Mi opinión es que vivimos en una sociedad vertiginosa, muy tecnificada, saturada de información, infoxicada (un apreciado compañero lo explica de modo diáfano
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Es harto complejo sacar tiempo para nosotros mismos, para recabar ese tiempo precioso y vital de la recapitulación diaria, ese momento en que la lechuza de Minerva debería emprender el vuelo. Siempre he creído en la filosofía como lenitivo, como medicina para tenerse en pie, para tomar perspectiva, para buscar una respuesta propia a los grandes dilemas, ante las frustraciones, ante un porvenir que nos suele sorprender por su contingencia.
Tal vez si encontráramos esos momentos de reflexión, si buceamos en las ideas que otrora tuvieron otros ante problemas semejantes o de mayor envergadura, podríamos extraer una hoja de ruta o trazar un rumbo que nos permitiera navegar con soltura y no al garete, a merced de las modas, de lo políticamente correcto o de una moral en minúsculas. Puede que esta actitud fuera beneficiosa para nuestro bolsillo y perniciosa para las grandes farmacéuticas.
Otros ya lo atisbaron y vieron en la reflexión y el estudio ( o conversación con los antiguos) el solaz donde alejarse de las presiones y alimentarse con el pan que necesitaban. Así lo expone Maquiavelo a su amigo Vettori en una carta fechada en 1513 :
...Y al caer la noche regreso al hogar y entro en mi studiolum; y en el vestíbulo me despojo del hábito cotidiano para ponerme las ropas áulicas y curiales; y así me introduzco en las antiguas cortes de los hombres de la Antigüedad, donde se me acepta amablemente, y me nutro de aquel alimento que es mío y para el que nací; allí no me avergüenzo de hablar con ellos ni de preguntarles la razón de sus acciones y ellos, con toda humanidad, me responden; y durante esas horas no siento el menor hastío, olvido todas mis aflicciones, no temo a la pobreza ni me causa espanto la muerte: tan por completo me siento unido a ellos.