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TEMA: La crisis de la democracia - Vidal-Beneyto

Re: La crisis de la democracia - Vidal-Beneyto 04 Ene 2011 10:49 #719

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Thunder, con acierto escoges la intención socrática. A la gallega no era más que un pequeño guiño.

Sobre los temas que creo que quedan un poco coleando:

1. Aunque el terrorismo pueda ser una cuestión de procedimiento, también lo es de principio: antes que el diálogo democrático, estima que es posible anteponer el uso de la fuerza. Y como esto es intrínsecamente contrario al diálogo en sí, es fácil ver que es contrario a la democracia. Pero, ¿y un partido que fuera xenófobo, no desde la radicalidad que a nivel de procedimientos antepusiese la violencia al consenso, sino desde la postura ideológica de que los inmigrantes no tienen los mismos derechos fundamentales que los nacionales amparándose en la violencia legítima de la que como decía Weber tiene monopolio el Estado? Podríamos esgrimir que esta ideología contraría los principios fundamentales de la democracia, los derechos humanos en sí. Pero estos, aunque no son cronológicamente “preconstitucionales” porque que en la Constitución se recogen, sí son anteriores al debate democrático – porque este dura siempre – y por tanto podrían ser discutibles y revisables.

Este es el acuerdo de mínimos del que partir, el área solapante de Rawls. La cuestión es si con la ley electoral no estamos en esta misma situación: qué difícil es cambiar una ley de este tipo, no sólo porque interese a las mayorías en el poder que hasta él fueron encumbradas por ella, sino porque además forma parte de esos mínimos previos al debate mucho más difícilmente revisables: las condiciones de contorno de los que dialogan vienen dadas precisamente por ella. Un poco más adelante me mojaré en este asunto.

2. Dices que “En las democracias plenas actuales los gobiernos deben someter sus decisiones a la aprobación de la mayoría del parlamento”, pero no es cierto en general, porque el gobierno no tiene que andar consultando al parlamento todas y cada una de sus decisiones, ya que gobernar resultaría impracticable. Por eso, mi pregunta iba encaminada a evidenciar que, si bien ahora existe un mayor control del poder legislativo sobre el ejecutivo – cosa que creo que contradice un tanto tu tesis inicial – ahora como entonces los gobiernos también tienen un margen de operación que hace factible la gobernabilidad. Por lo que creo que la evolución es un cambio de mayor o menor grado, y no un cambio sustancial: aun cuidando las formas como apuntas, y con lo que estoy de acuerdo, el poder ejecutivo y el legislativo están ahora más separados que en otras épocas. Al final, en diferentes formas, el gobierno tiene que ir rindiendo cuenta ante el parlamento en sesiones de control y similares, y sobre todo, ante los ciudadanos, a la par que, como decías – y ahí es donde yo iba – señores como Aznar pudieron enviar tropas a Iraq sin tener que consultar con el parlamento – que por otro lado, en mayoría absoluta les habría dado el beneplácito.

3. Como casi siempre, creo que hacemos una aproximación diferente, o énfasis en diferentes perspectivas, pero llegamos a un lugar común: Yo creo que el cambio en los partidos acompaña a la paulatina evolución sociológica acorde con la ciudadanía a la que representan – y que efectivamente se ha visto influida por las caídas de los totalitarismos y la pérdida de las ideologías propia de la postmodernidad. Entiendo tu cierta nostalgia platónica – como dices – por respetar y servir más profundamente a los principios políticos que a los intereses electorales. Pero lo cierto es que estos partidos actuales que aglutinan intereses, que pueden llegar a ser contradictorios, son una muestra del relativismo moral – politeísmo weberiano – en el que nos encontramos: los propios ciudadanos somos incongruentes en muchos aspectos, y no tenemos grandes verdades ni sistemas totalizantes sobre nuestras cabezas, sino un pragmatismo del día a día que relativiza algunas cosas y va madurando otras. Esto no es necesariamente malo, no es estrictamente una “degeneración”, sino una razonable consecuencia de haber aprendido que las “grandes verdades” han conducido a la humanidad a cometer “grandes errores” y “grandes masacres”. Por eso la democracia ha abrigado con un inicio esperanzado que poco a poco se va desencantando este pragmatismo relativista que nos obliga a cuestionar nuestras propias ideas e ir adaptándose a las circunstancias de los intereses plurales –especialmente acelerados, además, por el intercambio cultural que supone la globalización. Aunque nunca llegase a existir el voto de clase – como apuntas – mucho más ideológicamente disciplinado podía encontrarse el electorado entonces que ahora, donde los indecisos deciden mucho más, lo que no es necesariamente una degeneración, si nos cuidamos de que estos indecisos no lo sean por abulia, desinterés o desde el analfabetismo.

El debate está en que quizá este es un efecto rebote ya excesivo, y que ya es hora de superarlo. Todo el movimiento, y no sólo el de los partidos, resulta hasta cierto punto razonable tras escaldarse con aquellas grandes verdades y fidelidades a principios que degeneraron en diferentes horrores totalitarios. Pero ¿no es ya tiempo para empezar a abandonar esta ambigüedad? Quizá sí. Sólo apunto a que debemos andar con cuidado al decidir por dónde queremos trazar el sendero para la recuperación de ciertas seguridades – como firmemente quieren neoconservadores y comunitaristas –, no sea que regresemos a una inestabilidad análoga a la de los veinte y los treinta del siglo XX, con populismos enfrentados y loables llamadas a recuperar la fidelidad política a unos ideales incuestionables que podrían hacer degenerar ciertamente la democracia.

4. La estabilidad de la democracia no quiere decir la estaticidad de la democracia. Estáticos o casi son los gobiernos totalitarios, inamovibles salvo en mínimas evoluciones a lo largo de décadas. Y es que la única forma de ganar la estabilidad del pluralismo es mantener el equilibrio dinámico tanto de sus gobiernos como de sus partidos, cuyos programas no son “inestables” sino más bien “dinámicos”, adaptados a ese pragmatismo sin olvidar su polo ideológico que ilumina pero no determina las posturas petrificándolas por los siglos. No obstante, entiendo tu observación de que la rigidez de las estructuras y no de los contenidos, es síntoma de cierta comodidad, o establishment, y esto tiene mucho que ver con el ejemplo de la ley electoral acomodada a ciertos intereses. Pero de nuevo nos encontramos en un debate: aun no compartiendo ciertas afirmaciones un tanto demagógicas de Wert, sí es cierto que la ley electoral pretende ser un compromiso entre equidad y gobernabilidad. En la equidad absoluta es más fácil, como en parte le sucede a Italia, que sea tan difícil gobernar, e incluso oponerse a partidos que sí logran el gobierno gracias a una mayor disciplina, frecuentemente asociada a la derecha – de ahí, entre otras cosas, el sempiterno Berlusconi. El caso extremo de este pluralismo ingobernable se refleja paradigmáticamente en las luchas intestinas del bando republicano en la Guerra Civil Española, que amén a su pluralismo, tuvieron que ver con la derrota del gobierno de la República, e incluso con el convulso ambiente que se vivía en fechas previas al golpe del 18 de Julio. El extremo contrario, el de la gobernabilidad absoluta – como por ejemplo sucediera si el sistema jugase al “rey de la pista”, y en un esquema binario sólo el que más votos hubiera logrado obtuviese plenos poderes, representación completa en la cámara y no solo en el gobierno. Entonces hablaríamos de totalitarismos, de fusión de poderes, y de la abolición de las minorías (incluso minorías muy mayoritarias). Evidentemente estos son extremos que no se darán, pero iluminan el continuo en el que se produce el debate. ¿Dónde está el medio virtuoso? El debate y las diferentes opiniones me parecen razonables en cualquier caso, y no posturas necesariamente vergonzosas, Nolano.
Javier Jurado
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Re: La crisis de la democracia - Vidal-Beneyto 04 Ene 2011 11:56 #722

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Pues a mí me producen vergüenza ajena los "argumentos" del señor Wert. Me gustaría saber si a él le da igual ganar 21.000 euros al año que ganar 35.000. O si le da igual ganar 1.000 euros al mes o ganar 5.000. Total, pelillos a la mar.

Otro argumento que a mí me produce vergüenza es el de la presunta "estabilidad" territorial del, según el señor Wert excelente desde el punto de vista de la eficacia, modelo electoral español. Creo que es evidente que el que la circunscripción electoral sea la provincia, con el correspondiente peso privilegiado de los nacionalistas/regionalistas/localistas varios en los órganos parlamentarios, han conducido desde 1977 a innumerables chalaneos a cambio de apoyar al Gobierno cuando el partido mayoritario no disponía de mayoría absoluta (uno de los últimos ejemplos: la subida del IVA en el resto de España se ha aprobado con el apoyo de los diputados de Coalición Canaria, cuando en Canarias no hay IVA, sino otro impuesto, el IGIC, que no ha sido objeto de la subida); así se han propiciado "estabilidades" del Gobierno A o del Gobierno B, pero no lo que yo creo que es la estabilidad del sistema político y del Estado. Y encima dice que es mejor no tocar la provincia como circunscripción electoral, para no agravar el debate de la estructura territorial de España. Como digo, el señor Wert parece que identifica la eficacia para la estabilidad del Gobierno de turno con la eficacia para la estabilidad del Estado.
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Re: La crisis de la democracia - Vidal-Beneyto 04 Ene 2011 12:13 #723

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Re: La crisis de la democracia - Vidal-Beneyto 05 Ene 2011 17:16 #733

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Estoy de acuerdo con vuestras críticas a Wert, y los argumentos que dais son de peso. Sólo estimaba que, como en tantas otras cosas, no hay blancos y negros, y en esta tonalidad de grises, no lidiamos una batalla contra "los malos", meros muñecos de paja. Del lado de los malos hay argumentos razonables, y no meras disculpas para evitar la pérdida de poder. Así, si "la clase política tiende a defender en los grandes foros más los intereses de las provincias grandes que los de las pequeñas", esta ley electoral contrarresta en parte que nadie haga mucho caso a Soria o a Teruel, contrarrestando el centralismo, aunque con ello, también otorgue demasiada influencia a provincias como Barcelona, Coruña o Vizcaya en las decisiones que conciernen a todo el país.
Javier Jurado
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Re: La crisis de la democracia - Vidal-Beneyto 05 Ene 2011 21:08 #736

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Re: La crisis de la democracia - Vidal-Beneyto 06 Ene 2011 12:04 #741

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Thunder, tres cosas:

Hablas del cariz únicamente político del liberalismo que caracteriza nuestras democracias, y sin embargo, es evidente que ese liberalismo aceptado también cuenta con principios tocantes a lo económico, ¿o no es la propiedad privada como derecho un principio fundamental que no puede ser generalmente suprimido sea cual sea el partido que gobierne?

Estoy de acuerdo contigo en que no se da hoy por hoy una separación de poderes, pues los ejecutivos se encuentran hasta cierto punto legislando. Pero es comprensible porque no podemos aún hablar de democracia en puridad a nivel europeo. Estos son estadios intermedios hacia esa construcción europea que puede verse como una democracia degenerada, o en positivo, como una democracia en generación. Y tiempo habrá de pasar para que los ejecutivos, legislativos y judiciales de verdad cedan parte de sus competencias a instancias superiores. Aunque no se corresponde exactamente con éste, el problema de la construcción europea corre paralelo al de la superación del modelo Estado-nación.

Sobre el apunte que hacías a propósito del sentido correcto de jacobinismo, dices que “sus ideas clave son soberanía nacional y centralismo, cosas ambas de las que carece el régimen europeo actual.” Pero es que en el ámbito europeo, ambas cosas son contradictorias, y ése es el problema de la construcción europea: ¿dónde está el “centro” de Europa? ¿Es Europa una nación? ¿Existe un demos europeo? ¿cuáles deberían ser las circunscripciones de esa Europa votante?
Javier Jurado
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Re: La crisis de la democracia - Vidal-Beneyto 06 Ene 2011 12:30 #743

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Re: La crisis de la democracia - Vidal-Beneyto 07 Ene 2011 11:02 #750

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Por puntos.

1. Estamos de acuerdo en que la propiedad privada no es en nuestras democracias liberales un derecho absoluto, por eso me referí a él como “principio fundamental que no puede ser generalmente suprimido”. Supongo que será cuestión de matiz, porque ni siquiera en los regímenes comunistas está completamente abolida la propiedad privada. En mi opinión, estas democracias asentadas en el modelo capitalista están bastante más cerca del liberalismo económico que del socialismo.

2. Es interesante la perspectiva con la que analizas que los Estados legitimados por su soberanía popular (en este caso, también nacional) estén cediendo su poder a otras instituciones no tan bien legitimadas. Mi aproximación, desde otra perspectiva, iba precisamente porque si esas otras instituciones no están suficientemente bien legitimadas es porque los Estados nacionales se resisten a entregar sus respectivas soberanías, y por tanto nadie se está interesando realmente porque esas instituciones, poco tomadas en serio – peligrosamente, comparto contigo la visión – no estén gobernadas fielmente por la soberanía popular.

3. El problema de la soberanía es el intrínseco a la definición del demos, al concepto de ciudadanía, y la limitación intrínseca del Estado-nación. Si bien lo que dices es cierto sobre la representatividad de quienes nos gobiernan, el problema al que yo iba creo que es ulterior.

Si “la soberanía popular consiste en que todos los poderes que operan sobre un territorio dependan del pueblo completo de ese territorio”, es evidente que no todas las decisiones de un territorio como Andalucía, el País Vasco o Catalunya las deciden sólo los andaluces, los vascos o los catalanes: hay cuestiones del Estado en el que se ubican que las deciden también los gallegos, los cántabros, los murcianos… en definitiva, todos los españoles, y que afectan también a esos territorios. El modelo europeo, efectivamente es, por así decirlo, como si en lugar de tener un voto por europeo, estuviéramos restringidos a una circunscripción nacional (a nivel ejecutivo, de un solo partido, el que gobierne), obteniendo un representante de entre los 27. Con ese grupo, ciertas decisiones nos vienen dadas aparentemente “desde fuera”, pero teóricamente son decididas por todos los europeos – incluidos los españoles allí representados. Otra cosa a la que apuntas es que ese “ejecutivo europeo” tuviera que estar respaldado directamente por los europeos como lo está el parlamento con partidos políticos a nivel europeo. Podemos estar de acuerdo, pero si no se hace precisamente es porque los ejecutivos nacionales se resisten a ceder sus competencias en ese gobierno europeo, y quieren simular que son ellos mismos los que lo forman, dejando en la sombra la figura de un auténtico Presidente o Primer Ministro de la Unión Europea – cabeza única de cuya ausencia se ha lamentado Obama.

Y aquí viene el problema del Estado-nación: si un presidente de gobierno no es circunscripción válida, ¿cuál lo es? ¿la nación? ¿las regiones-comunidades autónomas? ¿las provincias?... Al final, como ocurre en España, los españoles tendrán que aprender (no resignarse sino superar su mentalidad) y asumir que todos los europeos pueden tomar decisiones que les afecten, del mismo modo que los polacos asumirán que las que tomen los europeos – representantes españoles incluidos – también les afectan.

Efectivamente, corregida la soberanía nacional por popular, el centralismo se puede volver compatible. Pero al precio, precisamente, de abandonar la “idea nacional” por la de un “pueblo europeo” del que emana la soberanía que legitima a un gobierno europeo.

P. D.: Es curioso que en el país y momento del absolutismo monárquico, la Francia de Luis XVI, siguieran existiendo “señores feudales” con tanto poder como para que los jacobinos prefirieran el centralismo – ¿acaso no era una medida coherente con la propia centralización de poderes que quisieron, heredando por así decirlo la concentración del Rey en la de su Convención?
Javier Jurado
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Re: La crisis de la democracia - Vidal-Beneyto 07 Ene 2011 12:55 #752

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Me gustaría hacer algunas observaciones sobre las instituciones de la Unión Europea y su nivel democrático. Es casi un lugar común criticar el presunto “déficit democrático” de la Unión, especialmente por el escaso papel que se le adjudica al Parlamento Europeo que, sin embargo, parece el órgano europeo más representativo, debido a que es el único cuyos miembros se eligen por los ciudadanos mediante un proceso de elección directa. Pero hay que matizar bastante.

La división de poderes propugnada por Montesquieu, y que se ha erigido en el referente de un sistema democrático, puede ser vista de dos formas; en primer lugar, de una forma abstracta y, en segundo lugar, en una forma concreta institucional (separación del poder legislativo –cuyos miembros son elegidos directamente por el pueblo-, del poder ejecutivo –elegidos indirectamente- y del poder judicial –cuyos componentes son profesionales no electos-). Naturalmente, lo importante no es tanto la forma institucional concreta sino que lo relevante en el esquema de Montesquieu es que no haya nadie que detente el poder absoluto, sino que haya varias instancias que se equilibren y compensen mutuamente, de forma que se haga imposible el ejercicio dictatorial del poder.

La historia de la Unión Europea, desde sus primeros tiempos de la CECA y después de la CEE, ha sido en este sentido un ejemplo de una continua búsqueda de equilibrios de poder, por lo que creo que no se le puede reprochar déficit democrático alguno, aunque su estructura institucional se aleje del estereotipo de los tres poderes. Y aún menos se le puede hacer ese reproche desde sistemas políticos nacionales que, como algunos habéis indicado ya en el hilo, presentan serios problemas de legitimidad democrática de fondo, por mucho que sus sistemas políticos sean, formalmente, irreprochables.

En la Unión Europea, como bien dice Thunderbird, el Consejo de Ministros ostenta el poder legislativo. El Consejo que reúne a los “Jefes de Estado y de Gobierno” legisla en el marco de la Unión promulgando directivas y reglamentos. Aunque también dicta actos ejecutivos, como las decisiones, su función es fundamentalmente legislativa. Pero es que la ejecución, el poder ejecutivo en la Unión está a cargo no de una institución comunitaria, sino de los propios gobiernos nacionales que deben cumplir los reglamentos y efectuar la trasposición de las directivas al ordenamiento interno nacional. La Comisión no es un poder ejecutivo, sino un órgano básicamente de gestión interna y de dirección burocrática, además de impulsor de políticas, aunque se limita a proponerlas al Consejo. Ahora bien, ¿por qué los Jefes de Estado y de Gobierno no iban a tener legitimación o representatividad democrática para promulgar leyes? ¿Es menos representativo el Presidente de Francia, elegido directamente por el pueblo francés mediante unas elecciones que un diputado en las Cortes Españolas por la provincia de Zamora a quien nadie conoce y que ha resultado elegido porque iba en las listas del partido de Zapatero que se presentaba por Madrid? No veo problema alguno de legitimación democrática en el sistema europeo; el problema estaría en que el mismo que dicta la norma la aplique, pero el sistema de equilibrios de tendencias políticas y de intereses territoriales en el Consejo europeo hace imposible que ningún Jefe de Estado o de Gobierno pueda dirigir en exclusiva el ejercicio del poder legislativo sin contar con varios de los demás. Por otro lado se ha dicho aquí que Francia y Alemania, si se ponen de acuerdo, pueden hacer lo que quieran. Eso no es exacto al menos desde el punto de vista institucional (otra cosa es que el potencial de algunos países les dé una autoridad de hecho superior a la que pueda tener el resto): hay (o había cuando estudié la cuestión; ahora con las sucesivas ampliaciones de países me he perdido un poco) un complejo sistema de mayorías en conjunción con el peso del voto de cada país, que hace imposible la configuración de ciertos rodillos, al menos para los asuntos más importantes, habiendo incluso algunos asuntos que requieren unanimidad.

El Tratado de Roma nace precisamente como un Tratado de Derecho internacional. Según el Derecho internacional, cuando un Estado suscribe un Tratado, vincula al país entero; ni siquiera el Parlamento puede aprobar una ley que se oponga al Tratado. Y los Tratados internacionales los firma el Presidente del Gobierno, no las Cortes. Eso es lógico, pues ningún país puede incumplir sus compromisos internacionales. ¿Está el Gobierno de la nación pisoteando al poder legislativo cuando firma un Tratado internacional? Pues en la Unión Europea estamos en el mismo caso.

A mí personalmente me encanta el sistema de la Unión. Su modelo institucional se aleja bastante del estándar de los sistemas institucionales de los estados miembros, pero me parece estimulante la necesidad de debates, negociaciones y reuniones sin cuento para alcanzar acuerdos, No se parecerá mucho al sistema de los tres poderes, pero me resulta difícil imaginar un sistema de equilibrios y contrapesos más potente para evitar la acumulación de poder personal. Y si eso hace, según algunos, que Europa resulte menos contundente y/o eficaz que los fundamentalistas EEUU y su política de “conquistar el mundo”, me parece estupendo. Creo que hoy en día el único modelo serio de democracia es el basado en el diálogo y Europa es un ejemplo para el mundo de pluralismo y multilateralidad, aunque no cesan los intentos de convertir esto en una especie de nación-estado a gran escala. Y, visto lo visto en nuestro país, donde cuatro gatos mal contados estamos continuamente envueltos en inacabables disputas de poder territorial, no parece poco logro que algo como la Unión Europea, con 500 millones de habitantes, 27 países y no sé cuántas regiones y lenguas, no se vea agobiada continuamente por tales intrigas y luchas de poder como las que “gozamos” en nuestro bendito país.
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Re: La crisis de la democracia - Vidal-Beneyto 07 Ene 2011 21:35 #777

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