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TEMA: Frónesis en la crítica

Frónesis en la crítica 11 Jul 2011 11:35 #3196

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Εν οιδα οτι ουδεν οιδα
Sócrates
La filosofía es ciertamente encantadora, Sócrates, cuando alguien se da a ella mesuradamente en la juventud; pero si se cultiva más allá de lo debido, es la perdición de los hombres. Por muy bien dotado naturalmente que esté un hombre, si continúa filosofando mucho después de la juventud, es forzoso que se vuelva ignorante de todas aquellas cosas que es menester sepa el hombre que haya de llegar a ser un hombre cabal y considerado: se vuelve ignorante de las leyes del Estado; de las palabras de que hace falta servirse al hablar a los demás en los asuntos públicos y privados; de los placeres y de las pasiones propias de los hombres; en suma, se vuelve ignorante absolutamente de todas las cosas humanas... Acercarse a la filosofía en la medida en que contribuye a la educación, está bien; no le está mal, a quien es un muchacho, filosofar. Pero desde que un hombre ya mayor sigue filosofando, la cosa se vuelve ridícula, Sócrates... En un muchacho joven me place el espectáculo de la filosofía; me parece adecuado; estimo que tal joven es un hombre digno; que el que no filosofa no es un hombre digno, ni jamás llegará a hacerse capaz de ninguna acción bella ni grande. Pero la verdad es que, cuando veo a un hombre mayor seguir filosofando sin cesar, me parece que a este hombre, Sócrates, le está haciendo falta ya- una buena tanda de palos.
Platón, Gorgias
Armonía preestablecida entre la filosofía y la soberbia. En ambas se dan las mismas notas capitales. Intelectualidad: la filosofía es cosa de saber; la soberbia, conciencia de superioridad intelectual. Sustancialidad salvadora: la filosofía busca lo sustancial salvador y piensa encontrarlo en la soberbia sustancialidad y salvación en sí. Abstracción: la filosofía es abstracción intelectual y vital; la soberbia, distanciadora, aisladora. Principalidad superior y dominante, que es, en suma, la definición, idéntica, de una y otra. En fin, extremosidad trascendente de lo humano y metafísica, que se patentiza en el carácter definitivo y absoluto del saber de los principios y de éstos mismos, y en los elementos divinos y demoníacos del fenómeno de la soberbia en su modalidad apical.
José Gaos, Dos ideas de la filosofía, Prosopopeya del filósofo-fenomenología de la soberbia

Últimamente vengo haciendo una reflexión que me gustaría compartir con vosotros y que versa sobre la frónesis, la prudencia que la filosofía debería ayudarnos a ejercitar, la sabiduría que deberíamos cultivar con ella. Pero me miro y miro a mi alrededor y mi observación me desalienta un tanto.

¿Nos ayuda la filosofía en nuestro día a día a no engreírnos tanto, a no criticar con tanta soltura, a no precipitarnos a censurar, a tachar a los demás de ignorantes – muchas veces sólo porque no comparten lo que no es más que nuestra opinión – obviando nuestra propia ignorancia, clave socrática de la filosofía?

¿Nos sirve la filosofía para armarnos de prudencia, para no dar por buena cualquier verdad que nos resulta afín - porque las otras somos rápidos en tratar de desmontarlas -, para no dar por definitiva una postura, al menos nunca lo suficiente como para sentirnos legitimados a emplearla sin cautela, sin piedad con los demás?

La humildad a la que creo que nos invita la filosofía procede para mí de este fundamento epistemológico transido de incertidumbre. Ya os lo he compartido en múltiples ocasiones. Pero en el fondo, advierto cada vez más como Gaos ese trasfondo diabólico del filósofo henchido de soberbia.

Evidentemente, no hay que malinterpretar esta prudencia como pusilanimidad, conformismo, resignación, relativismo o cobardía. Pero, ¿nos ayuda la filosofía a discernir bien el equilibrio de lo que es una crítica prudente? ¿o es más bien un impedimento que nos espolea a abandonar la templanza clásica, aspirantes a abarcar la totalidad, a ocupar la instancia metafísica, a poseer la perspectiva privilegiada? ¿Moderamos adecuadamente nuestra lengua, siendo conscientes de que somos señores de nuestros silencios, pero esclavos de nuestras palabras –este foro es una buena muestra de esa esclavitud? ¿o sobrepoblamos nuestros pensamientos y palabras – hasta agotar – de críticas a los otros, de los que en última instancia desconocemos su más íntima circunstancia? ¿nos aplicamos suficientemente el principio de universalidad kantiano como autocrítica a nuestra subjetividad? ¿o nos acomodamos como cualquier otro sólo que con mayor retorcimiento demagógico y sofista del lenguaje para acabar en lo de siempre: “mi caso es diferente”?

Soy el primero que cuestiona y crítica hasta el último matiz. Pero a veces me acabo incomodando o cansando de tanta crítica, especialmente la más obstinada, y me pregunto si, en esa andadura, el balance de la filosofía – que es salvación y perdición – ayuda lo suficiente.
Javier Jurado
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Última Edición: 11 Jul 2011 11:40 por Kierkegaard.
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Re: Frónesis en la crítica 11 Jul 2011 17:11 #3200

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Kierkegaard: Miras a tu alrededor y puede que observes un panorama desolador pero no por exceso de soberbia sino porque lo que recrimina Platón a Gorgias se cumple en este caso si te refieres al foro que te escucha. Filósofos o alumnos viejos empeñados en filosofar como yo, pulpo, que no aprendemos a hilar un discurso . No sabemos construir undiscurso mínimo, por no saber argumentar. Reunimos una enorme cantidad de ignorancia y para culminar paseamos por el foro y en lugar de hacer mutis opinamos como si fuéramos críticos consumados.
¡Sería excelente sentir la soberbia además del saber para refutar a Nolano o a tí admirado Kierkegard!¿Con quién vas a debatir, con los viejos ignorantes, con los jóvenes indolentes que se acercan en vacaciones, o con los tímidos neófitos?
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Re: Frónesis en la crítica 11 Jul 2011 17:59 #3202

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Re: Frónesis en la crítica 11 Jul 2011 19:15 #3204

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Kierkegaard escribió:
Últimamente vengo haciendo una reflexión que me gustaría compartir con vosotros y que versa sobre la frónesis, la prudencia que la filosofía debería ayudarnos a ejercitar, la sabiduría que deberíamos cultivar con ella. Pero me miro y miro a mi alrededor y mi observación me desalienta un tanto.

¿Nos ayuda la filosofía en nuestro día a día a no engreírnos tanto, a no criticar con tanta soltura, a no precipitarnos a censurar, a tachar a los demás de ignorantes – muchas veces sólo porque no comparten lo que no es más que nuestra opinión – obviando nuestra propia ignorancia, clave socrática de la filosofía?

¿Nos sirve la filosofía para armarnos de prudencia, para no dar por buena cualquier verdad que nos resulta afín - porque las otras somos rápidos en tratar de desmontarlas -, para no dar por definitiva una postura, al menos nunca lo suficiente como para sentirnos legitimados a emplearla sin cautela, sin piedad con los demás?

La humildad a la que creo que nos invita la filosofía procede para mí de este fundamento epistemológico transido de incertidumbre. Ya os lo he compartido en múltiples ocasiones. Pero en el fondo, advierto cada vez más como Gaos ese trasfondo diabólico del filósofo henchido de soberbia.
Yo procuro que sí, que la filosofía me ayude a ser humilde, a no tener orgullo y a ser prudente. Creo haber dado buena cuenta de ello, y cito mis ejemplos porque, como siempre me dice un amigo, "las palabras conmueven, pero los ejemplos arrastran". Así es que hay que obrar con el ejemplo.

EL semestre pasado, cuando dije que los profesores eran unos vagos y tardones en ofrecer las calificaciones, rectifiqué porque no tenía razón. En mi defensa podría alegar falta de transparencia en el proceso, pero ahora que ya sé cómo funciona soy consciente de lo equivocado que estaba. Estaba muy impaciente y me dejé llevar por los nervios. Pero supe darme cuenta a tiempo y rectifiqué -pedí perdón-, eso que está tan poco de moda hoy en día -en favor del orgullo-. No se me cayeron los anillos por ello. Quien tiene boca se equivoca, dicen.

En fin, estudiar filosofía puede valer para ganarse la vida (ahora mismo está difícil la cosa) pero debería valer para ser más prudentes, humildes y no orgullosos.
David Feltrer Bailén Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla
Graduado en Filosofía (UNED - febrero de 2016)
Estudiante del Máster en Filosofía Teórica y Práctica (UNED - octubre de 2018)
Estudiante del Grado en Geografía e Historia (UNED)
Última Edición: 12 Jul 2011 19:42 por Conrado.
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Re: Frónesis en la crítica 12 Jul 2011 13:53 #3208

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Si asimilamos Zen a Filosofía en general, esta cita es muy interesante:
Antes de estudiar Zen, las montañas son montañas y los ríos son ríos; mientras estás estudiando Zen, las montañas ya no son montañas y los ríos ya no son ríos; pero una vez que alcanzas la iluminación las montañas son nuevamente montañas y los ríos nuevamente ríos.

Sea quizá el camino de salvación de la filosofía el que te permita volver a ver las montañas tal como son después de haberlas deconstruído.

De ahí quizás las palabras del texto de Platón en las que critica al filósofo viejo, pues parece que no haya dado el salto a la acción mejorada.
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Re: Frónesis en la crítica 13 Ago 2011 10:00 #3633

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El pasaje del Gorgias con el que has dado comienzo al hilo, Kierkegaard, es ciertamente interesante e incluso enigmático. Ahí expone Calicles (484c-485d), frente a Sócrates, algo sorprendente, que “no es desdoro filosofar mientras se es joven; pero, si cuando uno es ya hombre de edad aún filosofa, el hecho resulta ridículo”, pues si una persona “sigue filosofando después de la juventud, necesariamente se hace inexperta de todo lo que es preciso que conozca el que tiene el propósito de ser un hombre esclarecido y bien considerado” (trad. Calonge Ruiz, Editorial Gredos). ¿Cómo es posible que se afirme de la filosofía, que se supone ser el conocimiento más alto que puede alcanzar el hombre, que es cosa de niños y no de adultos? ¿A qué se estará refiriendo Calicles al hablar de “filosofía”?

Ciertamente Calicles no está contraponiendo un posible saber científico (filosofía) con un saber político, pues ya antes en el mismo diálogo Sócrates y Gorgias han establecido que son cosas distintas el conocimiento y la creencia, que el saber y el creer son cosas diferentes, y no dos ámbitos jerarquizados como a los que se refiere Calicles que no habla de la “filosofía” como algo distinto del diálogo político, sino como algo que es superado por éste. Calicles se está refiriendo al hablar de “filosofía” a la falsa pretensión de un saber (no una creencia) sobre los asuntos de la polis, a la presunción filosófica de constituir una episteme sobre el bien y el mal, sobre lo correcto y lo incorrecto. Anticipa así Calicles la crítica que posteriormente dirigiría Aristóteles contra el Bien ideal platónico como fundamento de la moral y la política; para Aristóteles, como para Calicles, el bien se dice de muchas maneras, y todas ellas legítimas. Por eso la filosofía moral, entendida como fundamentalismo dogmático sobre el bien y el mal, es cosa de niños y jóvenes; con la edad el hombre adquiere prudencia, frónesis, y entabla un diálogo con sus conciudadanos; por eso la moral política es cosa del frónimos, hombre prudente y avezado en los avatares de la vida.

Pero ese relativismo moral entraña un evidente problema. Si no existe el bien como valor absoluto, todo el mundo puede tener razón y todo el mundo puede estar equivocado en cuestiones morales. Si no puedo identificar el bien, ¿cómo voy a distinguir lo mejor de lo peor? ¿Con qué vara de medir? Por eso es consecuente Calicles cuando afirma que “es justo que el fuerte tenga más que el débil y el poderoso más que el que no lo es” (483d): se impone la ley del más fuerte. Pero entonces, ¿dónde encontrar la frónesis? Pues la frónesis del relativismo ha acabado desembocando en la hybris de la fuerza bruta.

Has pedido, Kierkegaard, frónesis en la crítica; pero eso no parece tan sencillo de alcanzar como de predicar: tendremos que renunciar a la pretensión de saber con certeza dónde está el bien, pero, a la vez, tendremos que estar continuamente debatiendo sobre lo mejor y lo peor. Es difícil mantener el equilibrio en el discurso en tales circunstancias, pues bajo la capa de cortesía de un falso respeto a las opiniones de los demás, se esconderá siempre la convicción de que las opiniones de los demás son falsas, puesto que no pueden ser verdaderas; tal vez las nuestras también sean falsas, pero al menos tienen la ventaja de ser las nuestras lo que las situará siempre, de forma inevitable, en nuestro fuero interno, por encima de las opiniones de los demás.
Bin ich doch kein Philosophieprofessor, der nöthig hätte, vor dem Unverstande des andern Bücklinge zu machen.
No soy un profesor de Filosofía, que tenga que hacer reverencias ante la necedad de otro (Schopenhauer).


Jesús M. Morote
Ldo. en Filosofía (UNED-2014)
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Última Edición: 13 Ago 2011 10:02 por Nolano.
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Re: Frónesis en la crítica 17 Ago 2011 17:21 #3649

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¿Cómo vamos a distinguir lo mejor de lo peor? Probablemente no podamos hacerlo nunca definitivamente, y estemos condenados a andar siempre en la tensión de incurrir en una crítica excesiva o excesivamente poca, entre el dogmatismo y el relativismo, necesitados siempre del diálogo con otros para templarnos. El filósofo habrá de pronunciarse tanto como callarse, y el equilibrio no siempre será fácil, aunque ya dicen que deberíamos escuchar el doble de lo que hablamos, por aquello de tener dos orejas y una boca ;)

Pero entretanto me quedo con muchos hombres prudentes y avezados en los avatares de la vida, de carne y hueso y no idílicamente imaginados, que dialogan desde el equilibrio de su experiencia y la moderación de sus convicciones. Y de ellos aprendo que las formas importan mucho, porque no sólo hay que ser buenos, sino también parecerlo. No se trata de aparentar una falsa cortesía, sino de pronunciarse asertivamente, desde una convicción acaso asentada pero siempre provisional, desde un convencimiento razonado y firme pero explícitamente abierto a poder ser iluminado por el otro. Desde luego, reconozco que la frontera para discernir una cosa de otra a veces tampoco es evidente.

Es cierto que suelen ser los jóvenes los que más habitualmente se emperran en sus ideas como absolutas, pegados a su idealismo; y los más veteranos los que han visto de todo y moderan sus propias ideas a la luz de sus errores pasados, como dices. Pero creo que no hay determinismo causal en esta relación, sino frágil correlación temporal, y que esta frónesis depende más del carácter de cada uno - labrado por actos repetidos - que va puliendo ese equilibrio deseable, seguramente no alcanzable, pero imprescindible predicar y proponerse, por difícil que sea.

Lejos de él, a pesar de los años, algunos son incapaces de aceptar siquiera alguna vez un cambio en su postura, de reconocer un matiz en su convicción inicial. Con ellos, el diálogo parece infructuoso, árido, inútil. Y suele ocurrir que se saben tan seguros de sus certezas que su tema de conversación no deja de emitir juicios severísimos, críticas constantes. Y cansa un poco.

Y otros, también al margen de su edad, no aciertan a saber al menos por dónde anda eso de la frónesis en la crítica, en pleno mar de de sus imprudencias acusadoras, y cuando surge la cuestión sólo son capaces de ponerse a sí mismos como ejemplo, aportando paradójicamente lo que no es más una muestra de imprudencia frívolamente enmendada a posteriori.

Yo también soy crítico, qué duda cabe. El equilibrio real nunca es fijo - estática y platónicamente ideal - sino un promedio dinámico de sucesivas aproximaciones pues, como ya hemos citado en Epicuro, hasta en la moderación es preciso ser moderados.

La cuestión es si al pretendernos estudiosos de la filosofía logramos agudizar la inherente y necesaria capacidad crítica, o nos otorgamos la cobertura justificadora para dar rienda suelta a nuestra diabólica soberbia que diría Gaos. ¿Adónde se inclina la balanza?
Javier Jurado
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Última Edición: 18 Ago 2011 22:11 por Kierkegaard.
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