22:36 #83061

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Esto es como una cesta de cerezas, que intentas sacar una y se te enganchan un montón.Futaki escribió:
Nolano escribió:
Y ahí es donde está el nudo gordiano de la cuestión: ¿es posible tal sistema político?
Aquí lo dejo, para que se expongan opiniones acerca de todo esto.

Atendiendo únicamente a los dos relatos de Ursula K. Le Guin, respondería de manera negativa. Creo que se muestra desesperanzada ante la posibilidad de un sistema justo en que, como comentas, los ciudadanos sean fines en sí mismos.

Intentaré comentar el resto de lo que dices, cuando disponga de más tiempo. Ahora de momento, y aunque esté mal el autocitarse, para no repetir cosas que ya tengo dichas por ahí, enlazo a una entrada en el Blog de Arjaí. Creo que el artículo es de interés, pero no lo son menos las respuestas y comentarios que otras personas aportaron al debate.

El asalto imposible a un cielo vacío

Mi respuesta a esa pregunta, como se ve, no es solo negativa, sino que pienso que ese sistema político moralmente paradisíaco, es imposible de todo punto.
Bin ich doch kein Philosophieprofessor, der nöthig hätte, vor dem Unverstande des andern Bücklinge zu machen.
No soy un profesor de Filosofía, que tenga que hacer reverencias ante la necedad de otro (Schopenhauer).


Jesús M. Morote
Ldo. en Filosofía (UNED-2014)
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Última Edición: 05 May 2024 22:42 por Nolano.
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Los que se marchan de Omelas 06 May 2024 20:10 #83064

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Futaki escribió:
En el tema del "before", yo diría que se usa con sentido temporal muy simbólico. De alguna manera, representa una revolución que no termina nunca, que siempre se sitúa en el día previo. Decía Ortega que las revoluciones duraban como mucho diez o quince años antes de regresar a otro estado similar al anterior. Yo creo que no es una ley automática, como se puede comprobar con la Revolución de los claveles, pero tal vez sí lo era en tiempos de Ortega. Y qué duda cabe que muchas revoluciones acaecidas durante el s. XX no han propiciado mejores sistemas políticos que aquellos que derribaron. Véase África, por ejemplo. Por qué una revolución puede ser exitosa en Portugal y no en Nigeria nos llevaría a un debate de un calado histórico que quizás sobrepase este hilo.
(...)Nolano escribió:
No son aceptables las comparaciones intersubjetivas de utilidad (o desutilidad) entre miembros de la sociedad.
No voy a desarrollar este punto de momento. Únicamente resaltar que este corolario desautoriza el utilitarismo como guía moral y política: no puede justificar el sacrificio de un miembro de la sociedad porque la utilidad de todos los demás sea, cuantitativamente, mucho mayor que el sacrificio o desutilidad de aquel. Las utilidades y desutilidades individuales no tienen la propiedad aditiva.

Este es un punto que me interesa especialmente. En principio estoy de acuerdo, pero en mi práctica docente diaria a veces tengo que emplear estrategias que podrían catalogarse de utilitaristas, y me causan muchas dudas. Pongo un ejemplo. En un grupo hay un muchacho con un trastorno grave de conduta. Como el resto de sus compañeros. tiene derecho a una educación y su familia tiene derecho a que su hijo reciba una educación de calidad. Además él no es responsable de sufrir un trastorno y -muy importante- es menor de edad y se encuentra en plena formación de su personalidad. Por otro lado, su trastorno le lleva a reventar clases, crear ambientes de tensión, puede ser violento, ignora cualquier advertencia o sanción, etc., de manera que se produce una colisión entre el derecho a la educación entre el alumno con trastornos de conducta y el resto de alumnos que tienen derecho a recibir una educación de calidad. A veces se tienen que tomar medidas que perjudican al primero, a pesar de ser víctima de sí mismo. Se prima a la mayoría, al grupo, frente a la minoría o el individuo. Esta experiencia que expongo imagina que será extensiva a muchos otros colectivos. Y francamente, no sé si mis elecciones son siempre acertadas.

Aunque podemos coincidir (casi) todos en que todo sistema político que estructure una realidad social siempre tendrá reglas inmorales y estará atravesado por innumerables actos inmorales (utilizará a unos como meros medios para los fines de otros), lo cierto es que también todos podremos coincidir en que hay sistemas políticos mejores que otros. Esto nos lleva a la cuestión problemática de las difíciles relaciones entre moral y política, que se plantea en los dos niveles que etiquetó Max Weber como "ética de la convicción" y "ética de la responsabilidad". En esta última se mueve el político que, renunciando a una moralidad estricta, tiene que dar una solución regulatoria a los problemas prácticos de las relaciones humanas. En la primera se mueve el moralista stricto sensu.

Pero si nos movemos en el plano de la "ética de la responsabilidad" no podemos dejar de lado, ni mucho menos, el principio utilitarista: habrá que comparar las utilidades y desutilidades intersubjetivas y maximizar la felicidad de los ciudadanos. Lo que pone en evidencia el cuento de Omelas es que eso puede chirriar bastante. En cierto modo, bajo el punto de vista utilitarista, Omelas es un sistema político (en ausencia de la posibilidad fáctica de un sistema perfectamente moral) muy eficiente: la felicidad aditiva de los ciudadanos se maximiza a cambio de la desgracia de uno solo, un niño que, total, prácticamente no es nadie, un pobre infeliz.

Es verdad que el cuento de Le Guin es distópico y hay cosas que no sabemos. Hay un dato importante que se nos oculta: ¿cómo se eligió a ese niño? Habrá un momento en que ese niño morirá y, entonces, ¿cuál es el criterio que se va a utilizar para elegir al nuevo chivo expiatorio que proporcionará la felicidad a los demás ciudadanos? La cosa puede tener su importancia porque si cualquier ciudadano, en defecto del niño ahora encerrado, puede ser potencial candidato para cubrir la plaza vacante, podría entrar en juego el "velo de ignorancia" de la "Teoría de la Justicia" de John Rawls. Tal vez cada ciudadano de Omelas pensará que puede renunciar a un poco de su felicidad presente a cambio de alejar de su horizonte la posibilidad de ser el que va a ser encerrado en el cuarto de las fregonas. Lo brutal del cuento de Omelas es que esa posibilidad no se plantea: o eres un ciudadano feliz, sin riesgo, o eres el niño encerrado en el cuarto. El marco del relato nos deja poco margen para explorar alternativas.
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