Buenos días,
Dice San Martín que la antropología de Kant (que casi se podría decir que es toda su filosofía, por la cuarta pregunta) empieza después de leer este poema. Y eso que, según parece, no manejaba una traducción muy fidedigna.
Entonces conócete a ti mismo, no supongas a un Dios que investigar;
el estudio del hombre es el estudio apropiado de la humanidad.
Situado en este istmo de estados intermedios,
un ser oscuramente sabio y rudamente extraordinario:
con bastante conocimiento de la orilla escéptica,
con bastante debilidad por la soberbia del estoico,
pende en el medio; dudando de actuar o descansar;
dudando de juzgarse Dios o animal;
dudando si por su mente o cuerpo optar;
nacido solamente morir y razonando solamente para errar;
igual que su ignorancia su razón es tal,
bien sea que piense poco o piense asaz:
caos de pensamiento y de pasión, todo confundido;
aún por sí mismo abusado o desmentido;
creado en parte para elevarse y en parte para caer;
gran amo de todas las cosas, si bien presa de todas;
único juez de la verdad, arrojado al error interminable:
¡la gloria, broma y enigma del mundo!
¡Ve, maravillosa criatura! Cabalga a donde la ciencia lleva,
ve, mide la tierra, pesa el aire y delimita las mareas;
instruye a los planetas en qué orbitas correr,
corrige el tiempo antiguo y regula el sol;
ve, elévate junto a Platón hacia la esfera celestial,
hasta el bien primero, la perfección primera y la justicia primera;
o pisa el círculo intrincado que sus seguidores pisaron
y perdiendo el juicio llama imitando a Dios
como sacerdotes de oriente corriendo en torpes círculos
y girando las cabezas para imitar al sol.
Ve, enséñale a la Sabiduría Eterna cómo gobernar
—¡y luego cae en ti mismo y sé un idiota!
Seres superiores, cuando vieron hace poco
a un Hombre mortal desdoblar toda la ley Natural,
admiraron tal sabiduría en una forma terrenal
y mostraron a un Newton como mostramos a un Simio.
¿Podría él, cuyas leyes atan el rápido cometa,
describir o fijar un movimiento de su cabeza?
¿Quien vio sus fuegos aquí alzarse y allí descender
podrá explicar su propio origen o su fin?
¡Ay, qué maravilla! La parte superior del hombre
puede alzarse sin control y escalar de arte en arte;
mas cuando su propia gran obra ha tan sólo comenzado,
lo que hila la razón por la pasión es deshilado.
Sigue a la ciencia, pues, con la modestia como guía;
primero desnuda todo su bagaje de orgullo;
deduce lo que es solo vanidad o atavío
o el lujo del aprendizaje o la pereza;
o trucos para mostrar el alcance del cerebro humano,
simple placer curioso o dolor ingenioso;
purga todo o poda las partes sobrantes
de todos nuestros vicios que han creado artes;
luego mira cuán poca la suma restante,
¡la que sirvió al pasado y debe hacerlo en los tiempos por venir!
Alexander Pope,