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TEMA: La crisis de la democracia - Vidal-Beneyto

Re: La crisis de la democracia - Vidal-Beneyto 18 May 2011 08:45 #2592

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Re: La crisis de la democracia - Vidal-Beneyto 18 May 2011 22:56 #2607

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Es importante mantener el espíritu del foro que obliga a hablar de filosofía y a contemplar las cuestiones bajo una perspectiva estrictamente filosófica. Y por eso hay que tener bien presente que aquí discutimos sobre filosofía política; es decir, sobre la legitimidad o ilegitimidad del poder. Ni más ni menos que sobre eso.

Para ello una herramienta conceptual imprescindible creo que es la de “metarrelato”. Hace algún tiempo (puede verse AQUÍ) ya aclaré lo que entiendo por “metarrelato” y el papel que desempeña ese concepto en el análisis filosófico de la sociedad política, lo que creo que conviene tener en cuenta a la hora de analizar la cuestión del movimiento “democracia real Ya”.

Según mi análisis de entonces, que creo que se confirma con lo que está sucediendo actualmente, “en las sociedades europeas nos encontramos en la actualidad con dos metarrelatos, el neoliberal y el neosocialista de Bad Godesberg”. Pero se trata de “dos metarrelatos que se corresponden con un único relato: ambos metarrelatos legitiman lo mismo, un sistema económico de libre mercado con acciones compensatorias a cargo del Estado que corrijan los conflictos que eventualmente puedan ir surgiendo con suficiente gravedad como para poner en peligro las propias bases del sistema y que sirvan de tranquilizante a la conciencia social. ¿Por qué hay dos metarrelatos? Porque dada la realidad social surgida de la sociedad postindustrial, hay dos grupos de ciudadanos con intereses y concepciones de autorrealización contrapuestos”.

En mi opinión lo que ha entrado en crisis, como consecuencia de la propia crisis económica que ha reducido apreciablemente las posibilidades efectivas de sostenibilidad económica del propio sistema vigente en las sociedades occidentales, es la posibilidad de coexistencia simultánea de los dos metarrelatos interpretativos de la realidad, el neoliberal y el socialdemócrata.

El metarrelato neoliberal va dirigido a la clase de los propietarios y se basa en que el sistema garantiza la propiedad como uno de los derechos fundamentales de la persona y el reconocimiento de los derechos políticos asegura más eficazmente la permanencia del sistema económico que su represión. El metarrelato socialdemócrata va dirigido a la clase de los no-propietarios (incluidos en ella los que sólo poseen casa y coche a través de préstamos, créditos e hipotecas) y sostiene que no es necesario cambiar el sistema económico, pues éste no está vinculado con una ciudadanía libre y responsable. Por eso el metarrelato neoliberal vincula propiedad y libertades en su imaginario y el metarrelato socialdemócrata las desvincula. Esta situación propicia el bipartidismo, permite un simulacro de lucha política donde lo único que se dilucida es qué personas, qué equipo gestor se hará cargo del Gobierno, pero en la que no se debaten realmente dos modelos diferentes de sociedad y de sistema económico, sino sólo el reparto del poder. Los metarrelatos actúan de “marca comercial” distintiva de los dos partidos frente a los consumidores en el mercado electoral.

Pero ante las dificultades económicas, se presentan dos alternativas: o se suben los impuestos (incluidas cotizaciones a la Seguridad Social) o resulta imposible mantener el mismo nivel de los llamados “gastos sociales”. La primera alternativa, dada la elevada cuantía que ya tienen las detracciones coactivas de recursos a las clases de rentas medias y altas (“fatiga fiscal”) en las sociedades desarrolladas, lleva a esas clases sociales a la percepción de que el sistema no garantiza realmente la propiedad y, en consecuencia, la disponibilidad libre de los recursos económicos; en consecuencia, el metarrelato neoliberal no sirve ya de coartada para la legitimación (a los ojos de estas clases sociales) del ejercicio del poder, si éste intenta mantener el nivel de “gasto social” a costa de las disponibilidades de recursos en manos privadas. Por su parte, ante la reducción de los llamados “gastos sociales”, las clases sociales menos favorecidas tienen la percepción de que el sistema no garantiza sus libertades efectivas, pues ven reducida también su disponibilidad de recursos económicos; el metarrelato socialdemócrata deja también de legitimar el ejercicio del poder.

Es imposible, en la crisis actual, conciliar ambos metarrelatos. El problema es que esos llamados nuevos “movimientos sociales”, hoy por hoy, son incapaces de construir un nuevo relato consistente alternativo a los dos relatos actualmente disponibles; y, posteriormente, elaborar un nuevo metarrelato consistente con aquél. El metarrelato visible en las manifestaciones y concentraciones recientes es, claramente, el metarrelato socialdemócrata. La reacción contra el sistema es comprensible, pues, efectivamente, se ofrece una paz social a cambio de un cierto sostenimiento del Estado del bienestar; y esa parte del trato parece estar siendo incumplida si se desmonta dicho Estado del bienestar. Pero no es menos cierto que si ese Estado del bienestar se sostiene sobre una reducción de rentas de las clases más acomodadas en un nivel que éstas consideran inaceptable, también los partidarios del metarrelato neoliberal pueden percibir que están siendo expoliados por el sistema y que la paz social no les compensa esa pérdida de poder decisorio sobre las rentas que obtienen.

Lo que está en juego, pues, en ausencia de relato y metarrelato alternativo a los actualmente vigentes, es qué metarrelato de los dos, el neoliberal o el socialdemócrata, va a acabar prevaleciendo. En realidad los movimientos de estos días son un desafío desde dentro al metarrelato socialdemócrata, lo que explica el nerviosismo del PSOE, que contrasta con la tranquilidad del PP, ante estos acontecimientos. El metarrelato socialdemócrata está quedando desenmascarado e inservible ante sus propias bases, lo que no ocurre con el metarrelato neoliberal, en mi opinión. Sólo un riesgo real de que estuviera en peligro la paz social podría reconducir la situación a un nuevo equilibrio de los dos metarrelatos todavía vigentes, hoy a punto de decantarse por uno solo de ellos.
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No soy un profesor de Filosofía, que tenga que hacer reverencias ante la necedad de otro (Schopenhauer).


Jesús M. Morote
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Re: La crisis de la democracia - Vidal-Beneyto 19 May 2011 11:30 #2609

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Es interesante que traigas aquí ese hilo que compartimos, Nolano, porque precisamente fue mi última intervención la que quedó sin respuesta y en la que ya respondía a este diagnóstico tuyo que ahora vuelves a reproducir.

Como ya he expresado también en este hilo mismo, no comparto en general esa tesis tuya de la insostenibilidad del sistema del Estado del bienestar, y menos que ésta haya sido una de las causas principales de la crisis. Lo que sucede es que la crisis agudiza la sensibilidad de todos, que ven amenazados sus derechos y privilegios (ante la escasez, siempre hay conflicto). Y por eso se cuestiona todo, desde los coches oficiales hasta las subvenciones a los sindicatos. Estoy de acuerdo en que "los movimientos de estos días son un desafío desde dentro al metarrelato socialdemócrata", pero a su edulcorada y narcotizada formulación actual, a ésa que yo consideraba sólo un liberalismo social, en mucho coincidente con el liberalismo más puro. Para mí, como ya expuse, las reales causas de la crisis pasan porque el triunfo del metarrelato neoliberal ya se impuso a partir de 1989, y ahora sufrimos sus propios excesos.

Y eso me parece que no tiene nada que ver con "el nerviosismo del PSOE, que contrasta con la tranquilidad del PP". Buena parte de quienes creían en el auténtico metarrelato socialdemócrata se han sentido traicionados por el gobierno socialista actual, y eso es lo que provoca el nerviosismo en el PSOE, pues si la fidelidad de los votantes del PP alcanza el 80% en el caso del PSOE sólo se queda en un 40%. La izquierda, por lo general, suele ser más crítica y plural, y ello conlleva sus particulares descalabros, como sucede a la fragmentada oposición en la Italia de Berlusconi, o al gobierno republicano de la Guerra Civil. En cualquier caso, es evidente que muchos de los gobernantes cuando estalló la crisis, sin ser necesariamente sus principales causantes, han caído con ella, al margen de su propio metarrelato.

Por otro lado, el movimiento Democracia Real Ya me parece que tiene, sin embargo, otras pretensiones que exceden el metarrelato socialdemócrata, y que aspiran a una reforma de la democracia en profundidad (corrupción, clientelismo, obsesión por el poder, incumplimiento del programa electoral, demagogia, ley electoral,...), y que exige superar la degeneración en que ambos metarrelatos se han convertido. El tiempo dirá si tiene algo que ofrecer como alternativa a éstos dentro del marco democrático. De momento, lo que se pone de manifiesto es el descontento de hecho con el sistema actual, hilo conductor de toda esta discusión que nos traemos.

En mi opinión, pero esto ya es una cuestión valorativa, la degeneración de los metarrelatos ha venido lastrada por el triunfo unilateral del capitalismo desde la caída del muro, que ha escorado a ambos en un sentido claro, sufriendo las incoherencias que el propio sistema guarda. Y por eso, más que el socialdemócrata, me parece que es el neoliberal el que está realmente "desenmascarado e inservible". Pero claro, es del socialdemócrata del que se esperaba que hubiera puesto el contrapunto al neoliberal, y al evidenciarse que se ha rendido a él, es el primero en salir a la palestra. Por eso, la crítica puede hacer tambalear más a los que se dicen socialdemócratas, principamente por dos motivos: En primer lugar, porque, como ya he dicho, la fidelidad corporativista siempre fue más cosa de los grupos conservadores. En segundo lugar, porque ante los tiempos de crisis - económica o institucional - siempre nos volvemos más egoístas, más individualistas y cortoplacistas, y miramos con menos perspectiva y generosidad la posibilidad de modelos más colectivos y de futuro a medio plazo. No es el metarrelato neoliberal el que vuelve a cobrar fuerza - la gente creo que es bastante consciente de que el descalabro ha sido financiero, posibilitado por el Laissez faire postulado por dicho neoliberalismo - sino los movimientos de concentración y de conservación ante las tempestades, como típicamente hemos visto en los rebrotes ultranacionalistas y ultraderechistas de estos meses, que en muchas ocasiones no tienen nada de neoliberales.

Afortunadamente, movimientos como el de Democracia Real Ya parece que miran con otros ojos la situación; veremos si el encuentro entre ambos no supone un auténtico zarandeamiento a la clase política que ponga en peligro la paz social y exiga la refundación de los partidos políticos.
Javier Jurado
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Re: La crisis de la democracia - Vidal-Beneyto 19 May 2011 17:03 #2610

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nerviosismo del PSOE, que contrasta con la tranquilidad del PP,
Sencillamente es una manera muy clara de explicar un asunto de filosofía política y para un alumno como si fuera una clase magistral. La cita que extraigo de todo el discurso de Nolano, pienso que es una apreciación personal, no se deduce del metarrelato de ninguno de los dos grupos. Pienso que es una deducción a expensas de las encuestas y la tranquilidad de un grupo que sin haberse esforzado ni hecho ningún mérito se encuentra a primera vista con un regalo ¿Como puede ser un exito político lo que es un fracaso a todas luces del neoliberalismo. Es más bien un triunfo sociológico repitiéndose el mismo fenómeno de hace 8 años, a base de repetir un slogan como describe en su libro: Manuel Castells "comunicación y poder".
Resumiendo sería un triunfo de los medios de comunicación afines, no habiendo aprendido la lección el partido del gobierno
Última Edición: 20 May 2011 15:38 por pulpo. Razón: anular mensaje
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Re: La crisis de la democracia - Vidal-Beneyto 19 May 2011 19:02 #2612

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Kierkegaard escribió:
Y por eso, más que el socialdemócrata, me parece que es el neoliberal el que está realmente "desenmascarado e inservible"

Mi planteamiento es que la utilidad del metarrelato es subjetiva: es útil para tal o cual miembro o grupo social. Me parece que tú opinas que los metarrelatos son útiles para todos o no son útiles. Al sostener yo la existencia de dos metarrelatos, eso no es posible, pues ninguno de los dos es útil para todos los ciudadanos: sólo lo es para tal o cual grupo social.

Entonces, de lo que se trata es de la eficacia de cada metarrelato dentro de la base social para la que ha sido diseñado. No dudo que a un convencido del metarrelato socialdemócrata le parezca inservible el metarrelato neoliberal, pero no se trata de eso, sino de cómo percibe el grupo social para cuya tranquilidad está diseñado el metarrelato la eficacia de éste. Y si los destinatarios del metarrelato socialdemócrata empiezan a pensar (como creo yo) que su metarrelato es inservible, da lo mismo que piensen también que está “desenmascarado e inservible” el metarrelato neoliberal, puesto que ese metarrelato no cumple ante ellos ninguna finalidad. Lo importante para que el metarrelato neoliberal siga siendo "servible" es que lo sea no para los destinatarios del metarrelato socialdemócrata, sino para los propios destinatarios del metarrelato neoliberal; y eso creo que sigue funcionando.

Y por “inservible” quiero significar que no se adecua a la realidad del relato vigente. No discuto si un convencido de las virtudes de la socialdemocracia sigue creyendo en ese metarrelato; lo que afirmo es mi creencia en que el problema actual es que ese convencido de las virtudes del metarrelato piensa que el relato (las relaciones sociales vigentes en la realidad) ya no se conforma con el metarrelato con el que fue convencido para aceptar el sistema-relato vigente en su realidad fáctica. Y por eso sale a la calle a protestar.
Kierkegaard escribió:
la fidelidad corporativista siempre fue más cosa de los grupos conservadores
Esa afirmación es muy discutible. En todo caso creo que es fruto de que introduces (y eso crea confusión) dos dicotomías, la de derecha/izquierda y la de conservador/progresista, que son ajenas a mi discurso. Si quieres puedes identificar, bajo tu propia responsabilidad discursiva, por un lado, neoliberal-derecha-conservador y, por otro, socialdemócrata-izquierda-progresista. A mí eso me parece una simplificación taxonómica que resulta inútil para un análisis de la situación actual.

En todo caso, no sé a qué te refieres exactamente con lo de la “fidelidad corporativista” y en qué sentido eso se pueda identificar con el relato neoliberal.
Kierkegaard escribió:
los movimientos de concentración y de conservación ante las tempestades, como típicamente hemos visto en los rebrotes ultranacionalistas y ultraderechistas de estos meses, que en muchas ocasiones no tienen nada de neoliberales

Con esta frase me das la razón en lo que apuntaba que la dicotomía izquierda/derecha no es correlativa a la de socialdemocracia/neoliberalismo. Y estoy de acuerdo. Como muestra, este Artículo de Timo Soini.

Entresaco traduciendo algunas frases que estoy seguro que suscribirían los manifestantes de la Puerta del Sol o la mayoría de ellos:

A riesgo de ser acusados de populismo, comenzaremos por lo obvio: no es el hombre corriente el que se beneficia (de los planes de rescate a Grecia y Portugal).

Mientras tanto, se ha desarrollado una simbiosis entre los políticos y los bancos: nuestros líderes políticos piden prestado cada vez más dinero para pagar a los bancos, que devuelven el favor volviendo a prestar todavía más dinero a nuestros Gobiernos.

El dinero no se destina a ayudar a las economías endeudadas. Fluye a través del Banco Central Europeo y los Estados receptores hacia los cofres de los grandes bancos y fondos de inversión.

Muy al contrario de la doctrina oficial, los Estados receptores no quieren “esa” ayuda, no de esa forma.
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Última Edición: 19 May 2011 19:06 por Nolano.
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Re: La crisis de la democracia - Vidal-Beneyto 20 May 2011 11:41 #2618

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En mi anterior mensaje había intentado distinguir entre el metarrelato socialdemócrata genunino, original, y la práctica degenerada de éste (el relato que tú llamas), y que a día de hoy creo que es la que en realidad presentan partidos como el socialista en España (otra cosa es si podría haber sido a pesar de todo fiel o estaba condenado ya desde hace años a traicionarlo). Del mismo modo, el metarrelato liberal tiene una cara amable y razonable con la que ha encandilado a muchos, pero henchido de poder como pensamiento único - el poder corrompe - también ha hecho que su práctica concreta degenere por sus propias aporías intestinas. Dicha esa aclaración, y considerando que desde su definición original ambos metarrelatos guardan vicios ocultos en su seno, creo que puede quedar claro que cuando digo que el metarrelato neoliberal es quien está realmente "desenmascarado e inservible" es porque considero que las degeneraciones de ambas prácticas se deben a la imposición de las aporías de éste y no a las del socialdemócrata, rendido a sus pies. Y eso se evidencia tanto para los que ya lo consideraban así como para los que estaban persuadidos de su éxito.

Estoy de acuerdo en que la utilidad del metarrelato es subjetiva, pero no considero que quienes se adhieren a uno u otro metarrelato se encuentren en clases estancas o lo hagan de una vez para siempre (afortunadamente). Decir que "los metarrelatos son útiles para todos o no son útiles" no es exactamente lo contrario que decir que "ninguno de los dos es útil para todos los ciudadanos: sólo lo es para tal o cual grupo social". Muchas veces, si uno no se deja llevar por un arrebato ideológico excesivamente pasional y corporativista, observa que nadie tiene la razón, sino que cada metarrelato pone encima de la mesa buenas razones y por eso duda, lo que hace que cada metarrelato sea una propuesta abierta a captar seguidores, aunque como es natural sus principios los capten más en ciertos sectores sociales. Pero para la dilatada clase media esa duda es inevitable, y sólo la práctica concreta de los partidos políticos reales orienta el voto de los indecisos.

Por otro lado, en este grado de adhesión, como decía, la duda es habitualmente más propia de quienes se ubican en eso que simplificadamente podríamos llamar "la izquierda", pues el propio metarrelato socialdemócrata no ha triunfado entre ellos tan uniformemente como el liberal lo ha hecho entre lo que de nuevo simplificadoramente podríamos llamar la derecha actual. Por eso no comparto que "los destinatarios del metarrelato socialdemócrata empiezan a pensar (como creo yo) que su metarrelato es inservible" sino que sus representantes políticos de facto no han sido fieles a dicho metarrelato, y por tanto sus seguidores se sienten traicionados por éstos y no por la factibilidad del metarrelato en sí. De nuevo, podríamos estar de acuerdo con tu aclaración sobre a qué te refieres con "inservible" en el fondo de la cuestión; pero el matiz es importante: el metarrelato de la socialdemocracia puede seguir siendo factible para muchos; sin embargo, el metarrelato neoliberal es el que ha provocado una vez más una crisis cíclica, especialmente severa en este caso, contrastando gravemente sus principios con la dura realidad. A no ser, quizá, que esté yo equivocado, y el metarrelato neoliberal asuma que las crisis cíclicas de su sistema pueden suponer los reajustes tan profundos socialmente hablando que presenciamos, creyendo además con ello que no se pone en peligro la viabilidad del propio sistema (social e incluso ecológicamente) y que sus seguidores estén por tanto dispuestos a ello. Por todo ello, también discrepo de que el metarrelato neoliberal "sigue funcionando".

Por otro lado, como decía, no pretendo aferrarme a esa dicotomía neoliberal-derecha-conservador y socialdemócrata-izquierda-progresista porque efectivamente puede ser una "simplificación taxonómica" excesiva. Pero si lo he mencionado ha sido por tu diagnóstico - político no ya filosófico-político - sobre "el nerviosismo del PSOE, que contrasta con la tranquilidad del PP". En cualquier caso, aunque efectivamente no hay una dependencia rígida entre dichas etiquetas, creo que es innegable que existe una correlación notable en afinidad en muchos contextos como para obviarla, sea útil o no para la presente discusión. El hecho es que los movimientos que observamos por las plazas de España en estos días probablemente harán mucho más daño a quien pretende ostentar el metarrelato socialdemócrata que al liberal-conservador por todo lo que ya he comentado.

Y como bien has apreciado en tu último comentario, yo mismo ofrezco un ejemplo de que esa relación no es rígida con los rebrotes ultranacionalistas que tienden más a la autarquía proteccionista que al liberalismo transnacional. Pero su surgimiento vuelve a darme la razón en la caducidad del metarrelato neoliberal, pues ese mismo ultranacionalista podría simpatizar con principios inherentes a la socialdemocracia dentro del ámbito nacional.

No entraré a evaluar el movimiento de la Puerta del Sol - y otros muchos lugares de España - porque estoy formándome un criterio poco a poco. De momento ciertamente he visto algo de populismo irreflexivo en un escenario un tanto bucólico, que recuerda al canto de la imaginación al poder, pedid lo imposible, en nuestra particular versión de aquel Mayo del 68; pero también he visto - e incluso de primera mano - surgir propuestas concretas de una ciudadanía plural movilizada, que son ajenas al metarrelato socialdemócrata o neoliberal, y que podrían venir a enmendar algunas de las lacras más perniciosas para la propia democracia. Pero tendremos que ir viendo con el tiempo en qué se decanta esto.

En cualquier caso, ayer venía reflexionando sobre el papel que el triunfo del neoliberalismo ha tenido que ver con la degeneración del propio sistema democrático. Lo hemos comentado en mensajes precedentes de este mismo hilo. Hemos hablado de la oligarquía política que representan los principales partidos actuales; de la dificultad de entrada de un nuevo competidor en el sistema dada la ley electoral; de la demagogia publicista que se ofrece en los discursos y que resulta tan típica en un contexto engañadizo de competencia económica voraz; de la aspiración al poder - y el acceso a recursos que ello conlleva - de buena parte de la clase política por encima de los intereses ciudadanos... Quizá el metarrelato liberal tiene razón en que al final la gente sólo acaba moviéndose por maximizar su propia función de utilidad, sus beneficios, y que la ilusión en la participación democrática, en el desinterés sindical, la ilusión por el diálogo político abierto y sincero, por el esfuerzo en el consenso real,... típicos de la transición se han ido agotando. Me vuelven otra vez tus propias palabras, Nolano, acerca de uno de tus "temas favoritos" - en tus propias palabras -, el de la relación entre economía y ética especialmente en nuestros días:
Nolano escribió:
Desde que estudié Ética de 1º ya tuve la intuición de que la economía había ocupado, en los tiempos actuales, el lugar de la moral pues, al fin y al cabo, su objeto es el mismo: ambas mantienen un discurso sobre valores.
Cuando se ha impuesto la racionalidad liberal y monopoliza el discurso hasta meterse en el tuétano de la cultura, todo se acaba impregnando de su carácter de compra-venta, regido por el relativo y movedizo equilibrio oferta-demanda, espoleado además por un puñado de privilegiados globales en un sistema injusto, tendientes a la obesidad y al hedonismo. Buena parte del relativismo moral que vivimos - y que tú mismo tanto persigues superar - es resultado de este triunfo del discurso liberal: todo se compra, todo se vende. Y al final sucede como decía Groucho Marx: Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros. Y de ahí la degeneración de los metarrelatos. Las aporías del modelo liberal llevado al extremo se han impuesto y han catalizado la degeneración de la democracia, desilusionada de otros valores que no sean los más egoístas, los que ignoran qué es eso del compromiso y de la solidaridad, la generosidad, el desinterés, la gratuidad, el esfuerzo por algo que no sea por uno mismo...

Y con eso volvemos al núcleo de la discusión: ¿se puede de alguna forma refundar esa ilusión (pedagogia política) en la propia democracia? ¿o es preciso rendirse ante la crisis cíclica del propio sistema político - análoga a la que reconoce el metarrelato capitalista - y sentarse a esperar a renovar el consenso tras de algún que otro susto, con todas las amenazas que eso pueda suponer? ¿necesitamos una tercera guerra mundial para volver a valorar lo que tenemos?
Javier Jurado
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Última Edición: 20 May 2011 21:51 por Kierkegaard.
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Re: La crisis de la democracia - Vidal-Beneyto 22 May 2011 00:03 #2629

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Creo, Kierkegaard, que nuestras respectivas construcciones teóricas de lo que son un relato y un metarrelato y las interrelaciones entre ambos no son coincidentes. Tengo la impresión, al leer tu último mensaje, de que tú ves sus relaciones como si el metarrelato fuese una especie de ideal político que el relato lleva, mejor o peor, a la práctica:
distinguir entre el metarrelato (...) y la práctica degenerada de éste (el relato que tú llamas
las degeneraciones de ambas prácticas

En mi concepción ambas cosas, relato y metarrelato, son interpretaciones de una realidad; y ninguna de las dos es la realidad propiamente dicha, o la realización práctica de nada. Intentaré explicarme.

El mundo está formado por una multitud de elementos y sus relaciones mutuas. Forma parte de la naturaleza cognitiva humana el tener que adaptar ese magma a una serie de esquemas organizativos, y eso constituye una interpretación o una imagen del mundo, sin la cual el mundo no tiene sentido alguno para nosotros. Una clase de esas relaciones entre los elementos del mundo son las relaciones de poder; ciertamente hay relaciones de “poder” o “fuerzas” físicas como la gravedad o las pulsiones biológicas, que quedan fuera de nuestro objeto actual de debate: aquí lo que nos interesan son las relaciones de poder humanas, la potestad de unos hombres de doblegar la voluntad de otros y someterla a la propia, dicho en los términos lo más crudos y primitivos posibles.

La interpretación de esas relaciones de poder en las sociedades occidentales se lleva a cabo a través de su agrupación para su estudio: relaciones de poder político, de poder económico, de poder social... que dan lugar a las ciencias (en sentido amplio: ámbito de saber diferenciado) político-jurídicas, económicas, sociológicas. Mediante ellas se estudia el conjunto de relaciones de poder de hecho en nuestras sociedades como un modelo establecido de facto, así como la plasticidad de ese modelo y sus posibles respuestas a diferentes variables (posibilidades evolutivas y de desarrollo del modelo). Pero si eso se quedara así, las relaciones de poder sólo podrían ser efectivas mediante la violencia: sólo la imposición por la fuerza física garantizaría la permanencia en el tiempo de esas relaciones.

Sin embargo, es evidente que la fuerza física, la violencia, no puede garantizar por sí sola la subsistencia de las relaciones de poder. No hay ley que se aguante sólo mediante el castigo de los infractores; eso debe ser un recurso extremo para casos de incumplimiento patológico, pues la vigencia de una ley reposa siempre sobre la aceptación de la ley por la mayoría de los ciudadanos de forma voluntaria. Y para que eso sea posible es necesaria una interpretación adicional y superpuesta, una metainterpretación, que legitime el ejercicio del poder, que haga que los miembros de la sociedad, en la gran mayoría de los casos. acepten voluntariamente el ejercicio del poder que actúa sobre ellos mismos. Sin metarrelato no hay relato posible; pero eso no significa que el metarrelato determine el relato, sino que es una mera condición de posibilidad de éste.

Naturalmente todo lo anterior es una exposición esquemática, pero imprescindible para una ubicación conceptual productiva de los problemas de filosofía política. En la realidad relato y metarrelato van unidos y se condicionan mutuamente; pero en el orden lógico el relato precede al metarrelato.

Dentro del marco de esa delimitación conceptual, Kierkegaard, creo que no tienen mucho sentido tus observaciones relativas a las razones de los metarrelatos (“el metarrelato liberal tiene una cara amable y razonable”, “nadie tiene la razón, sino que cada metarrelato pone encima de la mesa buenas razones” o “quizá el metarrelato liberal tiene razón”). Los metarrelatos no tienen nada que ver con razones, sino que, si se me permite utilizar la expresión de Carnap y del emotivismo ético, son actitudes emotivas ante la vida. Los metarrelatos no son cosa de razones, sino de opiniones o convicciones de cada cual. Desde ese punto de vista es inútil (y muy cansino) cualquier debate entre metarrelatos rivales. Lo verdaderamente interesante es ver el mecanismo mediante el cual los metarrelatos velan y hacen asumibles las relaciones reales de dominio; y cómo se levantan y se derrumban los metarrelatos. Eso es lo que a mí me interesa realmente de la historia de las ideas políticas.

La realidad fáctica no es estática, sino dinámica y los elementos configuradores de esa realidad y sus mutuas interrelaciones están en un continuo cambio. Las ciencias sociales, por ello, también están en continuo ajuste para interpretar esa realidad (y entiendo “ciencias sociales” en un sentido amplio, incluyendo en ellas también las ciencias políticas y jurídicas); pero eso, que es propio de la filosofía de la ciencia, en particular de la filosofía de las ciencias sociales, no nos ocupa ahora que estamos hablando de filosofía política. Por eso a la larga siempre se acabarán produciendo ciertos desajustes entre los relatos y los metarrelatos, pues los cambios en el marco descriptivo de la realidad pueden dejar fuera de juego a ciertos metarrelatos que legitimaban el poder del antiguo relato para ciertos sectores de la población. Pongo un ejemplo, y sólo para ilustrar esa situación, pues no me gustaría derivar el debate hacia una discusión sobre el relato económico, lo que estaría fuera de las finalidades filosóficas del foro. Tenemos una cierta realidad de relaciones económicas y sociales y un modelo interpretativo de la misma consistente en asignar al Estado tres funciones básicas: una labor correctora de ineficacias técnicas del mercado, una función de incentivar el desarrollo económico y una función de corrección de desigualdades sociales inasumibles por considerarse más allá del concepto vigente socialmente de justicia. Esa interpretación de los hechos económicos determina que hay un poder estatal que puede, coercitivamente, intervenir en el libre juego del mercado entre agentes privados; y éstos entienden que ese poder (que coarta su libre albedrío en el uso de ciertos recursos económicos) es legítimo en virtud de, en nuestra sociedad, dos metarrelatos, el neoliberal y el socialdemócrata. Unos justifican el poder porque les permite un ámbito mínimo de libertad en su toma de decisiones económicas, que queda garantizado por el Estado, y otros porque permite una intervención mínima de corrección de inequidades sociales. Ese equilibrio, sin embargo, puede romperse si la disponibilidad de recursos, como consecuencia de una crisis económica, se reduce. Como las intervenciones para ajustes técnicos son ineludibles y las políticas de desarrollo y fomento también (el crecimiento de la tarta para repartir siempre interesa a todos), el caballo de batalla se centra en las políticas de redistribución de la renta. Si los recursos disponibles para esa finalidad son demasiado escasos, o se aumenta el porcentaje que se detrae de los agentes privados, con la consiguiente descalificación del metarrelato liberal, o se reducen los recursos destinados a este objetivo estatal, con el correspondiente desmontaje del metarrelato socialdemócrata.

En ese sentido, y como creo que el relato económico, político, jurídico y social sigue vigente, al menos mientras España siga en la Unión Europea y no cierre sus fronteras a las relaciones económicas con el exterior en los términos derivados de los compromisos asumidos en los tratados comunitarios, y pretenda seguir acudiendo a los mercados internacionales de capitales en las condiciones institucionales en que estos mercados están planteados, la disminución de fondos para las políticas redistributivas acaban haciendo inservible el metarrelato socialdemócrata, pues su legitimación del poder queda sin contenido en las políticas reales. Sin embargo, el metarrelato neoliberal sigue plenamente vigente (para aquellos ciudadanos que se adhieren a él).

Creo que es importante darse cuenta también de otra cosa. A veces me da la impresión de que, desde el metarrelato socialdemócrata, se acusa a los políticos o a los poderes fácticos de estar rendidos al neoliberalismo. Según mi esquema conceptual, los poderosos carecen de metarrelato; si el metarrelato es una interpretación legitimadora del poder, es un instrumento necesario para quien no detenta poder alguno o lo hace en grado mínimo, es decir, para quien soporta más el poder de otros de lo que ejerce el propio. El político, y el económicamente poderoso o el socialmente poderoso, no necesita metarrelato, pues para él, al detentar el poder, éste se justifica por sí solo: no necesita acudir a contarse cuentos que lo justifiquen, pues el tener poder se justifica a sí mismo. La clase política (y en ella incluyo los sindicatos funcionariales) y los que tienen verdadera capacidad directiva de la vida económica y social sólo aparentan una adhesión a tal o cual metarrelato, porque la supervivencia de su poder depende en grandísima medida de que el imaginario colectivo de la población los identifique con tal o cual metarrelato, que esa población sí necesita para soportar más o menos voluntariamente el ejercicio del poder por otros.

Ya comentamos AQUÍ un artículo de Adela Cortina en plena activación del metarrelato socialdemócrata; como se ve al pie de dicho artículo, esa “filósofa” es presidenta de la Fundación Étnor, fundación que, como puede verse AQUÍ está graciosamente finaciada por entidades como Bancaja, Banco de Valencia, IBM e incluso alguna empresa constructora. También el artículo de Antón Costas, que hemos comentado hace unos mensajes en este mismo hilo, no es sino la presentación de un estudio-libro también financiado por Bancaja. El ahora tristemente famoso Strauss-Kahn, no tenía problemas en presidir el Fondo Monetario Internacional y ser el futuro candidato socialista francés a la Presidencia. Cargo en el FMI que ostentaba el actual Presidente de Cajamadrid, cuya adscripción al metarrelato neoliberal es suficientemente conocida por su trayectoria institucional, entidad financiera que no hace mucho se anunciaba en televisión poniendo por delante su contribución a la ayuda al desarrollo en un pueblo andino en el que los niños se bautizaban en agradecimiento como Antonio-Madrid, o Valeriano-Madrid. Y qué decir del gran gurú del metarrelato socialdemócrata, Felipe González, tan sensible él a los movimientos populares asamblearios del día, que no le hace ascos a formar parte del Consejo de Administración de Gas Natural Fenosa (muy bien remunerado, por cierto). No seamos ingenuos. Los que ostentan el poder no suscriben metarrelato alguno (no lo necesitan), se limitan a dar publicidad al metarrelato diseñado para los que no tienen poder; y si es necesario publicitar varios metarrelatos a la vez, pues no hay problema.

En resumidas cuentas, no le veo gran futuro a todo este movimiento popular, pues carece de relato alternativo a un metarrelato socialdemócrata que depende del relato vigente en nuestras sociedades. Sólo la articulación previa de un relato alternativo al vigente puede dar alas al metarrelato antisistema. Pero eso, hoy por hoy, me parece que queda bastante lejos.
Bin ich doch kein Philosophieprofessor, der nöthig hätte, vor dem Unverstande des andern Bücklinge zu machen.
No soy un profesor de Filosofía, que tenga que hacer reverencias ante la necedad de otro (Schopenhauer).


Jesús M. Morote
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Re: La crisis de la democracia - Vidal-Beneyto 31 May 2011 22:02 #2732

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Pasados unos días creo que el tiempo me está dando la razón: la ausencia de relato alternativo por parte de los “indignados” va desembocando en la marginalidad del movimiento y en su disolución como un azucarillo.

También creo que los últimos acontecimientos políticos me dan la razón sobre que “los que mandan” son inmunes a los metarrelatos y están por encima de ellos.

Declaraciones de Zapatero al conocer los resultados electorales (“La Vanguardia” de 23/05/2011): «"No hemos podido ni sabido llegar a nuestros ciudadanos", ha considerado, para después reivindicar la necesidad de continuar con las reformas económicas emprendidas en esta legislatura para salir de estos "momentos difíciles", ha señalado. Según Zapatero, "no hay otro camino" y, aunque el país tiene capacidad y camino por recorrer, ha reconocido que "el camino no es fácil ni rápido", sobre todo en lo que se refiere al empleo, ha asegurado» (las negritas son mías).

Declaraciones de Berlusconi al conocer los resultados electorales en las elecciones municpales italinas (“Corriere della Sera” de 31/05/2011): “«No hay más camino que mantener los nervios templados y marchar hacia adelante», explica el Presidente del Consejo, asegurando, sin embargo, que el ejecutivo no está en discusión. «La mayoría - dice – esta unida y determinada» a hacer las reformas empezadas»" (negritas mías).

Como se ve, tanto Zapatero como Berlusconi han escuchado el mensaje del pueblo y han decidido que la nación no puede prescindir de su guía, que señala el camino de la salvación, así que se van a sacrificar por nosotros y no piensan marcharse.
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Re: La crisis de la democracia - Vidal-Beneyto 01 Jun 2011 15:45 #2737

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Quizá no anduviesen tan distantes nuestras respectivas construcciones teóricas, pues una interpretación es aceptada si resulta creíble; y resulta creíble si es factible. Aceptando tu definición, puede decirse que el metarrelato socialdemócrata se derrumba porque ya no es creíble que las fuerzas a las que estamos sometidos se encuentren legitimadas por un Estado de Derecho que vele realmente por los intereses públicos y no se subyugue a los privados. La que el metarrelato socialdemócrata venía contando - no dejan de ser eso, cuentos, relatos - no es la situación en la que nos encontramos, porque el relato de la situación actual dista mucho de dicha interpretación. La cuestión es si podría transformarse la situación actual, no para crear un nuevo metarrelato que se acomode a la nueva situación, sino para cambiar ésta y hacer así que el relato volviera a aproximarse al metarrelato original, esta vez visto como horizonte utópico al que aproximarse, de forma que éste pudiera volver a ser creíble. En definitiva, está en juego aquello de que si no vivimos como pensamos, acabaremos pensando como vivimos.

Ahora bien, en esa línea, tampoco el metarrelato neoliberal sobrevive, pues se han puesto en tela de juicio dos de sus postulados más fundamentales: el respeto por la propiedad privada y la sostenibilidad del sistema. Ésta acaba de sufrir una nueva crisis, especialmente aguda, que lo cuestiona especialmente a él, que era el predominante y triunfador en la globalización; y aquélla también se ha tambaleado, poniéndose al descubierto que el Estado mediador ha socializado las negligencias de los económicamente más poderosos que, sí, habrán visto protegida su propiedad privada, pero a costa de la propiedad privada de muchos otros menos pudientes.

Por otro lado, aceptando la descripción que has hecho de los metarrelatos, no acabo de compartir tu tajante afirmación de que:
Nolano escribió:
Los metarrelatos no tienen nada que ver con razones, sino que, si se me permite utilizar la expresión de Carnap y del emotivismo ético, son actitudes emotivas ante la vida. Los metarrelatos no son cosa de razones, sino de opiniones o convicciones de cada cual.
Ciertamente los metarrelatos gozan de un componente irracional y emotivo ineludible - y con el que efectivamente resulta cansino, y estéril, entrar en discusión. Prueba de ello es el habitual carácter heredable que tiene - como auténticos grupo de memes - de una generación a otra dentro de una misma familia - salvo efectos rebote. Al final hay muchos que se sienten de un partido político como de un equipo de fútbol. Sin embargo, todos los metarrelatos se parapetan y se apuntalan con una estructura de razones - de ideas, y de ahí ideología - para poder sostenerse, y que son habitualmente las que se discuten. Una mera adscripción emotiva se tambalearía mucho más fácilmente - y la sostenibilidad de su propio discurso es el principal objetivo del metarrelato -, especialmente en un Estado de derecho que ampara la libertad de expresión crítica, pues un Estado totalitario siempre podría preservar el discurso más emotivamente "al descubierto", en lugar de apelando a razones, controlando coercitivamente las alternativas. Como la realidad es tan compleja y no disponemos de información suficiente para hacer valer o refutar dichas ideas, como dices, se sigue apelando al metadiscurso que representa el metarrelato.

Conectando con lo que ya expresaba, esa base irracional a la que aludes, creo que tiene un peso por lo general notablemente mayor en los discursos conservadores y de la derecha, que se apoyan menos en su articulación racional que los de la izquierda, en la que tradicionalmente han surgido iniciativas críticas y razonadas (desde aquella "izquierda" que representaron por su ubicación física los burgueses de la Revolución Francesa hasta la Escuela de Frankfurt pasando por el marxismo y su crítica a las ideologías), y que da buena cuenta de los diferentes "suelos" con los que cuentan los partidos alineados con uno u otro discurso. La emancipación humana ha progresado en el logro de derechos sobre su propiedad privada, pero también sobre su libertad de pensamiento, libertad positiva, igualdad de oportunidades, etc. El equilibrio entre estas libertades ha fraguado el tándem de los metarrelatos neoliberal y socialdemócrata. Pero con una diferencia importante: La habitual correlación que, aunque con excepciones, se da habitualmente en nuestros días entre grupos conservadores y el metarrelato neoliberal hace que, aunque éste apele a unas razones (generalmente de la ciencia económica) puestas últimamente en duda, el componente irracional lo sostenga mucho más en la brecha. Especialmente porque ante el miedo, ante la incertidumbre, solemos reaccionar egoísta e irracionalmente, lo que genera la paradoja de quienes se supone que ahora deben sacarnos de la crisis son quienes más se aproximan al discurso de quienes la han provocado.

Porque en este análisis no hay que olvidar un elemento fundamental y es el de las causas de la crisis económica - de las que ya hemos hablado -: limitarnos a evaluar lo servible que resulta ahora como remedio un metarrelato u otro ignorando las cuentas pendientes que tiene cada uno con lo que ha sucedido es perderse la mitad de la verdad. Y en ese caso mi diagnóstico era claro: el

socialdemócrata - dada tu definición - no es a día de hoy creíble porque de hecho el relato de hecho es muy diferente al que él relata; pero tampoco lo es el neoliberal, que ha encubierto la catástrofe en la que nos hemos sumergido. Si, a pesar de ello, este metarrelato sobrevive mejor - e incluso triunfa - es por otros motivos, a los que ya apunté (individualismo egoísta exacerbado ante la falta de recursos, conservadurismo del propio pensamiento conservador e irracional intrincado con él, cambio de turno en el gobierno respectivo como castigo a los presentes en la crisis, etc.).

De todas formas, para no desviarnos del hilo, la cuestión que subyace es si está en crisis el metarrelato de la democracia como tal, que se fundamenta en aquella volonté générale del filósofo ginebrino. Crítica que se afronta desde dos frentes opuestos, muy vinculados con los metarrelatos de los que venimos hablando: Por un lado, quienes no se creen que esa volonté sea realmente générale sino al servicio de unos pocos, y exigen refundar la democracia para hacerla más participativa, transparente, etc. Por otro lado, quienes pretenden minimizar la usurpación que esa supuesta volonté générale - aunque lo sea - está ejerciendo en la esfera privada.

Sobre los "indignados", en cualquier caso, creo que es muy pronto para sacar la conclusión de que el tiempo los haya disuelto o no. Si está todavía fraguándose un metarrelato alternativo está por ver, pues es indudable que décadas de un sistema no se van a reemplazar en cuestión de semanas. Pero si se realiza, como decía antes y tú mismo interpretas aquí, será con carácter utópico-transformador y no meramente intérprete de la realidad.
Javier Jurado
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