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TEMA: Papel actual de los filósofos

Re: Papel actual de los filósofos 06 Abr 2011 15:23 #2240

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Aunque parezca que nos vamos dispersando, creo que la única forma de afrontar la cuestión del papel actual de los filósofos con una cierta consistencia pasa por ver si en el mundo actual de relativismo multicultural cabe todavía un reducto para los "primeros principios" que orienten una ciencia (y una política y una ética) desnortada por su rendición a la mera facticidad. Gran parte de la "inutilidad" de la filosofía hoy deriva de la percepción social de que todo es relativo. Yo voy a defender aquí la filosofía y su utilidad en el mundo actual; aunque sé que mi posición será siempre minoritaria, o quizá solitaria. Ya veremos.

De momento parece que sí que podemos hablar de unos principios lógicos no vinculados a culturas particulares. Ahora vamos con los principios gnoseológicos. Si también encontramos que hay un núcleo gnoseológico no vinculado a particularismos culturales, habremos dado, me parece, un paso más de importancia en la "refutación de la refutación de la filosofía". Si lo conseguimos, podemos seguir avanzando hacia el más resbaladizo terreno de la ética y la política.

Vamos, pues, con la gnoseología. Unos mensajes atrás apunté una posible razón de por qué los campesinos uzbekos no le respondían a Luria que los osos de Terranova eran blancos. Ahora voy a proponer otra posible razón diferente. Supongamos que estamos de charla con uno de nuestros uzbekos (Rustam, que tiene un nombre más fácil):

"Rustam: Las mujeres de las montañas de Uzbekistán tienen todas tres pechos.
Nolano: Mmm.
R: Mi aldea está en el centro de las montañas de Uzbezistán. ¿Cuántos pechos tienen las mujeres de mi aldea?
N: Bueno Rustam, no sé, tendría que haber ido a tu pueblo y haber visto cómo son allí las mujeres para poder responderte
".

Yo, Nolano, sé que si es verdad que todas las mujeres de las montañas de Uzbekistán tienen tres pechos, las de la aldea de Rustam también. Esa deducción es lógicamente impecable. Lo que ocurre es que yo creo que lo que afirma Rustam como premisa es falso y, por lo tanto, que es falsa la conclusión que se sigue de ella. Por lo tanto, me resisto a afirmar una cosa que creo que es falsa. No le puedo decir a Rustam: “eres un mentiroso”, así que me salgo por la tangente.

Resuelto el problema lógico, nos enfrentamos al problema gnoseológico: ¿qué criterios sigo yo para "creerme" la afirmación del otro? Y ¿qué criterios sigue Rustam? Y ¿son los mismos los míos y los de Rustam?

Se me ha ocurrido que podemos utilizar los métodos de prueba que se utilizan en los sistemas jurídicos occidentales para probar los hechos en los procesos penales. Aunque me salga (aparentemente) del terreno filosófico, creo que si en España se condena a la gente a la cárcel basándose en pruebas obtenidas de estas formas, es porque, en nuestra cultura, se considera que no hay otros métodos probatorios adecuados (si los hubiera se utilizarían) y, por otro lado, que todos los métodos de prueba válidos son pertinentes. Estos métodos son (excluyo la confesión del imputado, pues no viene al caso que nos ocupa ahora):
- La prueba testifical. El testimonio directo de quienes estaban presentes cuando sucedieron los hechos o el indirecto (si el directo no es posible) de quien recibió el testimonio de un testigo presencial desaparecido.
- La prueba documental. Registros materiales de cosas relacionadas con el caso.
- La inspección ocular del juez en el lugar de los hechos.
- Los informes periciales. Juicio de expertos sobre la materia de que se trate.
- Las presunciones. Hechos que se deducen, por enlace directo según la razón humana, de otros hechos probados.

Yo creo que la lista es bastante completa.

Aunque en el caso de los juicios la inspección ocular tenga un papel bastante secundario (pues el juez va al sitio pero en un momento bastante posterior al suceso) en la práctica gnoseológica tiene mucha importancia. Supongamos que llevamos a Rustam a un zoológico donde hay osos blancos. Estoy por afirmar que entonces no hubiera puesto reparo alguno a la deducción de Luria. Y a mí me pasaría lo mismo. Si voy a Uzbekistán, bajo del tren y empiezo a ver que todas las mujeres tienen tres pechos, estaré mucho más dispuesto a reconocerle a Rustam que las mujeres de su aldea también tienen tres pechos.

Como normalmente no será posible esa prueba por experiencia directa, también aumentan mucho las probabilidades de que yo crea a Rustam si me enseña unas fotografías. Y si no sólo me lo dice Rustam, sino que también otros uzbekos me lo han asegurado (y que no tienen nada que ver con Rustam). Igualmente, si un biólogo me da buenas razones para pensar que eso es un hecho biológico conocido debido a ciertas especificidades del clima y el entorno uzbeko. Finalmente, si me consta (por ejemplo, viendo a Rustam) que los hombres uzbekos tienen tres tetillas, puedo muy bien presumir que las mujeres tienen tres pechos, aunque no lo haya visto con mis propios ojos.

Bueno, ése es mi sistema occidental de “prueba de la verdad”. Yo sostengo que cualquier otro método de prueba de cualquier cultura es perfectamente reducible a alguno de estos métodos occidentales. Bastará con aportar un contraejemplo para desmentirme
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Re: Papel actual de los filósofos 06 Abr 2011 15:52 #2242

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Comparto contigo – no estás solo – ese afán por encontrar esos primeros principios, por dilucidar la utilidad de la filosofía, por sobreponernos al relativismo postmoderno. Pero para pulir esa propuesta, sigo jugando un poco con nuestros diálogos hipotéticos, en los que con algo de ficción y algo de rigurosidad histórica, hago referencia a los métodos que has listado.
- ¿En qué se basa para sostener su empecinado seguimiento de la teoría del movimiento de la Tierra, ése que sostuvo el tal Copérnico, y cuya tesis ha sido condenada ya por la Santa Madre Iglesia, maestro Galilei?
- En primer lugar, yo, Galileo, he observado cómo las manchas solares discurren por la superficie solar siguiendo la curvatura de una esfera a través de mi telescopio. En segundo lugar, esta carta del padre Scheiner, confirma que él también las ha observado. En tercer lugar, cuando quieran, podré mostrarles a través de mi telescopio el movimiento preciso de dichas manchas, que, por otro lado, algunos padres jesuitas del Collegio Romano, expertos en astronomía, han confirmado. Y a partir de aquí, para explicar este movimiento observado desde la Tierra, resulta casi imposible para mi intelecto imaginar que el Sol pudiera efectuar cuatro movimientos diferentes en lugar de deducir por la razón natural que el movimiento de la Tierra a su alrededor lo explicaría sencillamente.
- ¿Acaso en su temeridad no conoce el pasaje de nuestra Santa Biblia en el que Josué rezó a Dios para que se detuviese el Sol, y no la Tierra, durante todo un día para acabar con sus enemigos?
- Sí, lo conozco. Pero precisamente por ello, la detención del Sol que pidió Josué a Dios habría detenido el cosmos entero, como Ptolomeo enseñó. Por lo que si el Sol, como astro central, tuviera la capacidad, con la que ha especulado el astrónomo Kepler, de arrastrar con la rotación que revelan sus manchas el movimiento de los planetas, el sistema de Copérnico daría razón a las Escrituras.
- Tú, que naciste lleno de pecados por los cuatro costados, ¿quieres ahora enseñarnos a nosotros? ¿acaso la palabra de Dios no se ha pronunciado en los salmos de los profetas diciendo “Tú has fijado la Tierra firme e inmóvil” o “El fundó la tierra sobre sus cimientos; no será jamás removida”? ¿acaso pretendes con tu soberbia anteponer tu filosofía a la Palabra de Dios, comiendo como Adán del árbol de la Ciencia? ¿Osas con ello desafiar la orden de los ángeles exclamando “Hombres de Galilea, ¿qué hacéis ahí mirando al cielo?”?
No sé si el problema al que nos enfrentamos es irresoluble pues, ¿con qué criterio compartido, universal, determinaremos qué es y qué no es gnoseología? Hasta que no podamos resolver ese problema, los Bellarmino o los Ash'ari de hoy podrán entrometer sus principios dogmáticos entre los que podríamos convenir como gnoseológicos. No podemos presuponer tan facilonamente que el problema de los uzbekos es que simplemente nunca habían visto osos blancos, desechando la posibilidad de que no se atrevan por principio epistémico a juzgar por sí mismos lo que una autoridad anciana no les confirme antes. Es preciso analizar sin prejuicio etnocéntrico, qué estructuras culturales condicionan a los uzbekos para reaccionar así: puede ser que toda una red de poder interna a su cultura les tenga atados, o que hayan sufrido como pueblo demasiado por parte de occidentales como el que le inquiere y desconfíen sistemáticamente de ellos.
Javier Jurado
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Última Edición: 06 Abr 2011 15:58 por Kierkegaard.
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Re: Papel actual de los filósofos 06 Abr 2011 16:08 #2245

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Creo deducir, Kierkegaard, que propones el de Bellarmino como un “sistema gnoseológico” distinto del de Galileo, como un ejemplo que refutaría mi tesis de que todos los hombres seguimos el mismo sistema para decidirnos a dar por verdadera o no una proposición determinada.

Si es así, te hago las siguientes objeciones:

1.- Como te has referido a nuestros amigos los uzbekos, te hago notar que Vega Reñón, con acierto, ya destacaba que cada uno de los dos uzbekos hacía uso de diferente criterio para no admitir como verdadera la proposición de Luria. Sólo Abjurajmán utilizaba el “criterio de autoridad” que tú introduces como nuevo y diferente de los métodos que yo había enunciado como propios del sistema gnoseológico occidental:

Vega Reñón escribió:
juzgan que la cuestión sólo podría dirimirse por noticias dignas de crédito –i.e. procedentes de una persona acreditada- (según Abjurajmán), o por experiencia propia (según Rustam)

Por tanto, tampoco parece que por ahí vayamos a encontrar un “sistema gnoseológico uzbeko” con rasgos propios diferentes del nuestro. Y, en realidad, el criterio de “autoridad” no es distinto de los métodos que enumeré, pues puede ser fácilmente reconducido o bien a que la prueba testifical se base en testigos dignos de crédito, o bien a la prueba de peritos, según los casos.

2.- Respecto del caso de Bellarmino y Galileo tampoco creo que estemos ante dos sistemas gnoseológicos diferentes. Por un lado Galileo era creyente y, por lo tanto, admitía la veracidad de la Biblia; por otro lado, los jesuitas, como tú mismo haces notar, no desdeñaron la observación directa del cielo mediante el telescopio, realizando alguno de ellos aportaciones científicas interesantes. Por tanto el sistema probatorio de la verdad del que parten tanto Bellarmino como Galileo es el mismo. En lo que difieren es en la valoración o ponderación de los diferentes elementos de prueba (elementos que en ambos casos son, como digo, los mismos).

No hay ahí nada de raro, ni sistemas gnoseológicos incompatibles. Es frecuentísimo que un tribunal dicte sentencia y luego, el tribunal superior, al resolver el recurso, considere probados hechos diferentes de los que consideró el primer tribunal. Y no creo que eso indique un sistema diferente de conocimiento de los hechos, sino sólo que vivimos en la incertidumbre y, por tanto, siempre hay que completar las lagunas con algo que el sujeto pone de su parte.

Lo que estaba en juego en la polémica Bellarmino-Galileo no es el método o métodos válidos para verificar una proposición, sino si la Iglesia debía tener o no el monopolio de la valoración de la prueba.

Permíteme, en plan jocoso, que eleve al esperpento tu visión de esa polémica utilizando un viejo chiste. Galileo y Bellarmina están casados. Un día Galileo ha salido del trabajo intempestivamente y vuelve a casa por sorpresa, donde halla a Bellarmina en pleno acto adúltero con el fontanero. Y dice Bellarmina: “¡Tranquilo, Galileo! Esto no es lo que parece. ¿A quién vas a creer más, a tus ojos o a mí?

3.- Llevadas tus tesis al último extremo resultaría que tú y yo tendríamos diferentes sistemas gnoseológicos y esta discusión sería inviable. Supongamos que tú eres católico creyente y yo soy ateo. Según esto, tú crees que el Evangelio dice la verdad y, por tanto, en un momento dado un hombre llamado Jesucristo convirtió agua en vino en Caná. Yo, sin embargo, no creería que eso sea verdad. ¿Es porque usamos sistemas gnoseológicos mutuamente irreducibles? Creo que no. Sencillamente tú te fías de la prueba testifical, te merece plena confianza el testigo que narra el hecho (aunque sea testigo indirecto); yo, en cambio, no tengo esa misma confianza, creo que el testigo está mintiendo y hago más caso de la prueba pericial de los químicos, que informan que el agua no tiene suficiente carbono como para que se produzcan en su interior moléculas de alcohol.
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Última Edición: 06 Abr 2011 16:10 por Nolano.
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Re: Papel actual de los filósofos 06 Abr 2011 16:35 #2247

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1. Por un lado, que estos dos uzbekos en particular no compartieran los mismos criterios no significa que en general, en muchas otras partes del globo y de la historia, grupos importantes de población – como pudieran ser los uzbekos – no compartan ciertos criterios epistémicos diferentes a los nuestros.

Y por otro lado, o bien el criterio de autoridad no es reductible al de los testigos y expertos que mencionabas, si concebimos que dicha autoridad no proviene de una probada presencia o pericia, sino de la simple vejez o de la dedicación por casta al monopolio de la interpretación de textos sagrados, supuesta fuente de verdad; o bien, si son reductibles es a costa de hacer el sistema circular, sin capacidad para explicar cómo se definen los “expertos” o “testigos”. ¿Mediante otros testigos? En este caso ese supuesto principio no sería tal.

2. Evidentemente es muy importante tu observación de que los sistemas gnoseológicos, compartan más o menos principios, se juegan sus diferencias fundamentalmente en la ponderación entre estos, es decir, en su jerarquía valorativa.

Sin embargo, sostengo que también hay discrepancia en los criterios: Haces notar que Galileo era creyente, pero para su nuova scienza, no pareciera que el de preservar el contenido de las Escrituras fuera un principio epistémico. Si salió por ahí sería para darse cobertura frente a sus inquisidores. Son varias las ocasiones en las que manifiesta que las Escrituras no son un libro de astronomía, pues dejarían mucho que desear como tal. Como Galileo, la mayoría de los occidentales, incluso los creyentes de hoy, admiten que la enseñanza bíblica no puede formar parte de los criterios de verdad - y desde luego, no en sentido literal. Sin embargo, como Bellarmino – aunque él en particular parece que estuvo más abierto a la posibilidad de tener que reinterpretar las Escrituras – hay muchos grupos humanos que hoy consideran necesario no sólo la preeminencia – cuestión valorativa – sino la inclusión de un criterio diferente al de los que occidente sostiene.

3. Si entendemos por sistema gnoseológico no sólo los principios sino también la jerarquía que los ordena, efectivamente, creo que en última instancia cada uno gozamos de una gnoseología diferente. Porque inevitablemente creemos – confiamos, dices tú – más en unos criterios que en otros, según las circunstancias. En gran medida, no obstante, podemos compartir – por cultura, o por alcanzar esa convicción – no sólo los principios que contemplamos sino también su ponderación. Ahora bien, sigo creyendo que, al margen de su ponderación, los principios pueden no ser los mismos, y que sus catálogos pueden culturalmente compartirse y, por lo mismo, ser culturalmente diferentes. En el ejemplo del vino de Caná, uno podría incorporar a su sistema gnoseológico – compartido por muchos otros – la idea de que las leyes que la ciencia descubre no presentan jamás una excepción, mientras que otros concebirán que podrían darse. ¿Son reducibles entre sí? Yo creo que no.
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Última Edición: 06 Abr 2011 16:38 por Kierkegaard.
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Re: Papel actual de los filósofos 06 Abr 2011 16:57 #2249

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Poco a poco vamos avanzando, me parece. Ya hemos encontrado otro universal más allá de diferencias culturales: los medios de prueba de la verdad de las afirmaciones. Si es así, Kierkegaard, ratifícamelo y nos centraremos en la valoración ponderada de las pruebas. Es importante no perderse e ir pisando terreno firme. ¿Podemos dar por sentando que no hay medios de prueba diferentes en las diferentes culturas (aunque sí pueda haber diferencias en la ponderación de dichos medios, cosa que está por discutir)?

Me gustaría sacar también aquí a relucir las ordalías, el “juicio de Dios” medieval, que parece un caso obvio de refutación de mi numerus clausus de medios de prueba. Pero llamo la atención sobre que tal procedimento (si es que realmente tuvo aplicación general, cosa que considero dudosa) no es un procedimiento de prueba, sino de juicio. Es decir, al someter al reo al juicio de Dios no se obtiene mayor conocimiento sobre la verdad de los hechos delictivos que se le imputan; lo que ocurre es que, en la incapacidad para determinar la culpabilidad, se somete al inculpado a lo que Dios decida. Dios decide o no castigarlo; pero el resultado del juicio de Dios no es que el juez humano considere verdadera o no tal o cual prueba y en base a ello el juez humano decida.
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Re: Papel actual de los filósofos 06 Abr 2011 17:28 #2251

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Nolano escribió:
Ya hemos encontrado otro universal más allá de diferencias culturales: los medios de prueba de la verdad de las afirmaciones
Quizá no he sabido explicarme bien, pero yo no nos veo avanzar demasiado. Si uno de los “medios de prueba de la verdad” no pertenece al catálogo de criterios del sistema gnoseológico de una cultura, ¿cómo podríamos hablar de su universalidad? Supongamos una cultura que tenga como uno de estos medios de prueba de la verdad el principio que reza “Cuando el Papa se pronuncia ex cathedra – o el Jefe de la tribu habla en acto oficial –, no puede equivocarse”. De aquí, si la proposición que analizamos contradice alguna de estas pronunciaciones, resultará falsa en su sistema. Mientras que si se analiza en otro sistema, en el que dicho principio no aparece, podría ser perfectamente verdadera. Así que me temo que no puedo ratificarte ese avance, salvo que me aclares otra cosa.

De hecho, creo que no has respondido a la circularidad que achaco al principio de los “expertos”. ¿Desde qué criterios los tenemos o no en cuenta? Porque para la cuestión de Galileo, un experto podría ser un astrónomo como Kepler, o un exégeta bíblico… ¿Con qué criterio rechazamos al integrista que ante una sospecha de adulterio, él como “experto”, opina claramente que Bellarmina es culpable por haberse insinuado para ser violada?

Por otro lado, ya que me la sirves en bandeja, me aprovecho de las ordalías como ejemplos de medios de prueba de la verdad: tu refutación no me parece del todo correcta, porque si bien el de Dios sería un juicio y no una prueba, si alguien estuviera acusado de cometer un asesinato y, con la ordalía, Dios pareciera juzgarlo inocente, al margen de que Dios lo perdonase a pesar del crimen, ¿no se deduciría más habitualmente que no lo ha cometido, o lo que es lo mismo, que es falso que lo haya cometido?
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Re: Papel actual de los filósofos 09 Abr 2011 10:06 #2282

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Re: Papel actual de los filósofos 09 Abr 2011 16:55 #2284

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Thunderbird, supongo que a estas alturas comprenderás bien que no estoy pretendiendo hacer del principio de autoridad uno de los principios de un sistema gnoseológico universal. Vengo aquí jugando, por así decirlo, a ser el abogado del diablo. Lo único que sostengo es que de hecho existen sistemas gnoselógicos culturalmente compartidos cuyos principios no son reductibles a los que se manejan en el de occidente. Estamos de acuerdo en que el sistema de occidente claramente aspira a esa universalidad y a dejar de ser, por tanto, de occidente. Pero si el de occidente es ya un sistema gnoseológico universal es algo que habría que depurar, y tratar aparte. Cuando Monares - en el lejano origen de este hilo - hablaba de "lógica occidental" precisamente creo que evidenciaba que en occidente aún cunden ciertos principios que no son universales a la hora de construir su racionalidad. Es tarea de la filosofía efectuar la crítica que los desenmascare.

Harina de otro costal es ponernos a convenir cuáles deberían ser esos principios gnoseológicos universales. Creo que podemos convenir que la aproximación más imparcial posible es la del positivismo más riguroso: Certidumbre sobre hechos empíricamente probados y no conjeturas especulativas e indemostradas - como las que emanan del principio de autoridad. El problema es que, como tú apuntas, esto en la vida real acaba por no ser efectivo, y es preciso introducir otros elementos de prueba sobre los que la sombra de la parcialidad se cierne. Pues, en el caso de Galileo - en cuyo caso particular creo que no es conveniente entrar más en este hilo para no desviarnos -, por "imposibles para su intelecto" que resultasen los cuatro movimientos del Sol, él estaba incorporando al sistema gnoseológico científico el principio de economía o navaja de Ockham: para explicar el mismo hecho empíricamente probado, frente a cuatro movimientos solares, preferimos un único y sencillo movimiento terrestre. ¿Es esto un principio universal? Pues hasta ahora, en muchas ocasiones, se nos ha mostrado como muy acertado. Pero en otras, ha fallado. Por eso Galileo sumó otra serie de pruebas que respaldaban, si bien no demostraban con rigurosidad cartesiana, el movimiento terrestre. Y personalmente a mí, y a casi toda Europa les convenció. Pero fue a esta rigurosidad a la que se acogió la Iglesia (y no a ese burdo principio de autoridad que yo he caricaturizado, aunque desde luego de forma interesada por otros motivos que ahora no vienen al caso), porque estrictamente no existía una certidumbre de la que no se pudiera dudar sobre el movimiento terrestre, y prolongó su renuencia hasta el XIX. La cuestión que, entre otras cosas, ilustra este ejemplo es ¿incluiríamos la navaja de Ockham, por ejemplo, entre los principios de esa gnoseología universal? Y en cualquier caso ¿lo aceptarían igual todas las culturas?
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Re: Papel actual de los filósofos 10 Abr 2011 13:47 #2294

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Kierkegaard escribió:
Supongamos una cultura que tenga como uno de estos medios de prueba de la verdad el principio que reza “Cuando el Papa se pronuncia ex cathedra – o el Jefe de la tribu habla en acto oficial –, no puede equivocarse”. De aquí, si la proposición que analizamos contradice alguna de estas pronunciaciones, resultará falsa en su sistema. Mientras que si se analiza en otro sistema, en el que dicho principio no aparece, podría ser perfectamente verdadera. Así que me temo que no puedo ratificarte ese avance, salvo que me aclares otra cosa.


De acuerdo, no vayamos más adelante sin haber aclarado antes todos estos puntos.

1.- Antes que nada vamos con lo más sencillo. Si no estoy equivocado el dogma de la infalibilidad del Papa sólo tiene como ámbito las “cuestiones de fe y de moral”. Evidentemente, no cuestiones de conocimiento, que son de las que aquí tratamos. No es adecuado, pues, invocar aquí ese dogma como criterio de verificación de proposiciones sobre hechos. Si hay alguna cultura que tenga vigente un criterio como ése, tráela aquí a colación y la discutimos.

Kierkegaard escribió:
Quizá no he sabido explicarme bien, pero yo no nos veo avanzar demasiado. Si uno de los “medios de prueba de la verdad” no pertenece al catálogo de criterios del sistema gnoseológico de una cultura, ¿cómo podríamos hablar de su universalidad?…De hecho, creo que no has respondido a la circularidad que achaco al principio de los “expertos”. ¿Desde qué criterios los tenemos o no en cuenta? Porque para la cuestión de Galileo, un experto podría ser un astrónomo como Kepler, o un exégeta bíblico,


2. Entro en la cuestión de la circularidad que achacas al juicio de "expertos" como vía de conocimiento de los hechos.

Tu reproche podría enunciarse de la siguiente forma: Si utilizo como criterio de verificación de hechos el dictamen de expertos y yo mismo decido quiénes son esos expertos, ese criterio del dictamen de expertos no es tal, sino que, en última instancia se reduce a mi arbitrio personal. O, ampliando el campo: si una cultura decide quiénes son los expertos, el dictamen de expertos para la verificación de hechos es “cultural”, un arbitrio de esa cultura no generalizable.

Bueno, me parece que ése es un falso argumento, en el contexto en que nos estamos moviendo. Creo que si, en un caso de homicidio mediante uso de veneno, hay un frasco al lado del cadáver y, por lo tanto, resulta pertinente para averiguar qué pasó, si yo como fiscal pido el dictamen de un Licenciado en Ciencias Químicas, no es conforme a los buenos usos argumentativos (y el juez se reiría del abogado que impugne en base a ello la solicitud de ese informe pericial) alegar que yo, el fiscal, actúo arbitraria y tautológicamente diciendo quién es el experto en el análisis de venenos. Y me da igual si se trata de una tribu de indios apaches: si hay que analizar un veneno se acudirá a quien en la tribu se dedica a preparar brebajes, no al herrero. Sin embargo, si se trata de analizar la procedencia de un cuchillo, se acudirá al herrero de la tribu y no a la comadrona.

Me resultaría a mí muy fácil, para salir victorioso de esta discusión (aunque por este camino no habríamos avanzado mucho en nuestras investigaciones, que creo que es de lo que se trata), decirte a ti que utilizas un argumento circular si defiendes la “culturalidad” de los medios de prueba de la verdad de los hechos. En efecto, ¿cómo caracterizamos una cultura? Por un conjunto de rasgos. Si entre esos rasgos se halla un sistema veritativo propio yo te acusaré de circularidad, pues evidentemente, en tal caso, toda cultura tendrá, por definición, como rasgo característico un sistema veritativo propio. Si, por el contrario, un sistema veritativo propio no es un rasgo definitorio de una cultura, ya tendría yo razón y no hay sistemas veritativos “culturales”.

3.- Por otro lado, y bajo esos supuestos, tal vez no excesivamente rigurosos, y haciendo abstracción de si debemos dar un contenido extensionalista o intensionalista a términos como “experto” o “cultura”, doy por supuesto, lo que es mucho suponer, que cuando hablamos de “cultura” tenemos un cierto concepto de que con eso queremos decir algo concreto. No voy a pedir que se diga qué es ese algo concreto y doy por supuesto que lo hay. Si no, cerramos la discusión.

Pero creo que sí que es legítimo, para contraargumentar contra tu ejemplo de Bellarmino-Galileo, pedirte que me aclares si realmente piensas que Bellarmino y Galileo pertenecían a dos culturas distintas. Yo creo que pertenecían a la misma cultura y que los términos de la discusión no versaban sobre medios de prueba de la verdad, sino sobre diferente valoración de los medios disponibles, que todos aceptaban. Y, en particular, sobre el derecho de un particular a realizar una interpretación propia de los medios de prueba disponibles, en vez de someterse al criterio de los teólogos.

No tengo inconveniente, si no te convenzo al afirmar que se trata no de un conflicto de culturas sino de un caso de polémica intracultural, en seguir discutiendo el caso de Galileo y la Iglesia, pues hay muchos más datos a considerar que los que tú simplificadamente exponías (por huir de una excesiva prolijidad). Pero no creo que sea el ejemplo que buscamos de refutación de mis tesis.

Kierkegaard escribió:
Por otro lado, ya que me la sirves en bandeja, me aprovecho de las ordalías como ejemplos de medios de prueba de la verdad: tu refutación no me parece del todo correcta, porque si bien el de Dios sería un juicio y no una prueba, si alguien estuviera acusado de cometer un asesinato y, con la ordalía, Dios pareciera juzgarlo inocente, al margen de que Dios lo perdonase a pesar del crimen, ¿no se deduciría más habitualmente que no lo ha cometido, o lo que es lo mismo, que es falso que lo haya cometido?


4.- Expuse el caso de las ordalías como muestra de buena fe argumentativa; aquí no se trata de tener razón, sino de enriquecer nuestro saber.

Mis conocimientos en esta materia son bastante escasos. De hecho, lo que se me viene a la cabeza en primer lugar es la novela Ivanhoe (y la película) en la que se somete a juicio de Dios la inocencia de la judía Rebeca de York (la entonces bellísima, y hoy ya fallecida, Elizabeth Taylor: sic transit gloria mundi). Poco fiable fuente. A mí, en todo caso, me parece improbable que, si se producía un homicidio, se fuese metiendo la mano de todos los aldeanos en agua hirviendo, para ver quién era el homicida (pues, posiblemente, acabarían todos quemados y todos los homicidios serían como el de Fuenteovejuna: ¡todos a una!). Quiero creer que más bien consistía, como ocurre en Ivanhoe, que alguien acusado e incriminado por las pruebas habituales (las que yo señalé), una vez condenado por el juicio de los hombres, tenía derecho a invocar el juicio de Dios, y meter la mano en el caldero de agua hirviendo: allá él con su mano; o arriesgar alguien que creyera en la inocencia del condenado su vida en combate, en la confianza de que Dios le daría la victoria por ser de justicia.

Creo que eso supera bastante el ámbito de nuestra discusión sobre los medios de verificar hechos. Pero si alguien tiene mejor opinión o información, podemos entrar también a investigar la cuestión más a fondo.
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Re: Papel actual de los filósofos 10 Abr 2011 13:53 #2295

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Como sé que a veces en los debates uno se muestra reacio a conceder cosas al otro sin saber antes a dónde le quieren llevar (lo mismo que les pasaba a los uzbekos, en mi opinión), puede éste ser un buen momento para, por un lado, explicar claramente por dónde va mi línea argumental y a dónde quiero ir a parar; por otro lado, eso puede servir también para explicar la pertinencia de ese desarrollo en relación con el motivo inicial del hilo, el papel de los filósofos en el mundo actual.

Hagámonos esta pregunta: ¿Es la cultura una producción humana o, por el contrario, es el hombre un producto cultural? Evidentemente, la respuesta más obvia es que ambas cosas, que no hay hombre sin cultura ni cultura sin hombre. Pero esa respuesta, que es válida en el orden ontológico, en cuanto que, como cuestión de hecho hombre y cultura siempre se presentan unidos, no es válida en el orden lógico. Ocurre igual que con proposiciones como “no hay lenguaje sin pensamiento ni pensamiento sin lenguaje”, “ubi societas ibi ius”, etc. Siendo cierta la concurrencia ontológica de ambos miembros de la proposición, consideramos que eso no los hace equivalentes y, por lo tanto, en el orden lógico, uno es antecedente del otro. Así, creemos que el pensamiento precede lógicamente al lenguaje, siendo éste expresión de aquél. O pensamos que el derecho regula la vida en sociedad, no que la sociedad está ahí para que exista el derecho.

En nuestro caso, se trata de pronunciarse sobre si la cultura está al servicio del hombre o el hombre subordinado a la cultura. Respeto a la Antropología cultural como ciencia, me parece imprescindible el estudio de las diferencias de los hechos culturales de forma sistemática. Eso nos enseña mucho sobre nosotros mismos. Pero cuando esa ciencia se pone por encima del propio hombre, cuando todo vale en aras del relativismo cultural, cuando ya no hay forma de comparar valorativamente las culturas, la filosofía desaparece, pues desaparecen los principios que, más allá de lo meramente fáctico, nos permiten contar con referencias. Con “perspectivas” diría Ortega. Y creo que la principal causa del escaso papel que la filosofía tiene asignado en el mundo contemporáneo es la proliferación del hombre-masa que va a la deriva; el hombre-masa sin referentes es el más fácil de manipular y vivimos en el mundo de la manipulación del prójimo.

No nos engañemos. En la historia de la civilización occidental sólo ha habido dos breves momentos en que la filosofía desempeñó algún papel relevante. Y digo breves porque 250 años es poco para nuestra historia milenaria. Hablo, naturalmente, de la filosofía griega desde Heráclito y Parménides hasta Aristóteles y de la filosofía europea desde Descartes a Marx. No es casual que Sócrates fuera condenado a muerte, que Platón tuviera problemas en Atenas y aún más en Siracusa, como los tuvo Aristóteles que tuvo que marcharse de Atenas a Lesbos. Ni es casual que Descartes, pese a sus tratados de física y sobre el orden del cosmos nunca pudiera pronunciarse sobre el heliocentrismo (aún le llegaba a la nariz el olor a chamusquina de Giordano Bruno), que a Kant el Estado prusiano le prohibiera hablar sobre religión o que Marx tuviera que vivir exiliado en Londres. Eso muestra que la filosofía era importante para la gente, que los filósofos podían “remover” el ánimo de las gentes. Evidentemente ningún Estado se molestaría en prohibir o exiliar a Wittgenstein o a Heidegger; basta leer unas pocas páginas del Tractatus o de Sein und Zeit para darse cuenta de que ellos se “prohiben” y se “exilian” solitos. Algo parecido puede decirse de Habermas o Derrida.

Vivimos en el mundo de la relatividad cultural y la filosofía no está siendo capaz de aportar referentes valorativos sólidos, de forma que se mueve en la inutilidad más absoluta. La única vía (en cuya realización efectiva, la verdad, tampoco tengo mucha esperanza) sería la de ser capaz de ofrecer a la sociedad referentes valorativos firmes frente al relativismo escéptico. El ataque a la Ilustración (esa Ilustración que viene a constituir el núcleo central de esa segunda etapa de florecimiento de la filosofía a que me refería) ha sido fuerte, quizá incluso mortal de necesidad; eso ha dejado allanado el camino al hombre-masa manipulado y sin perspectiva.

Karl-Otto Apel, en un artículo sobre Wittgenstein y Heidegger, concluía diciendo que frente al problema que planteaba Heidegger del olvido del ser, el auténtico problema no era ése, sino el olvido del logos. Aristóteles señaló como rasgo definitorio del hombre que tiene “logos”, esto es, palabra, discurso, razón. El drama es que si perdemos el “ser”, siempre lo podremos volver a recuperar; pero si perdemos el “logos”, ¿cómo recuperarlo, si hemos perdido la razón? Los que pierden la razón son los locos, los orates, los que deben ser tutelados como incapaces porque, como dice nuestro Código civil, no pueden gobernarse por sí mismos.

Si no salimos del mero relativismo cultural fáctico, si no buscamos lo que está más allá de la cultura, es decir, si no seguimos la senda del logos, podemos dejar la filosofía, pues se habrá convertido en un mero adorno de nuestro salón cultural occidental.
Bin ich doch kein Philosophieprofessor, der nöthig hätte, vor dem Unverstande des andern Bücklinge zu machen.
No soy un profesor de Filosofía, que tenga que hacer reverencias ante la necedad de otro (Schopenhauer).


Jesús M. Morote
Ldo. en Filosofía (UNED-2014)
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