A tus planteamientos, un tanto a la gallega a o a la socrática, te hago estas preguntas:
otra cosa muy distinta es que hable en nombre del gobierno, que no solo no es lo mismo que un sector parlamentario, sino que en la interpretación más estricta del sistema parlamentario el legislativo se concibe como algo enfrentado al poder ejecutivo
¿No es la oposición la que en nuestro modelo actual, representada en el Parlamento, la que ejerce ese control independiente sobre la acción ejecutiva del gobierno?
se consolidaron elementos esenciales de la democracia, incluso cuando muchos de los regímenes en que esto ocurría no eran exactamente democracias porque no tenían sufragio universal, y porque podía haber determinadas ideologías prohibidas.
¿Un sistema como los actuales en los que se prohíben partidos que promuevan el terrorismo o la xenofobia no es por esto “exactamente una democracia”?
el Partido X lleva bastante tiempo posicionándose claramente contra el plan de empleo rural, que implica el mantenimiento de una población semi subsidiada en numerosas zonas rurales. En algunos pueblos de Andalucía y Extremadura se calcula que casi el 50% de la población vive del PER, lo que significa que nunca podrán votar al Partido X debido a una situación de dependencia económica. A esto es a lo que llamo ausencia de voto libre por causas económicas.
¿No refleja esta situación más bien que es el partido X el que “depende” de la voluntad libre de los ciudadanos – e individualmente secreta, no lo olvidemos – si lo que quiere es gobernar, es decir, que para lograr gobernar debería adecuar su programa a los intereses de la mayoría? ¿No es cierto que ese “no poder votar al partido X” es más bien una atadura por intereses o principios subjetivos radicalmente diferente a la atadura del campesino que era represaliado cuando no favorecía con su voto al cacique de turno?
No se trataba aún, en la mayor parte de los casos, de regímenes democráticos ni plenamente parlamentarios, y era posible que el gobierno siguiera una dirección muy diferente a la del parlamento.
¿Acaso hoy los gobiernos no pueden ejecutar acciones que son reprobadas por su parlamento y que sólo pueden salvar si su mayoría es absoluta?
no hay partidos que se instituyan como asociaciones meramente de ámbito privado que aspiran a gobernar o a influir sobre el gobierno. Sino que los partidos actuales son concebidos y constituidos como Partidos de Estado, es decir, como organizaciones que tienen su única razón de ser y sentido en la dirección de las instituciones, y que careces de razón de ser y sentido fuera de ellas. No son, ni pueden ser, organizaciones libres o independientes.
¿No son los partidos actuales, aspirantes o no a gobernar, evoluciones históricas de aquellas asociaciones de ámbito privado? ¿No son evoluciones de aquel ámbito privado en una época altamente ideológica, a través de una progresiva y creciente participación e influencia, hacia un modelo de partido de masas, con un electorado muy variopinto, y que se han desarrollado – no sé si necesariamente degenerado – hacia partidos de captación de votos y agregación de múltiples intereses? ¿Acaso esa falta de libertad e independencia no son síntoma de una trabada agregación de múltiples intereses dentro de un partido, como rígida fricción entre una pluralidad interna – pero ante todo en el electorado posible – y la disciplina del partido?
Están determinados -y en una proporción tremenda y terrible- por su dependencia del acceso efectivo al control de las instituciones. No son ya partidos con el objetivo de gobernar o influir sobre el gobierno, sino que necesitan gobernar para mantener las superestructuras que han creado y de las que vive mucha gente. Y esto es una degeneración enorme en mi opinión.
¿No es esto el resultado de la estabilidad de las democracias y su Estado del Bienestar, de su masificación, de la pérdida de vigencia de nociones como las de clase para categorizar y ubicar a los individuos en torno a intereses aislados, claros y diáfanos? ¿No es esto resultado de que los posibles votantes aúnan hoy intereses heterogéneos en materia económica, social, de derechos, de política exterior, de ecología,…?
La restauración del pluralismo ha llevado a la constitución de un gran microcosmos de partidos muy minoritarios, a menudo operantes al margen de las instituciones, y que por tanto no aspiran ni al gobierno ni a influir sobre él lo más mínimo. […] Pero no tienen opción a la intervención política efectiva en los sistemas políticos contemporáneos, en los que, como consecuencia de que no se haya restablecido la separación entre el Partido y el Estado, solo pueden intervenir en la política efectiva los que optan por la condición de Partidos de Estado. No -en absoluto- los que han optado por la condición de partido como asociación exclusivamente de derecho privado que no quiere -o no puede- fundirse-confundirse con las instituciones del Estado.
¿Acaso los lobbies, grupos de presión o colectivos de peso – muchas veces sin participar directamente en la política efectiva – no ejercen enormes influencias en las decisiones gubernamentales?
¿Qué alternativa propondrías para “liberar” a los votantes y a los partidos y evitar esta degeneración que le achacas a la democracia?