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TEMA: Modernidad Líquida

Modernidad Líquida 12 Dic 2010 12:26 #566

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Aquí os pongo un artículo de Zygmunt Bauman, "Modernidad Líquida" que me ha parecido, supongo que desde mi completa ignorancia, algo fresco y estimulante en filosofía, una forma distinta de ver la realidad y de explicar el mundo.


Saludos.

La modernidad líquida
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Última Edición: 18 Oct 2011 10:42 por Moderador.
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Re: Modernidad Líquida 13 Dic 2010 20:48 #580

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Interesante texto, aunque la traducción contiene alguna falta contra el idioma, como la de decir reiteradamente "nómade" (¿?) en vez de "nómada".

Os reproduzco un mensaje que escribí antes de haber leído el texto que nos propone Topos y que colgué hace ya algunas semanas en el curso virtual de la asignatura Metafísica, un tanto harto de tanto "pensamiento líquido", en el que en las unidades didácticas de dicha asignatura se nos sumerge para que nos bañemos a gusto. Naturalmente, se trata de una liquidez postmoderna, que es a la que, a pesar del título del texto de Bauman, que habla de "modernidad" y no de "postmodernidad", se refiere éste.

Este era mi mensaje, que consistía en una defensa de la solidez frente a la liquidez postmoderna que en el tema se nos propone (y que es glosada por Bauman en su texto como nueva coartada del poder):

Después de haber desarrollado unas respuestas a los ejercicios propuestos dentro del punto de vista del texto de la UD, no estará de más realizar adicionalmente una crítica personal a los planteamientos que se proponen en aquélla.

Veamos algunas frases del tema:

1) “ (...) aunque es posible discutir racionalmente sobre las distintas Metafísicas, es fácil atrincherarse en la propia concepción del mundo y resistirse a ser desalojado de ella y aunque, en principio, no es posible descartar la posibilidad de convencer a alguien de que cambie su visión metafísica, hay que tener en cuenta que esto es muy difícil por la relación profunda que las posiciones metafísicas tienen con la propia personalidad y visión del mundo” (pág. 31, final del 2º párrafo).

2) “El pluralismo irreductible de lo real hace que la Metafísica no se pueda concebir como un continente (...) sino a lo más como un archipiélago, en el que se relacionan los elementos heterogéneos de la realidad y del discurso, pero manteniendo su pluralidad y no quedando rígidamente jerarquizados y organizados. La Metafísica introduce un tipo de pensamiento flexible, ligero, débil, como veremos después” (pág. 30, final).

3) “Nuestra Ontología es, pues, descentrada, múltiple, fundada sobre un ser débil, azaroso, más abismo que suelo firme, que somete a los entes a una dispersión y a una errancia continua, a una deriva permanente y sin fundamento o, a lo más, fundada más que en unas raíces, en unas bases, en los márgenes, en una frontera en continuo desplazamiento...” (pág. 33, final del 1º párrafo).

En el primero de los textos que reproduzco se nos proponen dos cosas difícilmente conciliables, como son que las posiciones metafísicas estén enraizadas en la propia personalidad y en una “visión” del mundo individual y, sin embargo, sea posible “discutir racionalmente” sobre ellas. Y todo el discurso del tema 1 se mueve en ese territorio inestable: sólo sería precisamente la imposibilidad de una discusión metafísica racional lo que conduciría a aceptar ese pensamiento “flexible, ligero, débil”, un discurso totalmente evanescente al fin y al cabo.

Es la reconocida imposibilidad que se predica de la Metafísica para sujetarse a un discurso racional lo que nos llevaría hacia la poesía. Pero habría que ser un poco prudente en esta cuestión, pues corremos el riesgo de convertir el debate metafísico en unos juegos florales. ¿Es para eso para lo que estudiamos metafísica? Yo diría que no, que, aunque a todos nos gusta “Poeta en Nueva York”, no estamos aquí para discutir sobre García Lorca, sino más bien sobre Zubiri. En caso contrario, echemos el cerrojo y vayámonos todos a estudiar la carrera de Literatura. Creo que es legítimo preguntarse si todo ese discurso sobre el pensamiento débil, flexible, nómada, itinerante, no esconderá precisamente falta de solidez intelectual; si la disolución de los referentes sólidos no conducirá, partiendo de la licuefacción, a una total rarefacción del pensamiento, lugar que no deja de parecer el sitio más adecuado para mentes huecas.

En el tema se apunta una coartada para ese planteamiento: Auschwitz e Hiroshima. Por mi parte no tengo inconveniente en añadir el gulag soviético o cualquiera de los innumerables genocidios y programas de limpieza étnica del siglo XX, lo que hace más plural políticamente el museo de los horrores. El argumento latente en la cita de estos acontecimientos parece ser que son unas convicciones fuertes, sólidas, firmes, las que dieron origen a los mismos. Sería, pues, la reconversión de los principios en otros débiles, líquidos, flexibles, una profilaxis que prevendría la reaparición de tales horrores en las sociedades humanas. Pero ¿es correcto ese diagnóstico? Yo creo que no.

Hay que cuestionar seriamente que sean precisamente unas sociedades formadas por individuos de valores sólidos las que hayan podido constituir el caldo de cultivo de un Auschwitz o un Hiroshima. Antes al contrario, creo que es precisamente la ausencia de valores, una indiferencia moral generalizada socialmente, la que da lugar a la asunción social del horror sin capacidad crítica. Ese diagnóstico es el que hizo en aquel momento Ortega y Gasset en “La rebelión de las masas”, donde caracterizaba al hombre-masa precisamente como un hombre “a la deriva”, sin referente moral alguno. Ese hombre-masa a la deriva parece ser el ideal metafísico al que se nos remite en el tema mediante la expresión “pensamiento flexible, ligero, débil”, y la propuesta de itinerancia recogida bajo el término “panthah”: ¿acaso no es “ir a la deriva”, como decía Ortega, un “panthah” que “es una deriva por un espacio liso en el que no hay referencias”, un camino en el que “el azar es fundamental”? Auschwitz e Hiroshima son, precisamente, las consecuencias de ese estado de cosas que Ortega, proféticamente, vaticinaba que acabarían llevando al desastre de la sociedad europea. El nacionalsocialismo alemán se limitó a llenar el vacío moral de la sociedad alemana de su tiempo, y su triunfo ideológico es una secuela de esa deriva y ausencia de referentes morales; igual que la tranquilidad de conciencia con la que la sociedad norteamericana asumió el horror de Hiroshima sólo se puede explicar por la deriva ética de una sociedad adormecida por el consumismo, y no hubiera debido tener cabida en una sociedad de fuertes convicciones morales. Una cosa es el pluralismo moral (en cuya defensa se pueden y se deben sostener posiciones moralmente fuertes e innegociables) y otra muy distinta la indiferencia moral, donde todo cabe y todo se justifica porque no hay referencia moral valorativa alguna.

Que no haya caminos trillados no significa que debamos caminar sin rumbo alguno. Precisamente lo que hace el camino lleno de “pena, incertidumbre y peligro”, para decirlo en palabras del propio tema, es que uno pretenda llegar a algún sitio, y arriesgue para ello; si voy sin rumbo, si me da igual llegar a un sitio que a otro, rehuiré cualquier dificultad y cualquier riesgo. Sólo puede consistir mi camino en un viaje apasionante si me enfrento a los obstáculos que se me presentan, lo que sólo haré porque se interponen en la ruta que me he marcado, no si no tengo plan de ruta alguno, si no tengo ni idea de a dónde pretendo llegar. El “panthah” que se nos propone en el tema creo que se parece más a la excursión campestre de Mary Poppins que al viaje heroico de Ulises. Porque, como escribió Kavafis, la riqueza no está en Ítaca, sino en el viaje; pero no hay viajes con sentido si no hay Ítacas a las que queramos llegar.
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No soy un profesor de Filosofía, que tenga que hacer reverencias ante la necedad de otro (Schopenhauer).


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Re: Modernidad Líquida 14 Dic 2010 15:03 #582

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A mi también me parece muy interesante el concepto de modernidad líquida, acuñado por Zygmunt Bauman, (reciente Príncipe de Asturias de Humanidades, juntamente con Alain Touraine),en cuanto a diagnóstico de la vida humana contemporánea, mediante el cual traza una imagen de nuestro mundo que se caracteriza por un rápido y constante cambio de las estructuras sociales. Se ha pasado de una modernidad «sólida», y estable a una modernidad «líquida» y voluble, lo que provoca una creciente inestabilidad de nuestro entorno en la que las referencias con las que fijamos nuestro desarrollo individual y colectivo se van difuminando con la consecuencia de un debilitamiento constante de los vínculos humanos en una sociedad en que los sentimientos dominantes son la incertidumbre, la inseguridad, la vulnerabilidad... Desaparece la confianza en uno mismo y en los otros. Hemos adquirido mayor libertad y hemos perdido seguridad. Caracterizar este diagnóstico como positivo o negativo es lo que puede ser objeto de más amplio debate.

Esta metáfora de la liquidez de Bauman, emparentada con el pensamiento débil de Vattimo, también me ha recordado un tanto a la imagen de la Espuma que propone el filósofo alemán Peter Sloterdijk (del cual me leí este verano el primer volumen de su trilogía “Esferas” y de la que cuanto tenga un poco más de tiempo redactaré un mensaje con sus ideas más interesantes). La espuma es resultado de la implosión de las esferas (unidades microsféricas que constituyen las formas de la intimidad del ser) y de los globos (macroesferas producto de la globalización). Mediante la imagen metafórica de la espuma, Sloterdijk trata de dar cuenta del carácter multifocal de la actualidad. Cuando todo se ha convertido en centro, no hay centro válido alguno. La imagen morfológica definidora del mundo en que vivimos no es ya el globo sino los mundos-espuma en los que se establecen complejas pero frágiles interrelaciones entre los seres humanos y donde las burbujas aisladas no son introducidas en un hiperglobo único integrador sino concentradas en grandes montones irregulares donde no hay una efectiva comunicación.

Por otro lado, la traducción del prólogo del libro de Bauman, está realizado desde Uruguay, donde es más frecuente usar el término nómade, y no estoy seguro de que podamos considerarlo como una falta ortográfica.
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Re: Modernidad Líquida 14 Dic 2010 15:07 #583

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Pues me he pasado de listo, desde luego. Nunca había oído o leído esa variante, "nómade", pero efectivamente está en el Diccionario que, lamentablemente, no me había molestado en consultar. Gracias por advertirlo, Rafel.
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Última Edición: 14 Dic 2010 15:08 por Nolano.
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Re: Modernidad Líquida 14 Dic 2010 21:35 #584

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Ya me parecía a mí que yendo más avanzados vosotros en la carrera, tendríais una perspertiva más amplia que la mía en eso de lo "líquido". Yo era la primera vez que leía algo así y se me antojó muy interesante.

Gracias por vuestros comentarios.
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Re: Modernidad Líquida 14 Dic 2010 22:55 #585

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Todo es una cuestión de grado, me parece. Nos vemos envueltos en una ley del péndulo: o todo es rígido e inamovible, o todo es opinable.

Yo pienso que no hay nada seguro en este mundo, pero también que no podemos caer en la indiferencia total, ya que, si se me permite la expresión, aunque no hay nada seguro, hay cosas menos seguras que otras. Puede que no sea muy seguro afirmar que ahora es de noche, pero desde luego es más seguro afirmar que la Tierra gira alrededor de su eje que afirmar que las que se mueven son las estrellas alrededor de la Tierra.

Estoy estos días enfrascado en la lectura del artículo, ya clásico, de Quine, “Dos dogmas del empirismo”, y os dejo aquí algunos fragmentos para la reflexión. Ciertamente es absurdo un pensamiento totalmente rígido, pero de ahí a pasar a un pensamiento totalmente vaporoso, creo que hay que buscar algún término medio. Cito a Quine, pues:

La totalidad de lo que llamamos nuestro conocimiento, o creencias, desde las más casuales cuestiones de la geografía y la historia hasta las más profundas leyes de la física atómica o incluso de la matemática o de la lógica puras, es una fábrica construida por el hombre y que no está en contacto con la experiencia más que a lo largo de sus lados. O, con otro símil, el todo de la ciencia es como un campo de fuerza cuyas condiciones-límite da la experiencia. Un conflicto con la experiencia en la periferia da lugar a reajustes en el interior del campo: hay que redistribuir los valores veritativos entre algunos de nuestros enunciados. La nueva atribución de valores a algunos enunciados implica la re-valoración de otros en razón de sus interconexiones lógicas —y las leyes lógicas son simplemente unos determinados enunciados del sistema, determinados elementos del campo. Una vez redistribuidos valores entre algunos enunciados, hay que redistribuir también los de otros que pueden ser enunciados lógicamente conectados con los primeros o incluso enunciados de conexiones lógicas. Pues el campo total está tan escasamente determinado por sus condiciones-límite —por la experiencia— que hay mucho margen de elección en cuanto a los enunciados que deben recibir valores nuevos a la luz de cada experiencia contraria al anterior estado del sistema. Ninguna experiencia concreta y particular está ligada directamente con un enunciado concreto y particular en el interior del campo, sino que esos ligámenes son indirectos, se establecen a través de consideraciones de equilibrio que afectan al campo como un todo.
(...)
Todo enunciado puede concebirse como valedero en cualquier caso siempre que hagamos reajustes suficientemente drásticos en otras zonas del sistema. Incluso un enunciado situado muy cerca de la periferia puede sostenerse contra una recalcitrante experiencia apelando a la posibilidad de estar sufriendo alucinaciones, o reajustando enunciados de las llamadas leyes lógicas. A la inversa, y por la misma razón, no hay enunciado alguno inmune a la revisión.
(...)
Según he dicho, una experiencia imprevista puede acomodarse en el sistema mediante una de varias nuevas valoraciones posibles en otros tantos sectores del sistema; pero en los casos que hemos imaginado, nuestra natural tendencia a perturbar lo menos posible el sistema en su conjunto nos lleva a centrar la revisión en esos específicos enunciados (...) Por eso se tiene la sensación de que esos enunciados tienen una referencia empírica más precisa que los muy teoréticos enunciados de la física, de la lógica o de la ontología. Puede considerarse que éstos están situados en una zona relativamente central de la red, lo que significa meramente que presentan poca conexión preferencial con algún dato sensible determinado.


Estoy de acuerdo con Quine, todo es revisable. Pero también estoy de acuerdo con Quine en que dentro de nuestro acervo cognoscitivo tiene que haber una jerarquía: hay cosas que estamos dispuestos a revisar menos que otras, cosas que son más centrales y, por tanto, que suponen un anclaje imprescindible si no queremos ir a la deriva, ya sea epistemológica que es de lo que habla Quine, ya sea ética o política. Mi crítica a la postmodernidad líquida es que desaparece toda jerarquía valorativa; que, como los fluidos, correremos sin sentido desviándonos ante la primera dificultad u obstáculo que se nos presente, cogiendo siempre el camino más fácil y siempre cuesta abajo. Hacer de eso un programa filosófico me parece bastante preocupante.
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Re: Modernidad Líquida 18 Oct 2011 09:49 #4936

  • Kierkegaard
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Añado a este hilo una entrevista reciente a Bauman a propósito del "líquido" aunque nada marginal - a pesar de lo que dicen algunos - movimiento social que presenciamos en nuestros días.

Sin entrar en valoraciones políticas, sí parece cierto, como viene diciendo Nolano, que si a la emocional convocatoria de los indignados no le releva un relato pensado, consistente y compartido, una propuesta alternativa completa, es posible que se evapore. (Lo que no quita para que algunas de las críticas concretas que se han hecho no sean ya factibles).
Javier Jurado
@jajugon
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Re: Modernidad Líquida 19 Oct 2011 10:42 #4955

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En esa entrevista Bauman recupera sus viejos tópicos ya expuestos en el prólogo que nos facilitó Topos. Ya manifesté mi acuerdo con Bauman y puse como ejemplo el planteamiento que se hace de la asignatura Metafísica, esa huida de la solidez hacia los flujos inestables de lo vaporoso.

También manifesté en otro hilo mi impresión de que el movimiento 15-M no tendría mucho recorrido por ausencia de relato consistente. Bauman parece que opina lo mismo, y me satisface ver que no es sólo una apreciación personal, sino compartida por más gente.

Recupero algunas frases del prólogo de Bauman a su obra “Modernidad líquida” que creo que se pueden aplicar al caso:
Bauman escribió:
“Si ha pasado la época de las revoluciones sistémicas, es porque no existen edificios para alojar las oficinas del sistema (...) Resulta evidente la escasez de esos potenciales revolucionarios, de gente capaz de articular el deseo de cambiar su situación individual como parte del proyecto de cambiar el orden de la sociedad”.

Lo más cómico de la cuestión es que en los términos actuales, el enfrentamiento entre el “poder” y los “indignados” no se plantea en términos de una corriente o flujo que intenta derribar viejas estructuras “sólidas”, sino entre dos flujos o corrientes igualmente líquidas:
Bauman escribió:
“La principal técnica de poder es ahora la huida, el escurrimiento, la elisión, la capacidad de evitar, el rechazo concreto de cualquier confinamiento territorial y de sus engorrosos corolarios de construcción y mantenimiento de un orden, de la responsabilidad de sus consecuencias y de la necesidad de afrontar sus costos”.

Pero, a su vez, del lado de los ciudadanos sujetos al poder:
Bauman escribió:
“El poder de licuefacción se ha desplazado del «sistema» a la «sociedad», de la «política» a las «políticas de la vida»... o ha descendido del «macronivel» al «micronivel» de la cohabitación social”.

Aquí nadie quiere arriesgar su estatus, asumir las responsabilidades de acometer una obra y tomar una dirección firme (por miedo a que pueda ser equivocada).

Entonces se nos presenta la estrafalaria situación de un movimiento de indignados líquido, fluido, acuoso, que se enfrenta a un poder político no menos líquido, fluido y acuoso; ya no es el oleaje que intenta derribar los viejos muros de la opresión, sino corrientes que se mezclan, una nave de los locos sin gobierno que va puramente a la deriva, como ocupada por hombres-masa orteguianos. Por eso no asombra que en esa confusión de corrientes y fluidos se mezclen los indignados con políticos volátiles, sindicalistas licuefactos e incluso no me extrañaría ver por allí a algún banquero haciendo “rafting”, sorteando los rápidos, tan feliz como un salmón en el Bidasoa.

El Gobierno de la nación lo vio muy bien en los días previos a las elecciones municipales, cuando a la marea de indignados opuso el flujo líquido del consentimiento policial que se retiraba y fluía con la corriente (a pesar de los órdenes judiciales al Gobierno de que pusiera en marcha la solidez a la que estaba obligado en el sostenimiento del sistema). La Generalitat de Catalunya, sin embargo, no supo ver eso y por ello se encontró con la desagradable situación de las refriegas de los “mossos d’esquadra” con los indignados en los aledaños de la Plaza de Cataluña. Pobre ignorante, el Consejero del Interior de la Generalitat, que oponía paredes, sólidos, a las corrientes líquidas de la postmodernidad indignada. Así le fue.

En el nivel de la actual política española, sin embargo, los contendientes son más avezados que ese pardillo Conseller. El PSOE, obligado a solidificar la economía ante el desastre presupuestario y los requerimientos de Bruselas, ha tenido que desdoblar su discurso. Ha dejado a Zapatero subido a la torre de un Gobierno a punto de ser víctima del derribo por la acción erosiva de las corrientes ciudadanas, pero ha licuado su discurso electoral, a cuyo frente ha puesto al náufrago Rubalcaba, a bordo de una balsa electoral escurridiza y líquida. Un partido, el PSOE, que busca el imposible de ser a la vez sólido (Gobierno) y líquido (Candidatura electoral).

Por su parte, Rajoy, al frente del PP se deja también llevar por la corriente. El PSOE y sus medios de comunicación afines insisten: “Díganos sus propuestas, las políticas que piensa aplicar cuando llegue al Gobierno. ¡Solidifíquese, señor Rajoy!”. Y Rajoy contesta: “Que te crees que soy tonto, solidifícate tú si quieres; yo estoy muy a gusto nadando a favor de corriente. Me encanta la liquidez”.

Y así están las cosas y la campaña electoral: a ver quién es más líquido para ganarse las simpatías electorales del líquido hombre-masa.
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Última Edición: 19 Oct 2011 23:16 por Nolano.
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Re: Modernidad Líquida 01 Nov 2012 20:11 #10260

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La postmodernidad no es líquida y –si podemos permitirnos el lujo de pensar y disentir- Bauman es muy atrevido al hablar de la postmodernidad tan ligeramente como lo hace, habiendo gente tan buena que se ha ocupado de ella. Tal vez por eso insiste en su “modernidad líquida”, una metáfora sugerente pero escasamente fundamentada.
Yo recuerdo el mal humor de estudiar pensamientos débiles y filósofos deprimentes, Rorty a la cabeza, pero también Poper. Sin embargo, es un hecho que otros filósofos más sólidos, como Derrida, o si quieres Focault, Deleuze… y gran parte de la filosofía de las últimas décadas, insisten en una dispersión, desagregación o disolución. La postmodernidad, como definición de una época, o como sucesora de la ilustración permite, y esta es su potencia, comprender esos pensamientos recurrentes, que tienden hacia ese momento en que el empuje del lenguaje se desvía de su objetivo, acabando por traicionarlo.
En principio, la postmodernidad fue un movimiento artístico, vanguardista. Buscaba explorar a fondo los lenguajes, sus posibilidades. Buscaba libertad. Porque había llegado un momento que casi se podían predecir los resultados de las diferentes técnicas y estos eran el único deseo de los académicos. Era dar un paso, una salida a esa expresión o sentimiento que el lenguaje coartaba con sus reglas.
Vamos a ver si me explico mejor. El genial Nietzsche pensaba que la lógica se basa en un engaño: dar por sentado que hay dos cosas iguales. De alguna manera, los lenguajes –que tienen que seguir esa lógica que sólo la poesía puede saltarse- van alejándose más y más de su interés. En realidad, la crítica postmoderna va más allá: sería la razón en que confiamos desde la modernidad la que se hubiera mostrado, tanto se aleja del deseo originario, como naturaleza no dominada, vamos, lo contrario de lo que buscábamos.
El problema es que no es fácil hacerse cargo de esta situación. Si el lema de la ilustración era ten el valor de servirte de tu propia razón, el postmoderno sería ten el valor de servirte de tu propio pensamiento. Pero no es fácil. Si me apuras, este es el problema actual de Europa, que no ha podido recoger el guante lanzado desde Adorno y que Lyotard expresa magníficamente bien (en su postmodernidad explica a los niños porque la diferencia es peor y un sufrimiento de leer)
Cuando, primeramente, es una llamada a la responsabilidad. A la mayoría de edad. ¿Débil? Exige una fuerza tremenda, valentía para seguir al pensamiento incluso cuando piensa contra sí mismo. Pero que no piense contra nosotros, como hace la sociedad actual que nos esclaviza para que sirvamos a banqueros y políticos o nos humilla a mendigar.
Creo que he metido demasiado a Adorno, al que muchos no considerarían postmoderno, pero asumo el riesgo.
Otro lema postmoderno sería: dejemos un lugar para Itaca. No que exista o no exista Itaca, sino que al paso de la sociedad nunca podríamos llegar. Y como hay que coger fuerzas, mejor no leer a Bauman. Por su escasísimo fundamento filosófico. (es una opinión personal)
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Re: Modernidad Líquida 01 Nov 2012 21:14 #10261

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Suleika escribió:
que Lyotard expresa magníficamente bien (en su postmodernidad explica a los niños porque la diferencia es peor y un sufrimiento de leer)

Supongo que habrás querido decir algo así como: en su "Postmodernidad explicada a los niños" porque "La diferencia" es peor.

¿Es tan difícil no ser un chapucero al escribir?

Por otro lado, tengo entendido que la traducción española de "Le différend" es bastante mala. ¿Podrías aclararnos si has leído o intentado leer esta traducción o el original francés? Porque te aseguro que el original francés no es en absoluto un "sufrimiento", sino una gozada de leer; eso sí, es una obra que requiere un elevado nivel de formación filosófica, pues en absoluto es un libro para aficionados o de divulgación o, menos aún, "para niños".
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