Supongo que todos habéis visto la gran reivindicación separatista catalana con motivo de la Diada. Se cumplen todas las expectativas de la mayoría de filósofos de la política y de politólogos: la crisis económica trae consigo, como consecuencia casi inevitable, el resurgir de los particularismos: la exclusión social y el fomento de la diferenciación con respecto al "otro". Las crisis económicas son caldo de cultivo para la exclusión y la xenofobia.
Pero me ha llamado poderosamente la atención el hecho de que entre los miles de participantes que se veían por televisión (a mí que no me esperen), no había o no se apreciaba ni un solo inmigrante o persona no occidental. Ni un solo magrebí, sudamericano ... ni una sola persona de las llamadas "minorías". No hay sitio para ellos en la "nació catalana", que es sólo la "nació" de las clases medias y acomodadas que tienen MIEDO ante el panorama actual de crisis económica. Desde que vivo en Cataluña siempre ha habido un relativo nacionalismo, pero no como desde el 2008 aproximadamente. Y me temo que a medida que la crisis se agrave (parece que aún no hemos tocado fondo), se agravará el fomento de la diferencia.
El resurgir de los nacionalismos por parte de unos cuantos exaltados es una constante en la Europa de hoy en día (Grecia es uno de esos países del resurgir de la extrema derecha). Se desvirtúa el auténtico concepto liberal de nación, haciendo de la nación un espacio
homogéneo y "divino" donde no hay cabida para el "otro", por mucho que ese otro forme parte de la realidad social y nacional. La cohesión social está sólo asegurada para unos pocos, las clases medias y acomodadas, que son los únicos que se reconocen como auténticos ciudadanos de Cataluña; ciudadanos individualistas, eso sí. El resto están excluidos. No creo que
Gregorio Peces-Barba estuviese de acuerdo con este tipo de nacionalismo burgués, excluyente y de extrema derecha.
Contra este tipo de instrumentalización de la nación me opongo tajantemente. Pero lo peor es que algunos sectores que dicen ser de izquierdas -algunos sectores del PSC- han secundado este tipo de marcha burguesa y particularista. No se puede decir que se es de izquierdas y al mismo tiempo estar del lado de la clase acomodada, que es quien pide la independencia de Cataluña. No tiene sentido ser la izquierda de una parte de la sociedad sólo: la clase dominante. Esta es la principal contradicción de algunos sectores de la izquierda catalana.
No piden la independencia de Cataluña los sectores excluidos ni las minorías que, desgraciadamente, son muchos más que los que han secundado la marcha separatista y que, como es lógico, no se sienten representados por la "nació" porque tal "nació" se niega a reconocerles el derecho de ciudadanía.
Por su parte, la derecha catalana (CiU) está en su salsa. Precisamente esta formación política representa a la burguesía catalana, a aquellos que quieren conservar su
status quo de privilegio, los que están más en contra del estado social, del multiculturalismo y de la realidad fáctica de la realidad de Cataluña. Pretenden homogeneizar la "nació" y se aferran a eso que he venido denunciando a lo largo de este hilo: al hecho de que la nación sea
anterior al ciudadano (aunque no lo sepan, lo reivindican como si así fuera), una "nació" que se basa en una lengua y religión determinadas y en sus
mitos falazmente convertidos en historia. Ejemplo paradigmático de esto último es el mito de
Rafael Casanova, falazmente convertido en icono del nacionalismo catalán.
Lo de hoy en Cataluña es una muestra más de la desvirtualización del concepto liberal de nación, que como dice el profesor
Ángel Rivero en la contraportada de su libro
La constitución de la nación:
"La hegemonía del nacionalismo ha acabado por corromper conceptos como patriotismo o nación hasta hacerlos irreconocibles y, sin embargo, el patriotismo como defensa común de la libertad individual y la nación como reunión de los ciudadanos para la protección de sus derechos, son tareas más acuciantes que nunca. La nación es el baluarte desde donde defender nuestra libertad,
también frente al nacionalismo. Éste es el legado perdurable del liberalismo español que vale la pena reiterar: la constitución de la nación por los ciudadanos sigue siendo fundamental para sostener la democracia cuyo objetivo irrenunciable es la protección de la libertad".
Hay muchos conceptos de nación, pero
sólo uno es válido para una democracia digna de ser considerada como tal: el que garantiza los derechos, libertades y cohesión social de TODOS y cada uno de sus habitantes-ciudadanos, y no sólo los de una minoría. Ahí reside la grandeza del auténtico liberalismo, muy lejos de los liberalismos individualistas de hoy en día, que hacen muy difícil concienciar a la ciudadanía de sus obligaciones para con el resto de la comunidad. Como diría
Victoria Camps, andamos muy faltos de civismo, de auténtica educación para la ciudadanía. La mayoría de ciudadanos que han salido hoy a la calle son individualistas. Reitero que con una ciudadanía así resulta muy difícil sentirse a gusto. Apenas tienen claras cuáles son sus obligaciones para con el resto de la comunidad. Se trata de ese
indivualismo posesivo que
McPherson analiza en su libro (y que ya me he comprado y empezado a leer para cuando curse Historia de la filosofía moral y política).
La "nació" que defienden los catalanistas no es la nación de TODOS sus ciudadanos precisamente, sino la de los sectores pudientes que ven amenazada su condición de clase dominante. No es la "nació" que reclama los derechos y libertades de TODOS, sino las de unos pocos. Quedan fuera de la "nació catalana" los sectores marginales y, en general, todos aquellos considerados como "los otros" que no se quieren amoldar a las apetencias de
una minoría dominante sólo preocupada por mantener su posición de privilegio.
La "nació" que se ha reivindicado hoy en Cataluña es esa nación que es
anterior al ciudadano. El ciudadano no cuenta si no se ajusta al modelo de nación que las élites tienen en su cabeza. Es un modelo que
choca con la realidad social de la auténtica nación, que es la nación que forman TODOS y cada uno de los habitantes de Cataluña. Las élites nacionalistas pretenden imponer un modelo de nación homogéneo que recuerda a otras épocas de la historia reciente de España y de otros países cercanos. La "nació" homogeneizada que se ha reivindicado hoy consiste en la "purga" de "lo otro" y la exclusión de la inmensa mayoría de la población que no comparte ese espíritu antisocial, antisolidario y excluyente y que en muchos casos roza la discriminación étnica y cultural.
Desde el españolismo se ha venido haciendo exactamente lo mismo, pero ampliando un poco más las fronteras de la tribu: la misma parafernalia de banderas y mitos convertidos en historia real. Pero se trata de la misma cerrazón excluyente. Cada nacionalismo traza sus propias fronteras, fuera de las cuales todo es muy mal recibido.
No creo que a ninguno de los padres de nuestra actual Constitución, por muy diferentes que fueran sus posturas personales, les moviese este tipo de nacionalismo discriminatorio y excluyente, donde
no hay lugar para la ciudadanía social y donde el ciudadano no cuenta a menos que se atenga a los dictámenes de una minoría pudiente.