Thunderbird escribió:
Yo soy anacrónico con los intemporales, procuro ser sincrónico con los coyunturales.
Repasando ahora mismo un tema de Antropología filosófica, te puedo decir que según la fenomenología no hay sujetos ahistóricos ni sociedades ahistóricas, por lo que no hay nadie "intemporal", por mucho que la concepción griega antigua fuese cíclica.
Precisamente una pregunta que se repite en los exámenes de Antropología filosófica es la siguiente: ¿hay sociedades ahistóricas? ¿por qué?.
Pues bien, la respuesta correcta, desde el punto de vista de la fenomenología, es que no. A continuación te reproduzco lo el profesor dice al respecto en el manual:
"Hasta la llegada de la fenomenología no se concibe la historia como una característica de la vida humana. Para la fenomenología el modo de vida de las personas es la temporalidad, una temporalidad que constituye una historicidad interna, porque la recuperación del pasado que se da en la vida de toda persona y la proyección al futuro, es la condición fundamental de la historicidad, es el
a priori histórico de la vida humana como Husserl la llamará. Por tanto, el sujeto humano es un sujeto histórico con esta historicidad interna.
Pero teniendo en cuenta que la vida humana es social, intersubjetiva, es muy fácil que pase a ser historicidad externa, porque la biografía se vive en relación con los otros, aunque sean las generaciones que van pasando y que se miden de diversos modos, como el tiempo es medido desde hace muchos miles de años, desde principios del paleolítico superior. En el momento en que se mide el tiempo mediante signos externos, la historicidad interna se convierte en externa. Lo que ocurrirá es que los sujetos de esa historicidad externa estaban aún muy separados unos de otros, y aunque gracias a la antropología cultural y social se pueden seguir los inmensos intercambios entre los pueblos, no es fácil rehacer la historicidad externa de los pueblos antes de los testimonios escritos, y por eso entraría aun en el terreno de la prehistoria, pero nunca debemos transferir ese concepto epistemológico a la realidad de los pueblos, y menos de los sujetos.
En la ciencia histórica se hace una gran distinción entre: 1) historia: basada fundamentalmente en documentos escritos; y 2) prehistoria: basada en documentos no escritos [ya sabemos que entre ambas está la protohistoria].
Esa gran división, que ha sido corroborada en algunos aspectos por la antropología cultural y social, ha sido el paradigma que se heredó del siglo XIX y con el que siempre hemos operado en toda consideración de la historicidad, traspasando los modos de la ciencia histórica a la vida humana.
Así se ha pensado que hay sociedades sin historia y sociedades históricas. Esta tesis iría en contra de nuestro planteamiento en el que se defiende que toda vida humana es histórica.
La cuestión es que la historicidad es el gran tema que subyace a la fenomenología desde su mismo comienzo, aunque pronto tiene que asumir que las formas de vida de la humanidad son ellas mismas muy diferentes a lo largo de la historia. No siempre ha existido filosofía, ni ciencia ni escritura. Más bien el mundo histórico en que vivimos es radicalmente distinto de otros mundos históricos en los que no hay influencia de la filosofía ni de la ciencia. Y si nuestras sociedades viven pensando en un futuro mejor, en el que se resuelvan los conflictos sociales y en el que se puede construir un nuevo reino para todos los seres humanos, esta forma de sociedad y humanidad, con este tipo de historicidad volcada al futuro, no parece darse en otros pueblos, de ahí se ha dado el paso a pensar que son pueblos sin historia.
La palabra "historia", en este contexto, tiene, en principio, un sentido epistemológico, porque se refiere al relato de los acontecimientos sucedidos. Pero de ese concepto epistemológico, según el cual, la historia como ciencia es posible cuando se da documentación escrita, siendo todo lo anterior la "prehistoria", se pasa a calificar los pueblos sujetos de esa taxonomía epistemológica, como pueblos con historia y pueblos sin historia, y consecuentemente a las personas miembros de esos pueblos, como personas que viven de modo histórico y personas que viven de modo no histórico. Partiendo de estos antecedentes profundamente instalados en nuestra visión de las sociedades y los pueblos, como resultado de la práctica política de la Modernidad y de la práctica científica del siglo XIX, cualquier afirmación es entendida dentro de ese marco.
Husserl asume globalmente esta diferencia, de manera que el desarrollo de la humanidad estaría dividido en dos grandes épocas. La primera es aquella en que la razón, que impregna toda cultura humana y que es rasgo de toda persona humana, se hace refleja, es decir, se hace consciente de sí misma, y se formula, y entonces queda disponible para ser aplicada a otros contenidos. Eso es la filosofía. Ese nuevo modo de ser termina produciendo un cambio radical en el modo de vida, que es el que lleva a la vida actual.
Europa es un producto explícito de la actitud inaugurada en Grecia, radicalmente volcada hacia el futuro, en un modo de ser que poco a poco se ha ido extendiendo a todo el mundo. Siendo más precisos se podría decir que la misma filosofía es el resultado de todo el proceso de maduración de los Estados, que se da en los grandes centros en los que evoluciona la humanidad: China, India y Oriente Medio.
Asumir que toda vida humana es histórica es diferente de la asunción de los dos modos globales de la existencia de la humanidad, que modifica también el modo de vivir esa historicidad externa presente desde antiguo en la vida humana. Ese nuevo modo de vivir la historia que se fue fraguando en los grandes espacios en que se desarrollan Estados —por tanto, en Occidente, como heredero de los movimientos del Medio Oriente; y en Oriente, en la India y China, y en América, entre los incas y aztecas— lleva una planificación del futuro, en el que se termina en una confrontación con los otros. Ese modo de vida se da en toda organización estatal.
Pero nada de eso incide en el modo de ser de la subjetividad personal de cada uno, que es el modo de ser de la vida humana que somos cada uno de nosotros, y que nos identificamos como yo. Así la vida humana es radicalmente histórica, y por ser intersubjetiva, es también histórica en una historicidad externa, que en unas condiciones determinadas podría convertirse en una historia como relato. Pero no toda vida humana vive la historia directamente en el modo de vida del Estado o de la Nación, porque estas formas históricas tienen ellas mismas un nacimiento en la historia, en una historia más amplia que se enraíza en esa historicidad interna que es propia de todo yo trascendental que somos cada uno de nosotros."
(Me está resultando muy fructífero este debate; estoy repasando con él para el examen)