Uno de los problemas es que se habla de austeridad, pero no hay una cultura racional de gasto como en otros países. El dinero público se ha considerado anónimo, como si con él se pudiera gestionar una política de gastos suntuosos y obras faraónicas. Otros países nos muestran lo alejados que estamos de esa racionalización en el gasto. Hoy ABC, en su página 32, en relación a la visita a españa del primer ministro fines expone: "Katainen no tiene avión oficial. Voló a Madrid en asiento de Finnair, la aerolínea de bandera de Finlandia, después de que adquiriera un billete en clase turista.El regreso fue distinto. Repitió "clase economy" pero volvió con KLM.Era obligatorio hacer escala en Amsterdam y añadió casi dos horas de viaje. En Finlandia no hay aviones oficiales. Katainen sólo utiliza aeronave privada cuando es muy difícil llegar al destino en aerolínea regular".
Obviamente este hecho puntual pero paradigmático refleja mucho mejor que el discurso huero tantas veces oído otra manera de entender el gasto público, y que el dinero público, el de todos, debería ser gestionado con luz y taquígrafos. Finlandia es uno de los diez países más ricos por renta per cápita. Nostros lamentablemente ya no, pese a que un día llegamos a jugar en la Champions League.