Bueno, pues ya he recogido unas cien respuestas entre las de aquí y otros sitios, así que os cuento la película, ahora sí. Si alguien quiere contestar la encuesta, que lo haga antes de leer estos mensajes.
Voy a necesitar un par de mensajes, espero no aburriros, pero es que si no os explico las trampas que he puesto en la encuesta podría acabar generando una idea errónea de lo que es y lo que representa el shibari, que (para quien no se lo imagine aún) es una de mis pasiones.
Llevo más de diez años practicando shibari como atador, y más o menos la mitad también como receptor de ataduras. Es decir, que me encanta el estado físico y mental que se alcanza atando (o siendo atado) si se emplean ciertas técnicas. El de la foto inferior soy yo con el amor de mi vida…
Y aquí salgo durante la época en que trabajé como participante habitual en un programa sobre sexualidad en Cataluña Radio… La primera vez que fui al programa acabé atando a una de las locutoras.
En mi caso (no todo el mundo lo vive así) experimento el shibari como parte de una sexualidad más amplia que incluye el BDSM (Bondage, Dominación/Sumisión y Sadomasoquismo) como uno de sus elementos. El acrónimo BDSM se inventó en los 90 para distinguir conceptualmente y en la práctica diferentes tipos de actividades que no tienen por qué coincidir: B = ataduras e inmovilizaciones; D/s = roles,órdenes, puesta en escena y representación de situaciones de dominio; SM = placer obtenido a partir del dolor. Hay quien juega con ataduras y no soporta nada de dolor; hay quien gusta de arrodillarse delante de su Venus de las pieles particular cual Sacher Masoch para adorarla, pero odiaría verse inmovilizado... Y hay gente más todoterreno que se mueve en las tres actividades. Quizá la más sencilla de entender sea el SM tomado por separado, ya que tiene una base física importantísima: cierto tipo de dolor, aplicado de cierta manera y en ciertas condiciones, provoca un subidón de drogas endógenas, endorfinas y adrenalina sobre todo, que favorecen un estado mental y físico muy placentero. Hay por ejemplo
spankers que SOLO buscan la sensación física, sin inmovilización ni sometimiento.
Casi todo lo escrito antes de los 90 tiene graves confusiones conceptuales porque mezcla todas estas actividades del BDSM en un “totum revolutum” sadomasoquista que a veces se da junto y a veces no. Tampoco estaba muy clara la distinción entre lo patológico y lo natural, y la multiplicación de discursos sobre la sexualidad del siglo XIX no ayudó en absoluto (de esto habla Foucault en “Historia de la sexualidad”). Por cierto, Foucault dejó escrito en una entrevista: “El sadomasoquismo es la creación real de nuevas posibilidades de placer (...). La idea de que está ligado a una violencia latente y que la práctica sadomasoquista es una manera de liberar dicha violencia y agresión es una idea estúpida. Sabemos muy bien que las prácticas sadomasoquistas no son agresivas. Consisten en inventar nuevas posibilidades de placer gracias a la erotización de partes extrañas o raras del cuerpo. En ello se manifiesta un tipo de creación que se caracteriza por lo que yo denomino la desexualización del placer”. Yo diría más bien desgenitalización… Deleuze y Lacan tienen escritas cosas interesantes al respecto, pero no vienen ahora al caso.
Las ataduras con cuerdas al estilo japonés (que es lo que me interesa para este trabajo) tienen un componente físico (el roce sobre la piel, la tensión y su liberación, la sensación como de fuerte abrazo, la arquitectura de la cuerda), y uno mental y emocional (la sensación de ponerse por completo en manos de otra persona, el descubrimiento de capas de sensualidad profundas e insospechadas, en el caso de las suspensiones la sensación de ingravidez y tensión). Cuando quien ata, además, opcionalmente, añade elementos de dolor (SM) o de dominación (D/s), la experiencia cambia y resulta diferente, no esencialmente mejor o peor sino más adaptada a la persona.
Vale, ahora respecto a la encuesta.
El BDSM consensuado ha sido históricamente mal comprendido, y supuestas popularizaciones como las famosas 50 sombras han empeorado en realidad la situación, ya que la visión del sadomasoquismo que presenta esa serie de libros y pelis no solo está muy alejada de la realidad sino que yerra en varios puntos clave aunque copie el vocabulario. Lo más importante del BDSM es el consenso (uno de los lemas en la comunidad es SSC: Sensato, Seguro, Consensuado), aunque más que de consenso a mí me gusta hablar de deseo: no se trata de que ambas personas “consientan”, sino que deseen activamente participar en esos juegos y extraer de ellos placer y emociones positivas y constructivas (en BDSM se suele hablar de “juegos” y de jugar, tiene una dimensión lúdica importante). Algunas veces una sesión es intensa, le lleva a uno a lugares físicos o mentales que no resultan fáciles o sencillos (al reconocer uno deseos profundos o reacciones sorprendentes que hay que comprender, digerir y situar), pero las recompensas merecen la pena.
En el trabajo hablaré entre otras cosas de ecología de la imagen y de comunidad de gusto... PERO hete aquí que previa a la comunidad estética de gusto existe otra “comunidad” (independientemente de que se reconozca uno activo en ella o no) formada por la gente con experiencia en los códigos comunicativos y contextuales del BDSM, y sus propios dialectos no solo lingüísticos sino también simbólicos. En el lenguaje simbólico sadomasoquista, las expresiones faciales de dolor/sufrimiento/alteración emocional pueden tener un significado diferente, generalmente placentero. Una de mis tesis es que algunas imágenes cuidadosamente seleccionadas provocarán reacciones viscerales negativas o neutras entre la gente sin mucho contacto con el BDSM, y en cambio mucho más positivas entre quienes, debido a tener experiencia previa en los códigos visuales del sadomasoquismo, sabrán integrar esa expresión en un contexto más amplio en que, por ejemplo, una cara de dolor puede representar placer (de modo similar, la expresión facial de una persona divirtiéndose en una montaña rusa puede parecer de terror abyecto).
Os pongo una foto como ejemplo para acabar este mensaje: si os interesa, comento en detalle otras de las fotos. Esta de las marcas de cuerda en la pierna:
Por cierto, es la pierna de mi pareja.
Hicimos una demostración de shibari para unas estudiantes de periodismo, con la idea de que narraran una situación ajena a su experiencia habitual. Este fue el resultado:
www.jotdown.es/2015/05/sibaritas-del-erotismo/
El caso es que toda atadura de shibari deja ciertas marcas en la piel. No duelen, no molestan y en el 90% de veces (sobre todo si la atadura se ha hecho técnicamente de forma correcta) desaparecen en unos pocos minutos. Para quien ha vivido el mundillo de las cuerdas, una foto así es un recordatorio de una sesión que ya ha acabado, el equivalente (dicho pronto y mal) a un cigarrillo post-coito. Es el cálido momento del “aftercare”, cuando después de una sesión potentilla las dos personas involucradas en la experiencia hablan entre sí y se explican lo que han sentido.
Y sí: entre la gente con experiencia en ataduras y/o en BDSM la puntuación media es por ahora de 7,5 (estética) y 7,2 (visceral), mientras que fuera de esa “comunidad” las puntuaciones son de 5,5 (estética) y 5 (visceral). Lo que me interesa no es la puntuación en sí misma (hay fotos de muy diversos tipos en la encuesta) sino la diferencia entre ambos grupos.
Entre los que sí han experimentado hay comentarios como “Mola. Yo hubiera dejado alguna cuerda como toque”, “Preciosas marcas”, “Muy limpia con el alto contraste. Las marcas dejan libre la imaginación” e incluso un “Sólo alguien q ha sido atado ve esa imagen y lo retrotrae a esa sensación de elevación y de permanencia sutil de lo que quedó atrás”. Entre los que no, hay comentarios como “Joder que dolor y mala circulación”, “Horribles marcas”, “No se sabe”, “¿Marcas? No lo veo”.
En fin, ya me ha quedado un mensaje eterno, pero creo que os lo debía. Muchas gracias por contestar a los que lo habéis hecho, y escribiré al menos otro mensaje (si no os molesta) comentando algunas cosillas de las respuestas recibidas.